Charles Dupont, quien había operado en el anonimato tras registrar la marca de pollo colombiana en Europa, admite públicamente su estrategia mientras enfrenta presión legal y mediática. Forbes fue el primer medio en hablar con él.
Charles Dupont ya no es una figura en la sombra. Tras semanas de polémica, una entrevista de media hora en W Radio reveló el nombre y apellido del fundador de Frisby España, la empresa que generó una tormenta mediática al registrar y lanzar en Europa una marca que, para los colombianos, es parte de su patrimonio cultural.
Su decisión de salir del anonimato se produce justo cuando su plan de abrir una cadena en Europa se ha detenido temporalmente.
“Nuestra prioridad es trabajar en la logística para abrir el primer punto de venta”, dijo a W Radio. Pero añadió: “Estamos hablando con muchos franquiciados… más de 40 que tienen interés en nuestra marca”.
Fue Forbes el primer medio que habló con Dupont, en una conversación bajo condición de anonimato, alegando razones de seguridad. Entonces, hablaba de una oportunidad de negocio basada en una idea simple: “Hay una gran comunidad sudamericana [en España], pero ninguna marca de comida rápida con presencia nacional que les hable directamente”.
La entrevista, se da en medio de una controversia que hoy escala a niveles legales, con abogados de una y otra parte preparando sus argumentos frente a las autoridades europeas.
La historia tiene tintes de drama empresarial, legal y cultural. Frisby S.A. BIC, la compañía colombiana fundada en Pereira en 1977, no autorizó ninguna expansión internacional ni firmó acuerdos con Dupont. Y, sin embargo, en septiembre de 2024, él registró el nombre Frisby en Europa. En diciembre, inició una solicitud formal para anular el registro que la empresa colombiana tenía desde 2004 en la UE.
El argumento: no se había usado en cinco años. “Eso es la ley, que les guste o no”, dijo en W Radio. “Si no estamos de acuerdo con eso, cambiamos la ley”.
La revelación de su identidad llegó con una defensa firme de su proceder. “Nosotros hemos contactado a varias personas en el grupo Frisby… Nunca han respondido”, explicó . Y añadió que su objetivo no era una demanda ni una presión económica, sino una alianza: “No hemos pedido dinero. Hemos dicho: ‘Podemos buscar socios y hacer un negocio nacional y ojalá continental'”.
Desde Colombia, Frisby S.A. ha negado haber recibido alguna comunicación de su parte.
Durante la entrevista, Dupont reconoció que nunca ha viajado a Colombia ni ha probado el pollo original. Tampoco su madre, Jacqueline Pérez Parcha, accionista principal de la empresa española. Sin embargo, asegura que “colombianos en Madrid me han explicado que había una expectativa fuerte dentro de la comunidad colombiana”.
En su versión, la estrategia legal fue tan importante como la gastronómica. Asegura que contrató empresas especializadas para el desarrollo de recetas y comenzó conversaciones con una plataforma global de domicilios para operar cocinas ocultas. Su plan de negocio preveía una expansión rápida antes de abrir puntos físicos.
Pero la presión mediática y las posibles acciones legales parecen haberlo hecho pausar. Aunque no ha dicho explícitamente que cancela el proyecto, sí confirmó que por ahora no ha recibido ninguna notificación de la firma Garrigues, el bufete contratado por Frisby Colombia: “Si ellos quieren hablar con nosotros, podemos hablar… no queremos o necesitamos dinero. Queremos vender pollo”, reiteró.
En Forbes, Dupont ya había advertido que si el caso llegaba a juicio y ganaba, “no habrá acuerdo posible”. Pero ahora, ante el escrutinio público, suaviza el tono. Dice estar abierto a una propuesta: “Son negocios… si ellos quieren, pueden hacer una propuesta y la vamos a estudiar”.
El caso Frisby España pone en evidencia las grietas del sistema internacional de propiedad intelectual. La marca, que para los colombianos está cargada de identidad y nostalgia, puede ser replicada legalmente en otro continente si no se demuestra uso efectivo.
“No niego que conocía la existencia de Frisby Colombia”, recoció ahora Dupont, pero argumenta que la mala fe solo se configura si hay conocimiento y uso dentro de la Unión Europea.
Mientras tanto, en redes sociales y medios colombianos el rechazo ha sido masivo. Incluso cadenas competidoras han expresado solidaridad con Frisby. Para muchos, lo de Dupont no es emprendimiento, sino oportunismo.
En medio del escándalo, Dupont afirma haber recibido amenazas, razón por la que inicialmente ocultó su identidad. Pero insiste en que no busca dañar a nadie: “Lo que estamos haciendo es dar la oportunidad a otras personas en otro continente de probar nuestra comida”.
A día de hoy, el futuro de Frisby España está en suspenso. Dupont insiste en que su plan sigue en pie, pero también reconoce que las cosas pueden cambiar. “Tenemos una estrategia muy clara”, dijo. “Pero siempre se puede cambiar”.