El nuevo presidente electo de Estados Unidos puso en su agenda al medioambiente, un tema polémico para Trump. ¿Cuáles son las expectativas de la comunidad científica frente al tema?
Tras haber apostado por el triunfo de Biden –o por la derrota de Trump–, la elección del candidato demócrata trae consigo grandes expectativas dentro de la comunidad científica estadounidense. En octubre de 2020, la revista de ciencia y tecnología Scientific America, creada en 1913, apoyó por primera vez en su historia a un candidato presidencial.
Según el comunicado, lo hicieron porque Trump niega el cambio climático, no acepta las evidencias, rechaza la ciencia, e implementó medidas de salud pública que han demostrado ser catastróficas, pues cobraron la vida de más de 200 mil estadounidenses; un costo humano que, según la revista, pudo haberse evitado.
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En una línea similar, más de mil profesores de prestigiosas escuelas de negocios de los Estados Unidos (incluidas Harvard, MIT, Wharton, Stanford, Columbia, UCLA, Kellogg, entre otras) firmaron una tajante carta titulada “Es hora de que los líderes empresariales de Estados Unidos se pronuncien contra la amenaza que Trump representa para nuestra república”, en donde los académicos manifestaron que “la confianza de Joe Biden en la verdad, la evidencia, la ciencia y la democracia lo convierten en la única opción en las elecciones estadounidenses”.
Para muchos, la marcada polarización política y el hecho de que el partido de Biden no tenga una mayoría en el Congreso puede ser un obstáculo para llevar a cabo sus planes. Sin embargo, como presidente tiene potestad reglamentaria para emitir nuevas regulaciones ejecutivas y ordenanzas presidenciales.
De hecho, el Centro Sabin de Derecho sobre el Cambio Climático de la Universidad de Columbia produjo un reporte en donde se identifican 159 acciones del gobierno Trump relacionadas con el clima que reducen las protecciones medioambientales, o que promueven el uso de combustibles fósiles, y que puede Biden comenzar a revocar, borrar o restaurar desde el primer día de su administración.
En este informe, los expertos sugieren que algunas de las acciones puntuales que Biden puede hacer sin aprobación del Congreso son: reintegrarse al Acuerdo de París, del que Estados Unidos, aunque la medida ya había sido anunciada por Trump desde el 1 de junio de 2017, tuvo efecto formalmente desde 4 de noviembre de 2020; re-comprometerse con la reducción de emisiones contaminantes; reversar la estrategia America-First para la exploración y producción de energías fósiles en aguas costeras; revocar la autorización para el oleoducto Keystone XL; entre otras.
El hecho de que Joe Biden se haya referido al cambio climático como una “amenaza existencial para la humanidad”, y haya prometido reintegrarse al Acuerdo de París en su primer día de gobierno son contundentes mensajes de su pretensión por recuperar el liderazgo en la gobernanza global.
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Con todo, la reintegración de Estados Unidos al Acuerdo de París no será suficiente si no se cuenta con acciones coordinadas a nivel global. Por esta razón, en campaña Biden propuso además una iniciativa diplomática para asegurar que cada una de las naciones del mundo vayan más allá de lo pactado en Paris de limitar el aumento de la temperatura mundial por debajo 2 grados centígrados encima de los niveles pre-industriales.
El plan de Biden para una revolución energética limpia y justicia ambiental incluye la implementación de medidas drásticas para “abordar la emergencia climática y liderar con el poder del ejemplo, asegurando que EE. UU. logre una economía de energía 100 % limpia y cero emisiones netas a más tardar en 2050”.
Esta aspiración se suma al sorpresivo anuncio ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2020, del ambicioso plan de China, el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo (23.4 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero son producidas en China), de ser carbono neutral para el año 2060. La meta de ser carbono neutro es compartida por naciones como Sudáfrica con su estrategia de desarrollo de bajas emisiones al 2050.
Como parte de su plan energético, Biden se propone obtener electricidad libre de carbono para 2035, y prometió un paquete de estímulos de 2 billones de dólares para invertir durante sus cuatro años en energías limpias y ayudar a reducir las emisiones de los Estados Unidos.
Esta cantidad es el mismo monto designado en marzo de 2020 por la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (Ley CARES, por sus iniciales en inglés) del Congreso de los Estados Unidos, equivalente al 10 % del PIB del país. Esto lo convierte hasta este momento en el proyecto de ley de estímulo económico más grande en la historia moderna del país, más del doble de la ley de estímulo aprobada en 2009 durante la crisis financiera.
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Además, Biden asegura que antes de terminar su primer mandato habrá implementado mecanismos de ejecución a fin de asegurarse de que se lleven a cabo las acciones necesarias para alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050.
Empero, según el análisis de Edward R. Carr, profesor de desarrollo internacional, comunidad y medioambiente en la Universidad de Clark, la mayor tarea de Biden es buscar un cambio transformacional, puesto que, aunque las medidas a tomar pueden ayudar a desacelerar el cambio climático, de no implementarse acciones coordinadas que tengan en consideración las ramificaciones sociales y económicas tendrá pocas posibilidades de ser exitoso.
Por su parte, Kamala D. Harris, siendo fiscal del distrito de San Francisco, creó una unidad de justicia climática para ayudar a las comunidades más vulnerables. En agosto de 2020, seis días antes de su nominación como fórmula vicepresidencial de Biden, estuvo con la representante a la cámara Alexandria Ocasio-Cortez presentando la Ley de Equidad Climática (CEA por sus iniciales en inglés); cuyo proyecto de ley había sido radicado por ambas congresistas en 2019, siendo Harris senadora por California.
Como senadora, Harris también participó en la Ley de Justicia del Agua para que las comunidades en riesgo ambiental y de bajos recursos tuvieran acceso a agua potable; y en la Ley de Bus Escolar Limpio, que buscaba reemplazar los autobuses escolares existentes por una flota de buses eléctricos a través de subvenciones. Asimismo, lideró numerosos proyectos de ley sobre asuntos ambientales y justicia climática.
Aunque el mandato de Biden-Harris tendrá muchos retos, entre ellos China y el COVID-19, las señales que dé y las acciones que tome sobre cambio climático son determinantes para influenciar muchas de las decisiones de los demás líderes mundiales. Después de todo, solamente a través del compromiso común y la acción coordinada y solidaria entre todas las naciones será posible superar como humanidad el que es para muchos el mayor desafío de nuestro tiempo.