La gestión del fraude debe ser una iniciativa de los líderes de la compañía, apoyados en la ejecución de expertos. Acá tres formas de empezar.

¿Es usted de los que piensa que la posibilidades de que su empresa sufra un caso de fraude son una en un millón? Si cree que podría detectarse una amenaza de forma rápida solo por ser parte de la compañía, o deja todo en manos de la auditoría interna, usted necesita de indicaciones sobre gestión de fraude.

La gestión del riesgo de fraude en los últimos 10 años se ha caracterizado por el paso de una estrategia proactiva, acercándose a la prevención, dejando atrás el modo reactivo, en donde las empresas esperaban a responder ante ataques puntuales.

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¿Que hace una estrategia de gestión de riesgos la mejor?

1. Evaluación de riesgos

Entender cuáles actividades en su empresa pueden afectar la seguridad. De esta forma se identificarán bienes y controlarán cuáles son los mayores riesgos a los que está expuesta la compañía.

Además de las obligaciones legales y financieras a las que una empresa se enfrentaría por estar relacionada a un caso de fraude, hay otro motivo por el que deberíamos como humanos impulsarnos a analizar los esfuerzos de la compañía por protegerse, y es la moral. Tener presente lo que está bien o no para saber si le es o no saludable a nuestro ecosistema.

Hacer una evaluación de riesgo implicada en el estudio de las leyes y regulaciones de las operaciones del negocio y un análisis sobre el impacto que puede alcanzar a tener en las vidas que trabajan en su negocio, también es parte fundamental en los procesos de evaluación de riesgos. 

2. Estrategias para la disuasión

La posibilidad de ser atrapado es un elemento de disuasión mucho más eficaz que incluso el castigo. En un webinar transmitido este año por el profesor Oscar Díaz para la revista de Gestión Contable y Tributaria, se afirmó que el 90 % de las personas solo cometen fraudes si piensan que no serán detectadas.

Es decir, imagine una situación en la que alguien encuentra dinero en el piso sin aparente dueño y decide tomarlo, pero justo cuando lo va a hacer, nota que hay una cámara filmando. El desistir de la acción fue por el miedo a ser descubierto, y no porque pensara que más tarde lo irían a culpar. 

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En este momento se preguntarán, ¿cuáles son los mecanismos más comunes para disuadir en este tipo de casos?

  1. Líneas de denuncia anónimas
  2. Rotación laboral y vacaciones obligatorias
  3. Auditorías de los estados financieros

3. Auditorías internas y externas

El papel de un auditor para determinar, por ejemplo, un caso anómalo en los estados financieros, será el de saber diferenciar entre error, que no lleva a una intención, y fraude, que es una acción deliberada.

Formas para diferenciar esto hay muchas, pero voy a mencionar a la Ley de Benford, que nos enseña una vez más, cómo las matemáticas nos ayudan a resolver con precisión, los problemas de la sociedad.

Esta Ley dice que es 30 % más probable encontrar el número 1 como primer dígito en todo lo que vemos a nuestro alrededor; direcciones, alturas, extensiones de ríos, inventarios, número de habitantes, etc. Hecho que también aplica para los importes de las facturas, que sí al no cumplir la Ley de Benford, es posible que se trate de algún caso de corrupción o desvío de dineros.

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La gestión del fraude debe ser una iniciativa de los líderes de cada compañía, que pueden contar además, con la ejecución de expertos.  Pensar igual a las personas que están robando, estar en los grupos de los que roban, conocerlos a detalle y  ser amigos del enemigo, porque quien no conoce las formas en que se comentan fraudes, difícilmente podrá disuadirlo, prevenirlo o detectarlo.

Contacto:
LinkedIn: Daniel Bilbao
Twitter: @ddbilbao
*El autor es fundador y CEO de la empresa Truora, que tiene como objetivo combatir el fraude en Latinoamérica. Trabajó en la banca de inversión en Wall Street, es consejero y miembro de juntas directivas de varias ‘startups’ y hace angel investing.

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