Desde siempre, los altos cargos han sido protegidos de las interrupciones, pero en época de teletrabajo estas son inminentes. ¿Cómo mantenerse enfocado?
La prolifera escritora estadounidense Joyce Carol Oates, autora de 58 novelas de ficción desde 1963, describe en su Masterclass cómo “el gran enemigo de la escritura es la interrupción”. “Perder el hilo”, intermitencia, discontinuar, alargar y la imposibilidad de terminar son algunas de los conceptos que pueden asociarse con la nociva idea de ser interrumpido.
Si hacemos un recuento mental de nuestras vivencias y observaciones, nos damos cuenta de que en las organizaciones con estructura jerárquica vertical, para los grados con mayor autoridad existían ciertos blindajes para ser protegidos de interrupciones: porterías, asistentes e, incluso, las puertas de las oficinas. De alguna manera, esto da cuenta de que ser protegido de interrupciones era un lujo en las posiciones con responsabilidades percibidas de mayor valor.
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En las interrupciones existen diferencias en cuanto a intensidad, duración y frecuencia. Algunas de estas son necesarias, como por ejemplo las reuniones o llamadas para toma de decisiones en conjunto, y otras son innecesarias, como algunas reuniones, visitas, recesos sociales y “cafés”.
En época de trabajo en casa, además de los anteriores, se suman los quehaceres y las demandas domésticas, lo que convierte a la disminución de las interrupciones como uno de retos más comúnmente manifestados en el trabajo remoto.
También existen, no es secreto para nadie, las auto-interrupciones y los sabotajes a mantener la atención focalizada. Pese a las innegables ventajas de los teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles con funciones especializadas, desde el 2007 cuando Apple Computer lanzó su primer iPhone se han hecho diversas investigaciones sobre su potencial adictivo. Algunos estudios han dado evidencias sobre cómo el uso adictivo de los teléfonos inteligentes trae consigo menor productividad tanto en el trabajo como en el hogar.
Esto no es solamente por que estos dispositivos son un explícito canal 24/7 de la adicción al internet, y alteran nuestras relaciones sociales y laborales. Según los resultados de un estudio de los investigadores Éilish Duke y Christian Montag, la baja productividad asociada al uso de teléfonos inteligentes nos aleja de la óptima experiencia de estar en “estado de fluidez”.
El concepto psicológico de fluidez (flow) fue creado por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, nacido en Hungría en 1934, y posteriormente nacionalizado en Estados Unidos.
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Aunque el concepto de fluidez es realmente milenario, y la importancia de tomar consciencia para incitar estados de fluidez había sido presentada por Epitecto (50-135), Marco Aurelio (161-180), y más recientemente Viktor Frankl (1905-1997), Csikszentmihalyi llega a este concepto al estudiar la creatividad y la felicidad desde la perspectiva del campo de la psicología positiva, campo que estudia la experiencia subjetiva, los rasgos, e instituciones que prometen “mejorar la calidad de vida y prevenir las patologías que surgen cuando la vida es estéril y sin sentido”.
Para Csikszentmihalyi, la fluidez es un estado mental de concentración activa, en donde se consigue estar absorto para dirigir la totalidad de la atención a una actividad, pudiéndose aislar del entorno y conseguir estar en lucidez, plenitud y éxtasis.
Después de miles de entrevistas alrededor del mundo, Csikszentmihalyi identifica qué es conseguir estados de fluidez en el trabajo, lo que lo diferencia de ser una actividad productiva de ser alienante.
A veces pudiéramos creer que no todas las personas cuentan con los recursos (psicológicos o de entorno) que les permitan poder salir de lo ordinario y situarse mentalmente, como lo llamaría Thomas Hardy en su novela, “lejos del mundanal ruido”.
Según Csikszentmihalyi, el “estado de fluidez” ocurre cuando las personas son capaces de enfrentar los desafíos de su entorno con las habilidades apropiadas y, en consecuencia, sienten una sensación de bienestar, una sensación de dominio y una mayor autoestima. Explica el autor que “los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos pasivos, receptivos, y relajados. Los mejores momentos ocurren cuando el cuerpo o la mente de una persona están estirados al máximo, a su límite, en un esfuerzo voluntario de conseguir algo difícil y que valga la pena”.
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El estado de fluidez no se aplica solamente al ámbito laboral. De hecho, Csikszentmihalyi cita a Charles Kestner Brightbill (1910-1966), al escribir que “el futuro le pertenece no al hombre educado, sino a quien es educado para usar su tiempo libre sabiamente”.
Después de múltiples entrevistas alrededor del mundo, Csikszentmihalyi encuentra 8 condiciones que experimenta una persona cuando está en estado de fluidez:
- Concentración completa en la tarea.
- Claridad para saber qué y cómo se tiene que hacer algo.
- El sentido del tiempo desaparece.
- La experiencia es intrínsecamente gratificante.
- Sin esfuerzo y facilidad.
- Hay un equilibrio entre desafío y habilidades.
- Las acciones y la conciencia se fusionan, perdiendo la rumia autoconsciente.
- Hay una sensación de control sobre la tarea.
No tenemos el poder para evitar la totalidad de las interrupciones. Sin duda alguna, existen interrupciones inevitables, pero también hay maneras de reanudar las tareas logrando concentrarnos nuevamente y conseguir que el cerebro haga el cierre cognitivo que permita volver a enfocarse y desempeñarnos con toda la capacidad.
Como resultado de un estudio que consistía en una serie de experimentos en laboratorio, publicado en la revista científica Organization Science, las investigadoras Sophie Leroy, de la Universidad de Washington, y Theresa M. Glomb, de la Universidad de Minnesota, proponen un plan de gestión para enfrentar (constantes) interrupciones en el trabajo, cómo reanudar las tareas que son interrumpidas, superar los efectos negativos de ser entrecortado, y cómo prevenir la división de la atención (o residuo de atención como lo denominan las autoras) que reduce el desempeño general, dado que al estar fragmentados los recursos cognitivos, la habilidad de procesar información es limitada.
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El estudio encuentra que quienes perciben que tienen menos tiempo para finalizar la tarea sentirán mayor presión, y que si las personas logran tranquilizar el cerebro sobre su capacidad para completar la tarea interrumpida, al reanudarla podrían cambiar su atención más efectivamente.
Este plan de alistamiento para reanudar consiste en evaluar dónde se encuentra uno en el cometido que fue interrumpido, y planificar brevemente el retorno, esto ayuda al cerebro a dejar atrás la interrupción y orientar nuevamente la atención a la tarea pausada.
Entonces, además de desarrollar los mecanismos para reanudación, quizás es el momento de decidir poner más y más de la vida diaria en el canal de la fluidez.
Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la universidad Eafit. Es presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.