¿Una internet divida? La desglobalización de una herramienta universal que une a la humanidad podría generarse. ¿Qué está en juego?

Diariamente hay en el mundo cerca de 5 mil millones de usuarios de internet, más de 6 mil millones de búsquedas en Google, y se crean más de 570 mil nuevas páginas web. Con todo, las restricciones y la censura de contenido en línea vienen creciendo en varios países, mientras el splinternet o fragmentación del ciberespacio en múltiples internets es cada vez mayor.

Una internet fragmentada trae consigo retos gigantes en cuanto a los estándares técnicos y la seguridad cibernética, y también tiene impactos negativos sobre los derechos humanos y amplía la brecha digital.

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El splinternet es también conocido como balcanización de internet, haciendo una analogía al término usado para describir los procesos de disputas y fragmentación de un territorio en varias unidades políticas generalmente hostiles entre sí.

Sin embargo, el auge del splinternet por razones políticas, tecnológicas, comerciales, intereses nacionales e, incluso, religión no es un fenómeno ni un término nuevo. El término fue usado por primera vez en el 2001 por Clyde Wayne Crews del Instituto Cato al señalar que, para escapar a la trampa de la regulación, una sola internet no es suficiente, sino que debería dividirse.

También a comienzos del 2010, Josh Bernoff escribió: “La edad dorada del internet duró 15 años. Como todas las edades doradas, duró tanto que pensamos que duraría para siempre. Pero el final está a la vista”. Bernoff anunció el advenimiento de una internet divida entre dispositivos y contraseñas. 

Autores como John Perry Barlow (1947-2018), pensador y activista político libertario, contaban con que el ciberespacio se mantendría universal, abierto y no tendría las divisiones controladas por gobiernos, y que sería un espacio social en el que las transacciones y relaciones se desarrollarían sin coerción física o intervención gubernamental.

En 1996, en el Foro Económico Mundial, Barlow presentó la declaración de independencia del ciberespacio, en donde se hacía un hincapié en que el ciberespacio era el nuevo hogar de la mente en donde se puede crear y distribuir, y con el anuncio de “Nos extenderemos por todo el planeta para que nadie pueda detener nuestros pensamientos”.  Además de esto, Thomas L. Friedman, columnista de The New York Times, escribe en su libro The Lexus and the Olive Tree: Understanding globalization que si el símbolo del sistema de la Guerra Fría era un muro que dividía a todos, el símbolo del sistema de la globalización es una red mundial que une a todos.

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Las bases de la arquitectura de las redes de computación fueron creadas a comienzos de los años sesenta por Paul Baran (1926-2011), en la RAND Corporation, para responder a la solicitud de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de crear un sistema de comunicaciones en red descentralizado, abierto y seguro, que sobreviviera y permitiera mantener la comunicación en caso de ataques nucleares.

Sin embargo, esta tecnología solo se hace accesible al mundo cuando se crea la World Wide Web, la cual fue anunciada en agosto de 1991 por Tim Berners-Lee, científico de la computación asociado a la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés). En un foro de discusión, presentó su nuevo método para compartir información entre dos computadores conectados en red y explicó cómo consiguió unir el protocolo de transferencia de hipertexto (HTTP) al lenguaje de marcas de hipertexto (HTML).

El splinternet surge, entre otras cosas, como medida de los gobiernos autoritarios para reconquistar el territorio perdido en el mundo digital. Como lo señala el profesor Peter Buckley, los tecnonacionalismos y las intervenciones políticas, incluyendo el “Gran Firewall de China” (GFW), han fragmentado el internet, antes integrado globalmente, en varios dominios determinados políticamente.  Pero el internet también está siendo fragmentado por dispositivos de navegación, y, según analiza Anil Ananthaswamy, por corporaciones como Google, Amazon y Apple, que fragmentan la red para soportar sus propias tecnologías, productos y estrategias.

Adicionalmente, debido a tensiones geopolíticas y las dependencias comerciales, diplomáticas y militares, los países se verán forzados a tomar partido del lado de China o del de los Estados Unidos. Esto nos lleva a estar ad portas de una lamentable bifurcación de estándares técnicos en ciertas tecnologías como la 5G.

Para masificar el internet de las cosas (IoT) se depende de dos facilitadores: el desarrollo de sensores y kits de red superrápida de bajo costo, y la tecnología de conexión 5G. El principal proveedor de tecnología 5G en el mundo es Huawei, y en los países en donde se han puesto prohibiciones a Huawei y a ZTE, los operadores de telecomunicación dependen de proveedores no chinos mucho más costosos como Nokia, Ericsson, Samsung, Cisco Systems, Altiostar, y Qualcomm. Esto crea una divergencia en cuanto a la adopción del internet de las cosas entre los países que están dispuestos a usar equipos chinos (Huawei, ZTE y Datang Telecom) y los países que por presiones geopolíticas adoptan una posición anti-china.

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Scott Malcomson, en su libro Splinternet: How Geopolitics and Commerce Are Fragmenting the World Wide Web, explica cómo al comienzo el ciberespacio era “extraterrestre”, y ahora, cada vez más, vemos que las dinámicas sociales y “enredos” del mundo físico en el planeta Tierra se replican en la red.

Según la encuesta global de presidentes de empresas realizada por PricewaterhouseCoopers (PwC) en 2020 –10.a edición para Colombia–, el 61 % de los CEOs del país indican que “el acceso a internet será menos fracturado a medida que los gobiernos adopten legislaciones globales sobre el contenido, comercio y privacidad”. 

Para hacer frente a estos desafíos han surgido iniciativas, como el centro de pensamiento Internet & Jurisiction Policy Network (I&J), el cual busca promover la interoperabilidad legal del ciberespacio en las diferentes jurisdicciones nacionales y en la intersección entre la economía digital global, los derechos humanos y la seguridad. I&J es una plataforma multi-actor en donde participan organizaciones de 70 países diferentes representando a la sociedad civil, operadores técnicos, estados nacionales, compañías de internet, organizaciones internacionales y la academia.

Pese al splinternet y otras manifestaciones de desglobalización, el año 2020 probó la inminente necesidad de contar con más globalización. Para enfrentar los riesgos y los desafíos planetarios como el cambio climático, la pérdida masiva de biodiversidad y las pandemias futuras es imperioso aumentar la conciencia global, la coordinación mundial y la acción intergubernamental colectiva.

Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la universidad Eafit. Es presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.