Los países de la región tienen tres problemas en común: desigualdad, degradación ambiental y sistemas políticos disfuncionales. ¿Cómo resolverlos?
Aunque es inmensa la diversidad entre y dentro de los países de América Latina, la región tiene similitudes estructurales como, por ejemplo, la baja confianza en los gobiernos y la disparidad en términos de oportunidades individuales. Ha estado también históricamente marcada por altos niveles de inestabilidad, habiendo experimentado una enrevesada oscilación entre el poder público, que ejerce el gobierno, y el poder privado, del que dispone el mercado.
En el mes de septiembre se publicarán en el Journal of Business Research los resultados de un estudio liderado por los investigadores Guilherme Azevedo, de Audencia Business School en Francia; Jorge Carneiro, de la Fundación Getulio Vargas en Brasil; Carlos Rodríguez, de INCAE en Costa Rica; y yo, representando a la Universidad EAFIT.
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En este indagamos sobre las raíces y las manifestaciones del desequilibrio social en América Latina por medio de entrevistas que realizamos a líderes progresistas en Brasil, Colombia, Costa Rica y Uruguay.
Explica Jorge Carneiro que “los líderes progresistas se definen por su espíritu y postura, no por sus antecedentes profesionales o políticos. Son personas que reflexionan y comprenden que el mundo está desequilibrado (y va peor en muchos aspectos) y que no solo critican el estado actual de las cosas o proponen soluciones, sino que se involucran genuinamente en la gestión de las organizaciones que han liderado de forma que se promueva la justicia y la equidad para los socios comerciales, los empleados, la naturaleza, y la sociedad en general”.
Y continúa, “estos líderes progresistas están involucrados de todo corazón en la transformación de las formas de hacer negocios y la política, y en dar su propio ejemplo. Son sensibles y escuchan diferentes perspectivas, y saben que no existe una solución única o simple, pero que un mundo mejor debe construirse mediante varias iniciativas complementarias (en la macroeconomía, regulación, política, educación, marcos legales, relaciones laborales, interacciones sociales, prácticas comerciales, etc.) que inciden entre sí”.
Los grandes problemas de América Latina
Los líderes progresistas entrevistados tienden a converger sobre cuáles son los problemas más críticos que enfrenta la región, así como en su percepción de estos como problemas interconectados y en su convicción de que se requiere colaboración entre los diversos actores para su solución. Los tres problemas más serios en América Latina son: la desigualdad, la degradación ambiental y los sistemas políticos disfuncionales.
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La desigualdad aparece como el asunto que más preocupa a los líderes progresistas en América Latina. Caracterizan la desigualdad tanto en términos de disparidad económica como de concentración de poder. De manera particular, la propiedad de la tierra en la región es una preocupación general dado que está de manera intrínseca relacionada con el origen de las desigualdades. Sostienen que la solución a esta problemática depende de la colaboración entre los sectores público y privado.
La degradación ambiental y el cambio climático por intervenciones humanas es otra de las grandes preocupaciones tanto localmente como en el ámbito global. Esta degradación es expresada en términos de deforestación, pérdida de la biodiversidad, disminución de la calidad del aire, y reducción de los recursos naturales.
La disfuncionalidad de los sistemas políticos, por su parte, se relaciona con los fracasos de las democracias y los modelos políticos, y en esta categoría se incluyen la corrupción, la manipulación ideológica, el populismo, la polarización política, y el uso del Estado para el beneficio particular de los funcionarios públicos.
También son señaladas las deficiencias estructurales del sistema democrático, en especial por su limitada capacidad para enfrentar decididamente los desafíos de la región, para prepararse para el futuro, o para sobrellevar las múltiples demandas y presiones inmediatas. Estas disfuncionalidades derivan en injusticia social y en la erosión de la confianza en los gobiernos, que son percibidos en la región como lejanos a las personas.
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Queda en evidencia en el estudio que estos tres problemas son bastante perversos, ya que lo que se percibe primero como un problema puede ser un síntoma de la combinación de otros problemas. Por esta razón, su solución requiere de la colaboración de los gobiernos, las empresas, las agrupaciones de la sociedad civil, y la academia.
Perspectivas para solucionar los principales problemas
Encontramos en el estudio que hay una firme convergencia en torno a tres condiciones requeridas para abordar los problemas anteriormente descritos:
- Se requieren acciones sistemáticas, ya que las soluciones dependen de un cierto grado de coordinación y colaboración, de modo que las acciones de cada uno de los grupos de actores estén articuladas.
- La solución a los problemas complejos depende de que los individuos asuman responsabilidad por sus acciones y comportamientos, lo que implica un profundo cambio de mentalidad para conseguir las transformaciones buscadas.
- La educación, en el sentido amplio, es el mecanismo para resolver los problemas, conseguir sociedades más igualitarias y con una orientación al largo plazo. La educación debe ser el vector para el desarrollo del pensamiento crítico que es requerido para ser miembros integrales en la sociedad y construir los valores necesarios para promover el cambio de mentalidad esperada.
Contacto:
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la universidad Eafit. Es presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.