En vísperas del Día de las Finanzas durante la COP16, Sandra Valenzuela, CEO de WWF Colombia, y Aaron Vermeulen, Líder de la Práctica Financiera Global de WWF Internacional, sostienen que desbloquear la inversión privada para la naturaleza que propicie una rentabilidad es la mejor solución a la doble crisis del clima y la naturaleza.

Colombia, que abarca los bosques y ríos de la Amazonía, las montañas de los Andes, los manglares de las costas del Pacífico y el Caribe y la sabana de la cuenca del río Orinoco, es el segundo país con mayor biodiversidad del mundo. Asimismo, es pionero en la administración adecuada del financiamiento privado para la protección de la naturaleza.

En junio, BBVA Colombia, la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y el BID Invest lanzaron el primer Bono de Biodiversidad del mundo que garantiza 70 millones de dólares para la conservación y el desarrollo económico. Se trata de una iniciativa que podría inspirar instrumentos similares en otras partes del mundo que también atraigan a inversionistas que busquen beneficios ambientales y financieros. En ese sentido, los gobiernos, las empresas y las instituciones financieras que se reúnen en la Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en Cali, Colombia, deberían promover esta tendencia.

Más de la mitad de la producción económica mundial (58 billones de dólares en generación de valor económico) depende moderadamente o en gran medida de la naturaleza. La transición hacia una economía positiva para la naturaleza podría generar oportunidades de negocios anuales por un valor de 10 billones de dólares y crear 395 millones de empleos para el 2030. Además, la protección de la naturaleza podría evitar pérdidas económicas anuales de 2,7 billones de dólares.

Estas cifras ya conocidas de PwC, el Foro Económico Mundial y el Banco Mundial enfatizan una verdad fundamental: vivimos en una economía que depende de la naturaleza.

Para algunos actores del sector privado, valorar la naturaleza e invertir en ella se está convirtiendo en la nueva normalidad. Por ejemplo, más de 400 empresas ya han adoptado las recomendaciones de presentación de informes del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por sus siglas en inglés), y más de 200 empresas que representan 1,1 billones de dólares en ingresos han hecho un llamado a los legisladores presentes en la COP16 para que ayuden a impulsar la acción corporativa en favor de la naturaleza.

Entonces, ¿por qué mientras el clima y los ecosistemas siguen empeorando y empujándonos hacia peligrosos puntos de quiebre, muchas instituciones financieras continúan invirtiendo en actividades perjudiciales y no logran financiar acciones climáticas basadas en la naturaleza a la escala y velocidad necesarias?

La región amazónica es un importante sumidero de carbono, pero si la deforestación continúa al ritmo actual, podría convertirse en una fuente de emisiones dentro de 10 años, lo cual ocasionaría graves impactos en las comunidades locales, la vida silvestre y la estabilidad climática global.

Si bien los gobiernos se han comprometido a destinar 200 mil millones de dólares al año para la naturaleza en virtud del Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica (GBF, por sus siglas en inglés), el mundo necesita cerrar una brecha de financiamiento anual de 700 mil millones de dólares para la naturaleza. Esta cifra puede parecer abrumadora, pero es menos del 1% del PBI mundial total y mucho menos que los 7 billones de dólares anuales (incluyendo los 5 billones de dólares en inversión privada) que se destinan a actividades como los combustibles fósiles y la agricultura industrial, los cuales exacerban la doble crisis de pérdida de la naturaleza y cambio climático.

Redireccionar este dinero y desbloquear una mayor inversión del sector privado para la naturaleza garantizaría un planeta vivo para las generaciones futuras. Para ello, es necesario tanto “ecologizar las finanzas” (a través de reformas de las normas del sistema financiero para cumplir los objetivos de naturaleza, clima y desarrollo sostenible, teniendo en cuenta el verdadero valor de la naturaleza y abordando los riesgos relacionados con la naturaleza y el clima) como el “financiamiento verde” (invertir en actividades que curen en lugar de dañar). El apoyo del sector financiero para la conservación en Colombia es bajo, pero la buena noticia para el “financiamiento verde” es que el financiamiento privado para la naturaleza a nivel mundial ha aumentado a más de 102 mil millones de dólares, desde apenas 9,4 mil millones de dólares en 2020. Si esta tendencia continúa, el financiamiento privado para la naturaleza podría crecer a 1,45 billones de dólares para el 2030, lo cual significaría un gran cambio para la biodiversidad mundial y ayudaría a cerrar la brecha de financiamiento de la naturaleza.

Para mantener el momentum es necesario ampliar los instrumentos financieros innovadores que atraen la inversión privada. Estos instrumentos incluyen los bonos por resultados, las conversiones de la deuda pública (como los canjes de deuda por naturaleza), las acciones verdes, los créditos de biodiversidad, la financiación combinada y el capital de riesgo privado. Por ahora, para aprovechar todo el potencial de estos instrumentos y de la inversión del sector privado en la naturaleza se necesita financiamiento concesional y en etapas iniciales procedente de fuentes públicas que reduzca el riesgo de la inversión privada.

Junto con sus socios, WWF está trabajando para diseñar instrumentos que tengan un impacto en los paisajes terrestres, marinos y fluviales clave. Asimismo, busca garantizar que la creciente inversión atienda las prioridades nacionales y locales, especialmente en los mercados emergentes donde las necesidades de financiamiento son mayores.

En Colombia, con el apoyo del sector privado y los actores de la sociedad civil, el gobierno ha desarrollado la iniciativa Herencia Colombia. Esta iniciativa busca asegurar 245 millones de dólares de financiamiento público y privado para proteger de forma permanente 32 millones de hectáreas de icónicos paisajes terrestres y marinos.

Además, BID LAB y sus socios han creado HECO Invest para identificar oportunidades de inversión para préstamos, capital y subvenciones, y permitir la inversión del sector privado en la naturaleza en Colombia y otros lugares. Mediante el uso de tecnología segura para garantizar la trazabilidad y el seguimiento de las inversiones, la plataforma está movilizando recursos para cumplir con el GBF e impulsar así un impacto positivo.

En otros lugares, el Fondo Holandés para el Clima y el Desarrollo (DFCD, por sus siglas en inglés) apoya a empresas pioneras en Colombia que promueven soluciones basadas en la naturaleza, la agricultura regenerativa y la bioeconomía. Entre ellas podemos encontrar a Colorquímica, un innovador fabricante de pigmentos que desarrolla tintes naturales para los sectores alimentario, farmacéutico y cosmético, y Alsec, una empresa de productos lácteos sostenibles que apoya a las empresas sociales lideradas por la comunidad.

Debido a la escala de inversión requerida, podemos decir que la mejor solución a las crisis climática y natural es conseguir capital privado que busque una rentabilidad financiera para la gestión sostenible de los recursos naturales.

Es así que los líderes de los sectores público y privado presentes en la COP16 tienen la oportunidad de impulsar un cambio significativo en el financiamiento de la naturaleza para un futuro más justo y más verde, valorando adecuadamente la naturaleza y reduciendo el riesgo de la inversión privada.

Vivimos en una economía que depende de la naturaleza. El que prosperemos o no en ella dependerá de lo que hagamos en los próximos cinco años para financiar una economía global que trabaje de la mano con la naturaleza y no en su contra.

*Los autores pertenecen a WWF

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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