Según el Dane, el año pasado 6.018.000 personas se encontraban en condición de pobreza multidimensional, un indicador que mide las carencias en salud, educación y calidad de vida, y proporciona una visión más completa de la realidad de la pobreza.

El Dane reveló que en 2024 el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional en el total nacional, medido por el Índice de Pobreza Multidimensional, IPM, se ubicó en 11.5 %, lo que representó una disminución de 0,6 puntos porcentuales frente al 12,1% de 2023, y que 251.000 personas salieron de esa condición que refleja las carencias que enfrentan en áreas como educación, salud y trabajo, entre otras. 

“En todos los dominios vemos una caída que viene dándose desde 2020”, dijo Piedad Urdinola, directora de la entidad, al explicar que en las cabeceras municipales la reducción fue 0,5 pp y en los centros poblados y rurales dispersos 0,8 pp. 

Con este resultado 6.018.000 personas se encontraban en condición de pobreza multidimensional al cierre del año pasado, 251.000 menos que las 6.269.000 de 2023.

Urdinola dijo que la caída en el IPM se observa para casi todas las regiones del país desde la pandemia:  en la Orinoquia-Amazonia cayó 3,8 pp, en la Oriental  -2,3 pp, el Caribe -1,6 pp, en la Pacífica -0,8%, mientras que en la Central aumentó 0,6 pp hasta 10,8% y en Bogotá también subió 1,8 pp a 5,4%. 

A nivel nacional, en 2024 el 12,9% de los hogares liderados por mujeres estaban en situación de pobreza multidimensional, mientras que el IPM en los hogares liderados por hombres fue del 10,4%.

El IPM se basa en cinco dimensiones: condiciones educativas, condiciones de la niñez y la juventud, trabajo, salud y condiciones de la vivienda y servicios públicos, cada una de las cuales pesa lo mismo. 

Para estimar el Índice, el Dane usa la Encuesta de Calidad de Vida, a partir de la información recolectada en una muestra de 85.387 hogares y 228.688 personas entre enero y diciembre del año pasado.

“Esta muestra nos permite hacer las desagregaciones de manera significativa y presentar los resultados nacionales para cabeceras y centros rurales dispersos”, explicó Urdinola.

En líneas generales, los economistas coinciden en que evaluar el nivel de pobreza de una población es fundamental para orientar y diseñar políticas públicas que ataquen sus causas.

De manera tradicional, la medida más usada para medir la pobreza se basa en los ingresos monetarios de los hogares y sus miembros. Sin embargo, la insuficiencia de ingresos no solo implica dificultades económicas, sino que también conlleva diversas privaciones, como el limitado acceso a educación, vivienda en entornos saludables, discriminación y obstáculos para insertarse en el mercado laboral de manera equitativa, entre otras. Para medir esta última se utiliza el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que mide las carencias en salud, educación y calidad de vida, y proporciona una visión más completa de la realidad de la pobreza.

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