En los últimos 20 años la tecnología ha llegado a cerca del 50% de la población del mundo y se ha convertido en un agende de cambio. ¿Cómo aprovecharla en el contexto actual?
La tecnología está transformando vidas y cada vez más tiene un impacto significativo en el bienestar personal y social. En los últimos 20 años, según Naciones Unidas, ha llegado a cerca del 50% de la población del mundo en desarrollo y se ha convertido en un agente del cambio. Al mejorar la conectividad, la inclusión financiera, el acceso al comercio y a los servicios públicos, tiene el poder de nivelar el terreno de juego.
Son múltiples los beneficios que se derivan de los avances digitales. Por ejemplo, en un hogar se da la posibilidad de acceder a información, entretenimiento y a la comunicación con personas cercanas que antes era imposible realizar. Ahora, si pensamos en el ámbito de la salud, su influencia es tal que ya hoy muchas tecnologías se emplean para salvar vidas y diagnosticar enfermedades.
A su vez, la educación ha sido uno de los sectores que más se ha beneficiado con estos avances y mejoras. Con entornos virtuales de aprendizaje, formación a distancia, herramientas digitales para conectar a los más pequeños y el uso de tecnologías que modernizan la enseñanza, lo cierto es que con el tiempo más estudiantes han podido tener acceso a contenidos y programas educativos que antes eran privilegio de algunos pocos.
Las innovaciones en el campo médico han contribuido a la disminución de la mortalidad infantil y a prolongar la esperanza de vida. Gracias a los avances en tecnologías agrícolas, hoy los campos pueden tener mejor rendimiento en sus cosechas, con su consecuente impacto en la producción de comida. A la par, se considera que la disminución en el largo plazo de la pobreza global tiene como uno de sus promotores principales el cambio tecnológico. Y ni hablar del impacto que se ha logrado con el aumento en el acceso global a energía, electricidad, agua potable y servicios de sanidad.
Los ejemplos siguen en escenarios diversos y con públicos totalmente variados. Del campo a la ciudad, desde los países menos adelantados hasta los más desarrollados, considerando a los más pequeños y también a la tercera edad. En la actualidad, asistimos a un presente en el que la tecnología nos muestra su poder transformador, mostrando cómo las innovaciones sirven para solucionar acuciantes problemáticas de la sociedad.
Conectividad como la base
En 2024, el 57% de la población global estaba usando internet móvil en su propio dispositivo, según datos de GSMA. Por su parte, el 68% contaba con acceso a internet y cerca del 60% tenía un teléfono inteligente. Estas cifras, que año tras año aumentan, son consideradas en muchos casos como indicador de crecimiento de la digitalización en el mundo y se ven como el resultado del nivel de apropiación que existe en el planeta de la tecnología.
Lo cierto es que cuando revisamos realmente cómo la tecnología está mejorando la vida de los seres humanos, nos damos cuenta de que –más allá de tener un celular en las manos– son las apuestas en términos de conectividad las que están logrando un impacto significativo en las personas. Se trata de un factor esencial sin el cual la mayoría de innovaciones actuales no tendría sentido. GSMA calcula que darles acceso a las personas que hoy no poseen internet móvil en el mundo daría como resultado un aumento estimado de 3,5 billones de dólares en el PIB mundial hasta el 2030, con un 90% de este impacto beneficiando directamente a países de bajo y mediano ingreso.
Al respecto, Naciones Unidas menciona que, para 2030, todos los habitantes del planeta deberían tener acceso seguro y asequible a internet, incluyendo el uso significativo de servicios digitales y alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por su parte, el Banco Mundial resalta que “la búsqueda de una mejor conectividad de infraestructura global se basa en la importancia de estos vínculos para impulsar el crecimiento económico y las oportunidades de empleo, mejorar el acceso a servicios básicos y mercados, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad ante crisis y eventos provocados por el cambio climático”.
Las posibilidades que traen estos avances son de gran magnitud. Como ejemplo, la firma de investigaciones McKinsey trabajó hace un tiempo en un informe que ilustraba los alcances que puede llegar a tener el despliegue de conectividad en los sectores de movilidad, salud, manufactura y retail. Los cálculos de la consultora mostraban que tan solo estos cuatro casos de uso podrían aumentar para 2030 el PIB mundial en 2 billones de dólares. Incluso, viendo más allá de las implicaciones para las industrias mencionadas, McKinsey advierte sobre ese impacto añadido de la conectividad en la equidad y la sociedad. Al permitir que más personas puedan acceder a información, comunicación y servicios, comenta, es posible que el valor económico generado por los casos de uso identificados en los cuatro sectores sume entre 1,5 y 2 billones de dólares más al PIB.
Mejorando la calidad de vida
Este contexto de mayor conectividad es el ecosistema ideal de crecimiento de múltiples tecnologías que en el presente impulsan las sociedades. Nube, internet de las cosas, inteligencia artificial y edge computing se cuentan entre las innovaciones que hoy dan vida a más y más posibilidades.
Sensores, dispositivos, automóviles y toda una infraestructura que incluye hardware y software son el corazón de las ciudades inteligentes, que buscan la optimización de recorridos, la mejora del tráfico, la reducción de accidentes y, al final de todo, una movilidad más eficiente para las personas.
Cuando hablamos del sector salud vemos también que los millones de dispositivos conectados a redes avanzadas ya están cambiando el panorama. Con redes de baja latencia en las que corren gran cantidad de equipos y sensores conectados, es posible realizar monitoreo remoto de pacientes en tiempo real, con un gran beneficio para el manejo de enfermedades crónicas. Las herramientas de inteligencia artificial, además, brindan apoyo en la toma de decisiones para lograr diagnósticos más rápidos y acertados. Así mismo, la capacidad de procesar y analizar grandes cantidades de información es lo que da pie hoy a la generación de nuevos tratamientos.
Se trata, entonces, de ver cómo la tecnología hoy ya está cambiando las dinámicas para ofrecer mejoras en la calidad de vida y en la eficiencia de las empresas. Un futuro que se construye desde el presente, con retos regulatorios, de inversión y equidad, pero que sin duda muestra que es posible trabajar para que las innovaciones realmente estén al servicio de las personas.
Por: Marcelo Bertolami*
*El autor es director de Socios Regionales y del equipo de Tecnología de Latam en Intel.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes.
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