Las aseguradoras y los administradores de activos están usando la inteligencia artificial para mitigar los riesgos que el clima supone tanto para emisores como para inversionistas. Pero las colocaciones sostenibles todavía se ven amenazadas por la rentabilidad y los discursos políticos promovidos desde la Casa Blanca.

El clima está cambiando el mundo en el que vivimos e invertimos. En 2024, la humanidad vivió una serie de fenómenos climáticos sin precedentes: sequías, incendios, inundaciones y temperaturas récord; la Nasa declaró que fue el año más caluroso jamás registrado. Ante las catástrofes, el sector financiero global se reestructura para volcar sus esfuerzos a inversiones seguras, rentables y sostenibles.

La situación requiere una mirada a largo plazo. Pese a los esfuerzos para combatirlo, el cambio climático está causando estragos definitivos obligando a tomar medidas duraderas en el tiempo. El último informe de Suramericana destacó la transformación ambiental global como una de las seis megatendencias que implicarán cambios estructurales en las sociedades durante varias décadas.

Esta inevitable transición supone nuevos riesgos para las corporaciones que van desde la caída de la productividad de sus trabajadores por temperaturas extremas, hasta daños en sus infraestructuras físicas, cadenas logísticas y sistemas de distribución. En este panorama, los inversionistas buscan que su capital esté en compañías que puedan sortear todo tipo de contingencias.

“Esto siempre está en un proceso de estudio en las empresas. Una de las formas como las compañías se protegen de eventos climáticos es con seguros. Además, muchas están invirtiendo en desarrollo e innovación para mitigar los riesgos y algunas se están trasladando a otras regiones con menor impacto climático”, explicó Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de Casa de Bolsa del Grupo Aval.

El sector asegurador ha respondido a esta demanda. Las principales compañías de seguros del mundo ya tienen modelos de análisis avanzados apalancados en inteligencia artificial para estudiar patrones históricos y proyectar escenarios futuros de eventos climáticos. Según Fasecolda, en Colombia una de cada cuatro aseguradoras utiliza IA para evaluar riesgos climáticos.

Y si las empresas protegen sus activos, los bancos de inversión hacen lo mismo con su capital y sus clientes. BlackRock creó Aladdin para “cuantificar los riesgos y oportunidades climáticos en términos financieros, combinando la ciencia climática, los escenarios de políticas, los datos de activos y los modelos financieros para llegar a valoraciones y métricas de riesgo ajustadas al clima”.

Entre tanto, MSCI ofrece índices climáticos alineados con el Acuerdo de París y métricas de impacto ambiental con el respaldo del MSCI Climate Lab; S&P Global lanzó Sustainable1, para ayudar a las compañías e inversionistas a comprender y gestionar la exposición física y financiera de las carteras al cambio climático. Moody’s y Bloomberg también tienen sus propias plataformas para analizar el impacto del clima en las finanzas.

Los inversionistas disponen cada vez de más herramientas para evaluar el impacto ambiental de las empresas, incluyendo los reportes de sostenibilidad, obligatorios para los emisores de las principales bolsas de valores del mundo. Los informes abarcan desde la reducción de emisiones hasta las prácticas laborales inclusivas y las estrategias de negocios con repercusiones ambientales y sociales.

Para Wilson Tovar, gerente de Investigaciones Acciones & Valores, esto pone en desventaja a los emisores colombianos que no están obligados a reportar avances en sostenibilidad. Sin embargo, las más grandes empresas listadas en la Bolsa de Valores de Colombia ya generan dichos reportes y se espera que las políticas públicas en el país avancen hacia la obligatoriedad de esta norma en los próximos años.

Efecto Trump

Una de las primeras acciones del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue salir del Acuerdo de París; aunque el mandatario ha argumentado que la alianza ha sido ineficiente, ha traído desventajas económicas y competitivas para el país y hay necesidades más urgentes a nivel local, su discurso frente al cambio climático está teniendo un impacto directo en las inversiones verdes y las políticas sostenibles.
“Trump tiene seguidores, hay que mirar lo que pasó con su criptomoneda -alcanzó una valorización de mercado cercana a los US$13.000 millones en días-. Además, en las inversiones hay un efecto rebaño”, explicó Tovar.

Este año, los pesos pesados de Wall Street, incluyendo a JP Morgan, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Citi y Bank of America abandonaron la Alianza Bancaria por las Cero Emisiones, un proyecto de las Naciones Unidas que busca la neutralidad de la huella de carbono para 2050. Entre tanto, BlackRock, con más de US$11 billones en activos bajo administración, renunció al foro ‘Net Zero Asset Managers’.

Si bien no se puede asegurar que hay una correlación directa entre el discurso de Trump y esta serie de decisiones, es evidente que una de las economías más grandes del mundo ha visto un retroceso generalizado en políticas tanto públicas como privadas relacionadas con la sostenibilidad y la inclusión.

Además, las iniciativas verdes se enfrentan a otro gran reto: la rentabilidad. Aún estos proyectos no alcanzan el retorno de inversión que pueden generar empresas de industrias extractivas o de consumo masivo, esto a la hora de pensar estratégicamente es un punto en contra para la atracción de capital. Aún así, los expertos declaran que todas las industrias, sin importar su naturaleza, deben migrar a prácticas sostenibles que eviten o compensen el impacto ambiental, además, los proyectos verdes van a empezar a tener mayor demanda con el paso del tiempo, lo que los ayudará a ser más rentables en el futuro.

El cambio climático parece haber tomado ventaja frente a las acciones de la humanidad para contenerlo, y es tarea de todos los sectores avanzar para mitigarlo. Sin embargo, el financiero tendrá una gran responsabilidad, pues es capaz de movilizar recursos millonarios destinados a evitar que la temperatura del planeta siga en aumento.

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