El Índice Global de Digitalización (GDI) posicionó a Colombia en la categoría "adoptante", en el puesto 49 del ranking general.

La innovación en nuestra región sigue siendo un asunto de inmenso potencial, pero también de grandes desafíos. Existe una brecha significativa que debemos cerrar si queremos competir en un mundo cada vez más digital e interconectado.

Uno de los mayores retos para la innovación en América Latina es la baja inversión en ciencia y tecnología. Con la excepción de Brasil, la mayoría de los países de nuestra región destinan recursos insuficientes en este campo. En términos globales, América Latina invierte solo el 0.8% de su PIB en investigación y desarrollo, apenas una quinta parte de lo que asignan países como Corea del Sur. Además, este gasto proviene mayormente de los gobiernos, mientras que la participación del sector privado es mínima. Por ejemplo, en EE.UU., más del 70% de la inversión en ciencia y tecnología es financiada por empresas privadas.

El rezago también se evidencia en la digitalización. El Índice Global de Digitalización (GDI) posicionó a Colombia en la categoría “adoptante”, en el puesto 49 del ranking general.

Países como EE.UU., Singapur, Suecia y Finlandia lideran la clasificación, sin ningún país latinoamericano en el top 30.

A pesar de estos desafíos, hay razones para el optimismo. La conectividad en la región está creciendo aceleradamente, superando incluso los estándares globales. Esto ha impulsado la exportación de servicios tecnológicos desde Argentina, México y Brasil, especialmente en servicios de software, inteligencia artificial y blockchain. Otro dato alentador es que más de la mitad de los fondos de capital de riesgo en América Latina generan retornos que los colocan entre los mejores del mundo, y un 24% está en el 5% superior en rendimiento, según Atlántico. Esto demuestra el potencial de las startups de la región para competir a nivel global.

Tampoco podemos ignorar a empresas como MercadoLibre, Rappi, Nubank e iFood—las cuales denomino “los cuatro jinetes” de la innovación en Latinoamérica—, que están transformando el ecosistema digital y sentando las bases para industrias tecnológicas más maduras.

La innovación no es solo una herramienta para el progreso económico; es el catalizador que impulsa la competitividad y permite a las sociedades adaptarse a un mundo en constante cambio. Es claro que Latinoamérica tiene el talento y las ideas para cerrar la brecha de la innovación. La pregunta es si seremos capaces de alinear nuestros recursos, políticas y visión para convertir a nuestra región en un verdadero motor de transformación.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes.