Aunque las exportaciones no mineras tuvieron un buen desempeño en 2024, vimos que esto fue fruto del alza de los precios internacionales de algunos commodities, más que de un esfuerzo de política pública del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

Las exportaciones de 2024 cerraron por debajo de los US$50.000 millones, con un resultado muy similar al de 2023. Colombia debería estar exportando por encima de los US$100.000 millones, si se toma en cuenta el promedio regional en Latinoamérica de exportaciones per cápita.

Además, cerca del 90% de las exportaciones están concentradas en unas 400 empresas del país. Recordemos que hay cerca de 9.000 compañías que llegan a mercados del exterior (vs cerca de 27.000 importadores), cuando el tejido empresarial en Colombia está compuesto por más 1,5 millones de empresas. 

Esta concentración la vemos también tanto en destinos, como en productos y departamentos. Estados Unidos acapara cerca del 30% de las exportaciones colombianas, lo cual no es malo, porque es fruto del trabajo de décadas de posicionamiento de nuestros productos en dicho mercado; sin embargo, con el nuevo capítulo de la guerra comercial, no debemos poner todos los huevos en una misma canasta. 

Los cinco primeros productos exportados (petróleo, carbón, oro, café y flores) concentraron más del 50% de las ventas del país, en 2024. Algo similar ocurre con las cinco regiones más exportadoras (Antioquia, Bogotá, Cesar, Cundinamarca y Valle del Cauca), que tienen el 45% de las exportaciones. 

Aunque las exportaciones no mineras tuvieron un buen desempeño en 2024, vimos que esto fue fruto del alza de los precios internacionales de algunos commodities, más que de un esfuerzo de política pública del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

Todo este panorama se combina con dos factores que pueden crear una tormenta perfecta, que impediría que Colombia dé un salto en las cifras de exportaciones. Por un lado, la coyuntura interna nos muestra un retroceso en términos logísticos (pasamos de tener un costo logístico de 12,9% a 17,9%); una corrupción rampante en las aduanas con ‘Papá Pitufo’ como protagonista, junto con un estatuto aduanero que va en contravía de la competitividad del país, y una política de comercio exterior que no termina de concretarse. 

Allí se suma nuestra preocupación por el contrabando y el uso de unos mal llamados ‘aranceles inteligentes’, como argumento de protección de la industria nacional, que al final del día podría terminar restando y no sumando, para el buen desarrollo del comercio exterior del país.

Por otro lado, el panorama internacional tiene más sombras que nunca. Las decisiones o intenciones arancelarias de Estados Unidos han trastocado todo el escenario geoeconómico del mundo. El domingo 26 de enero tuvimos una gran crisis con nuestro principal socio comercial, que nos dejó varias lecciones, pero no significa que hayamos quedado exentos o por fuera del radar de EE. UU. 

Cualquier anuncio del presidente Trump va a recabar en alteraciones en las cadenas de suministro a nivel global, lo cual nos va a terminar impactando de una u otra manera. Igualmente, el 25% de aranceles al acero y al aluminio va a impactar fuertemente a la industria colombiana, en cerca de US$750 millones.

Adicionalmente, este año va a ser retador para los exportadores colombianos que llegan con sus bienes a la Unión Europea, porque deberán cumplir las reglas previstas por el Pacto Verde Europeo, ya que el plazo se vence a finales de 2025.

Colombia va a tener que navegar en medio de estas circunstancias y somos optimistas de que podamos llegar a buen puerto, a pesar de las adversidades. Cuenten con Analdex como ese facilitador para que el sector público y privado puedan encontrar las mejores rutas de navegación hacia ese destino llamado prosperidad.

Por: Javier Díaz
Presidente ejecutivo de Analdex

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