La COP16 que lideró Colombia no logró un acuerdo sobre un fondo para canalizar el dinero de la biodiversidad. ¿Qué tan efectivas son entonces estas reuniones?
Hoy en día el ambientalismo anda con capa caída. La COP16 que lideró la ministra Muhammad no logró un acuerdo sobre un fondo para canalizar el dinero de la biodiversidad, y el compromiso de los países desarrollados que se negoció en la COP29 para afrontar el cambio climático fue de 300 billones de dólares, cuando más de 130 países al unísono exigieron que fuera al menos de 1.3 trillones. Además parte de esos 300 billones pueden venir en forma de préstamo, lo que acentúa las deudas de los países creando círculos viciosos.
Siendo tantos los riesgos que vive hoy nuestra humanidad y tan reactiva la política nacional e internacional, existen muchos cuestionamientos al sistema multilateral. Inclusive, vemos que cada vez toma más fuerza la narrativa de la ultraderecha que divisa al multilateralismo como un ejercicio de las “élites globalistas” que quieren vulnerar al pueblo.
Ahora bien, para aquellos que vemos con desespero lo lento, espinoso y a veces contradictorio que es este sistema multilateral (por ejemplo con la entrada de Donald Trump, Estados Unidos volverá a salir del Acuerdo de París), quisiera recordarles una enseñanza que me dejó Herman Daly en sus libros sobre economía ecológica. Los problemas locales requieren soluciones locales, los problemas globales requieren soluciones globales. Esa es una máxima que debemos interiorizar en nuestros sistemas de gobernanza. El cambio climático, por ejemplo, es fundamentalmente un problema de agencia global: las emisiones de gases de efecto invernadero de cualquier lugar de la tierra afectan a toda la población y existen desigualdades fundamentales y responsabilidades diferenciadas por parte de los países y de los distintos grupos poblacionales. Desechar la fé en el sistema multilateral en referencia a esta crisis sería condenar a la sociedad a la barbarie.
No por considerar que el sistema multilateral sea necesario significa que no deba ser reformado. Un grupo de intelectuales liderado por Cristiana Figueres enviaron esta carta dando recomendaciones sobre cómo podría cambiar el proceso de la gobernanza multilateral en cuanto a cambio climático.
Ahora, si algo han demostrado las COPs, es que este es un espacio en donde el poder político y económico priman. Si los países del sur tienen interés e intenciones de lograr conseguir sus metas de financiación, tendrán que jugar a la pelota en los juegos de poder y de intereses. La transición energética que está viviendo el mundo, que no solo es necesaria para descarbonizar la economía, sino que invita a un modelo energético más eficiente y menos costoso, necesita de minerales críticos que están ubicados sobre todo en el sur. Hoy esos minerales son explotados en dinámicas que algunos considerarían neocoloniales (como lo que sucede en la República Democrática del Congo) y posibilitando que empresas multinacionales hagan negocio con éstos. Si los países del sur logran unificar criterios y políticas públicas para condicionar el acceso a estos minerales a la entrega de fondos y de capacidades por parte de los países del norte, podríamos estar escribiendo otra historia.
Reflexionando sobre nuestro sistema multilateral también es válido que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Cuál es la finalidad del multilateralismo en asuntos ambientales? ¿Esperamos que las COPs salgan con instrucciones taxativas y obligatorias a los países para salvar el mundo o lo vemos como una ruta sobre a dónde debe dirigirse la humanidad con anuncios políticos que de alguna manera direccionan la política pública pero no la fuerzan con una visión “top-down”? Ejemplo de esto es el texto de “Transition away from fossil fuels” que se logró en la COP 28. El ver ese texto no significa que todos los países deben dejar de explorar combustibles fósiles por ejemplo, pero sí envía señales políticas para que los distintos estamentos de la sociedad se organicen.
Eso es lo que los “antiglobalistas” se resisten a entender y es que estas reuniones multilaterales deberían ser comprendidas como el “menor estándar posible” y que son las propias decisiones que tomemos como países, como organizaciones y como individuos los que determinarán el camino hacia adelante que transitaremos como sociedad.
En ese sentido, invito a quienes divisan que los resultados de las anteriores COPs (COP 16 y COP 29) fueron lánguidos y poco sunstanciosos, a entender que estos espacios son apenas uno de los canales de la transformación social, económica y cultural que estamos viviendo para construir sociedades realmente ecológicas. Que no pierdan la fé. Somos millones que dentro de nuestras propias posibilidades estamos construyendo nuevos futuros.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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