En la actualidad, las mujeres quieren leer más libros escritos por otras mujeres y son más mujeres que hombres quienes leen ficción. Así lo afirma la escritora chilena más reconocida en el mundo, quien indica que en América Latina hay un "boom de la literatura femenina".

Es la escritora viva más leída en el mundo. Bastaría solo eso para presentarla ante cualquier multitud o mencionarla en una conversación y ya todos sabrían de quién se trata. Ha vendido más de 70 millones de ejemplares a nivel global y sus 28 libros se han traducido a más de 40 idiomas. Pero ha sido un camino que recorre 40 años de carrera y “una vida de altos y bajos”, como ella misma lo dice, que la llevó al exilio y, desde entonces, a escribir cuando no había ni un nombre femenino que resonara en la literatura latinoamericana de esos tiempos. Ahora, el nombre de Isabel Allende retumba con fuerza y a sus 82 años ha abierto camino al de muchas mujeres más.

En 1982 —mientras vivía en Caracas, Venezuela—, publicó su primera novela, La casa de los espíritus. “No sería yo escritora si no hubiese pasado por Venezuela”, dice en entrevista con Forbes Chile. Ahora, 42 años después, publicó su más reciente, y su primer libro infantil, Perla, la súper perrita. Y Perla es muy parecida a sus personajes mujeres, “para empezar, es feminista”, resalta la escritora mientras se ríe. Y defiende su espacio e impone su carácter y se hace escuchar. A pesar de que es muy chiquita. De hecho, a Isabel no le quedó duda de que debía escribir sobre ella cuando, una vez en el parque, un perro muy grande se le lanzó para atacarla y esta, como si se le olvidara que era mucho más pequeña, empezó a ladrarle y perseguirlo hasta que huyó.

“Todo el mundo empezó a tomar videos y fotos porque la Perla corría detrás, como para morderlo, y era un animal enorme. Y ese fue el cuento, Perla defendiéndose de un abusador, de un bully, y de ahí rápidamente pasé a contar la historia de Nico, que también sufría bullying en la escuela”. Y todo esto pensando en Camila, la nieta de su vecina en San Francisco, Estados Unidos, donde vive actualmente.

Se trata de una niña de tres años que siempre le dice a Isabel que le lea y por la que quiso escribir tres libros infantiles para que sientan que puedan hablar de temas que los tocan, pero que no saben cómo expresar. “No solamente el niño tiene que aprender a defenderse, sino que tiene que hablar y uno de los motivos de un librito como este es que los padres y los maestros les lean y en eso se presenta el tema para que ellos puedan discutirlo y puedan hablarlo por primera vez”.

-Me llama la atención de Perla que se crea más de lo que es físicamente. ¿Crees que eso también nos hace falta a las mujeres: creernos el cuento para llenar ese espacio que no estamos acostumbradas?

Claro. Fíjate cómo caminamos las mujeres, cómo nos sentamos, siempre estamos achicándonos, ocupando el mínimo espacio posible. Andamos con ropa incómoda y zapatos de tacón alto para no poder escapar ni correr ni defendernos. Nos minimizamos. La moda nos minimiza, la cultura, la religión, la forma en que nos educan; pero naturalmente, biológicamente, no tenemos que ser así. Entonces veo a Perla y digo: “Perla tiene todas las características que yo creo que una mujer moderna debe tener. Debe ocupar mucho espacio, tiene que tener confianza en sí misma, tiene que poder defenderse, sacar la voz, no quedarse callada y tener una gran vanidad respecto a quien ella es, porque Perla se mira en el espejo y sonríe, ella se encuentra preciosa”.

Creo que eso también es importante, no estarnos comparando con modelos y con personajes. ¿Para qué? Si nosotros podemos amarnos como somos y sentirnos como reinas, como se siente Perla.

-¿Tenemos las mujeres las mismas oportunidades ahora que los hombres para tener una carrera exitosa como escritoras?

No, no tenemos el mismo respeto y tenemos que ganarnos el respeto con tres veces más esfuerzo que cualquier hombre, pero ahora la cosa es mucho mejor que cuando yo empecé, hace 40 años. En ese entonces no había ni un solo nombre femenino, no porque las mujeres no estuvieran escribiendo, sino porque eran ignoradas, silenciadas; y la crítica nunca les prestó ninguna atención y los editores y las casas editoriales tampoco se interesaban mayormente.

Ahora, por una cuestión de mercado, hay mayor interés en la literatura femenina porque resulta que son más mujeres que hombres quienes leen ficción y las mujeres queremos leer libros escritos por otras mujeres. Eso no significa que sean iguales las oportunidades; como en todo, las mujeres tenemos que pelearlo y tenemos que hacerlo en conjunto. No sacamos nada con que haya una mujer que sea la más vendida o la más leída, tenemos que ser muchas.

-¿Qué cosas te inspiran?

Todo. Me inspiran las historias de la gente, cada persona tiene su historia y yo quiero oírlas todas y las quiero contar todas. Me inspiran libros que leo y eso de repente me planta una idea en la cabeza, muchas veces para una novela histórica, de algo que pasó y se conecta con algo que a mí me importa. Y hay también inspiración en salirse de lo que uno está acostumbrado y correr algunos riesgos.

Los viajes. Ya viajo mucho menos porque a mi edad es mucho más difícil, pero los 28 libros que he escrito están situados en diferentes partes del planeta. Las historias humanas son siempre las mismas, pero el entorno o la cultura cambian. Y eso es fantástico, ver cómo el mundo es complejo y diferente y parecido también.

Me gusta que la gente sea asertiva, segura de sí misma, que corra riesgos, que sea intrépida. Si vas a vivir metido en la concha de un caracol, chiquitita, no te pasa nada, no vives la vida. Mi vida ha sido siempre de altos y bajos y miro para atrás y no me arrepiento de nada de lo que me ha pasado. Si yo hubiera tenido una vida protegida, segura, no tendría de qué escribir.

-¿Qué es lo que más te gusta —y lo que menos— de ser escritora?

Lo que más me gusta es imaginar una historia. Es un puzzle de miles de piezas que tengo que ir armando a ciegas. Eso me encanta.

Lo que menos me gusta es firmar libros en público.Antes podía pasar dos o tres horas firmando, sonriendo, posando para selfies. Ya no lo hago. Tengo artritis en las manos y a mi edad ya nadie espera que firme.

-¿Cómo fue la experiencia de que lectores se llevaran tus libros con tu firma pero hecha con un brazo robótico mientras estabas en otro país?

Fue mágica. Una señora en Madrid me llevó de regalo una torta de chocolate y no podía comprender que yo estaba en California. El proceso era lento, pero creo que va a mejorar mucho y llegará un día en que pueda firmar simultáneamente miles de libros en diferentes países desde mi casa.

-¿Qué tan cercana o distante estás del mundo de las redes sociales y la tecnología?

Mi hijo se encarga de conectarme con las redes sociales. Yo le tengo un poco de susto a la tecnología.

-¿A qué autores admiras?

Crecí leyendo a los clásicos de literatura juvenil, Mark Twain, Jack London, Bernard Shaw, Salgari y muchos más. Después empecé a leer a los grandes autores rusos e ingleses. En la adolescencia leía mucha ciencia ficción.

Me inicié en la vida adulta leyendo a los escritores del boom latinoamericano. Ahora leo sobre todo en inglés, porque vivo en California. Me gusta la ficción y hay cientos de excelentes autores y autoras para elegir. Todos ellos me han influenciado y a todos admiro.

-¿Hay algún libro o historia que tenga pendiente contar?

Tengo la cabeza y el corazón llenos de historias. Espero seguir con la colección de Perla, escribir una memoria sobre este fascinante proceso de envejecer contenta, una historia de amor. Temas no me faltan.

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