¿Nuevas tendencias para el 2021? ¿avances del ecosistema? ¿Qué vale la pena reconocer después de un año como el 2020?

Estar frente a la última columna de 2020 me ha hecho pensar. Y como todos, ahora que el año se acerca a su fin, me encontré rebobinando en la memoria, recorriendo de nuevo los pasos e incluso pensando un poco en lo que depara el futuro. ¿Sobre qué de todo aquello valdría la pena escribir para cerrar la vorágine en la que se convirtió este año?

Para empezar, podría hacer un resumen sobre las puertas que las fintech abrieron en 2020 en el país. Eso me llevaría a hablar de un ecosistema que cuenta ahora con más de 200 empresas. A destacar aquellas que lograron un lugar entre las compañías de más rápido crecimiento en las Américas. A reconocer el avance de las alianzas con el Gobierno. A analizar la llegada de algunos gigantes al mercado colombiano. O tal vez a especular sobre la aventura de otros a explorar mercados extranjeros.

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También podría escribir sobre aquellas puertas que no se abrieron y los retos que se avecinan para el sector fintech. En el primer caso, tendría que desempolvar las zonas grises en asuntos regulatorios, así como escudriñar los proyectos de ley que tocan temas de biometría para autenticación en canales digitales. Y en el segundo, bien podría deshuesar los retos en conectividad, experiencia y acceso que trae consigo el avance de las fintech en el país.

Podría también, finalmente, escribir sobre las tendencias de cara al otro año, que en todo caso desde hace meses se pregonan como parte de la realidad post pandemia en el mundo fintech. Así seguiría este texto con datos y cifras sobre adopción de servicios financieros digitales, al tiempo que haría desfilar conceptos que llenan foros, artículos y presentaciones, como open banking, servicios financieros P2P o inclusión financiera. 

Pero esta columna, después de un año en el que se agotaron los adjetivos para describir la extrañeza que hemos vivido, es en realidad un reconocimiento. ¿A quienes? A aquellos empresarios, emprendedores e independientes que, saliendo a flote o no con sus negocios, la han peleado durante 10 meses retadores e intensos en los que más de 37.000 compañías en el país tuvieron que cerrar su operación.

A aquellos que en medio de la situación encontraron nuevos horizontes, donde otros sólo vieron límites, para a partir de ellos descubrir oportunidades, dar el salto hacia otros retos y comprobar que efectivamente, aunque inquietantes, las crisis sí pueden ser el detonante que define un nuevo rumbo, tal vez hacia un mejor puerto. 

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A aquellos que estuvieron a la altura de mantener empleos y gestionar sus equipos de manera remota pero humana, reconociendo el esfuerzo de cada persona y calibrando sus cargas, con el fin de evitar el nocivo lugar común en el que se convirtieron las horas extra y el aumento en el volumen de trabajo a través de distintos sectores durante la pandemia.

Y por último, pero quizá más importante que todo lo anterior, esta última columna del año tiene en su espíritu, si algo así cabe en un texto, a aquellos empresarios, emprendedores, independientes y trabajadores que sienten que en el 2021 deben comenzar de nuevo. Porque de alguna forma todos vamos a hacerlo. Y si algo ha demostrado este año atípico, es lo siguiente: el potencial que existe en cada persona y en cada proyecto no tiene un final. Tiene un montón de nuevos comienzos.  

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LinkedIn: Tarek El Sherif
*El autor es cofundador y CEO de Zinobe, fintech colombiana enfocada en impulsar la inclusión financiera en el país, ampliando el acceso a servicios financieros 100 % digitales.

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