La idea de un Nuevo Pacto Verde Global consiste en un acuerdo mundial cuyos actores principales son las empresas y gobiernos. ¿Cómo lograrlo?
En pocas palabras en el 2021, la idea de un Nuevo Pacto Verde Global consiste en un acuerdo mundial cuyos actores principales son las empresas y gobiernos para conseguir crecimiento incluyente y sostenible mediante la creación de empleos verdes decentes, y la transición a un sistema energético eficiente, limpio y renovable, buscando de esta manera una recuperación social y económica post-Covd y enfrentar las amenazas del cambio climático.
Académicos y líderes políticos han propuesto en los últimos años diferentes modelos de nuevos pactos verdes en los cuales se vincula la lucha contra el cambio climático, el desarrollo económico, y la justicia social. El Pacto Verde europeo fue el primer acuerdo regional (27 países) en proponer una nueva estrategia de crecimiento buscando neutralidad desde el punto de vista climático al año 2050 con un plan de acción en donde se incluye eficiencia energética, descarbonización, economía circular, cooperación internacional y mecanismos de apoyo para apoyar la transición a los más afectados.
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La idea inicial surgió del primer “Nuevo Pacto” propuesto por Franklin D. Roosevelt a comienzos de la década de 1930 como una respuesta integral para ayudar a Estados Unidos a estabilizar el sistema financiero, la recuperación de empleos y re-energizar la economía tan profundamente lastimada por la Gran Depresión.
Para llevar a cabo el Nuevo Pacto, Roosevelt propuso construir alianzas entre las empresas y los gobiernos para resucitar la producción industrial y el diseño de mecanismos como, por ejemplo, la ley de ajuste agraria en la que se daban incentivos monetarios a los agricultores que disminuyeran la producción, y con esto recuperar los precios afectados por la sobreproducción, una política fiscal conservadora, disminución de impuestos, gasto público y minimizar la deuda pública.
En el segundo Nuevo Pacto (1935-1937) de Roosevelt se presentaron tres iniciativas como la Administración para el Progreso de Obras, la Ley Nacional de Relaciones Laborales y la Ley de Seguridad Social, además de una reorganización del gobierno. Los críticos de los Nuevos Pactos los asocian a la “recesión de Roosevelt”, que se produjo en buena medida por los esfuerzos de equilibrar el presupuesto federal y, con esto se había reducido el gasto público.
En abril 2009, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUD) presentó por primera vez el reporte Nuevo Pacto Verde Global comisionado al economista ambiental Nuevo Pacto Verde Global . Este documento contiene propuestas de recuperación económica de la crisis global del 2008-2009 buscando reactivar la economía mundial, crear oportunidades de empleo y proteger a los grupos vulnerables, reducir la dependencia del carbono, la degradación de los ecosistemas y la escasez de agua, e impulsar el objetivo de acabar con la pobreza extrema en el mundo.
Posteriormente, en julio 2008 se publicó el Green New Deal Group por el think tank británico New Economics Foundation (NEF), propuesta de un Nuevo Pacto Verde para la recuperación de la crisis financiera en el Reino Unido que estuviera comprometida con la estabilización de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
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Este Pacto Verde propuso una inversión masiva en energías renovables y una transformación amplia en el Reino Unido que propicie la creación de miles de nuevos empleos verdes, que facilite la financiación del cambio económico verde del Reino Unido, y que cree una nueva alianza entre los ecologistas, la industria, el sector agropecuario y los sindicatos para poner los intereses de la economía real por delante de los de las finanzas sin control.
En los Estados Unidos la defensora más visible del Nuevo Pacto Verde es Alexandria Ocasio-Cortez, quien presentó al Congreso en febrero 2019 una propuesta en donde se pedía reconocer el grave impacto del cambio climático, y proporcionó una hoja de ruta para evaluar las políticas con la finalidad de proteger al planeta y a las comunidades.
Noam Chomsky, a quien se le considera el fundador de la lingüística moderna, en su libro “Climate Crisis and the Global Green New Deal” publicado en el 2020 en coautoría con el economista político Robert Polin, expone cómo en estos momentos de confluencia de crises y riesgos globales puede superarse la emergencia del cambio climático con una transformación social, política y económica.
Para Chomsky, hay tres crisis a ser asumidas urgentemente: la severa amenaza de una guerra nuclear, la inexorable catástrofe ambiental, y el deterioro que conlleva a una destrucción de democracia funcional. Según el lingüista, debido a que la solución de las dos primeras crisis requiere soluciones colectivas, se necesita una ciudadanía informada, activa y comprometida que asuma seriamente el futuro de la humanidad y de las demás especies del planeta.
Entre los defensores del Nuevo Pacto Verde Global también se incluyen organizaciones como la UNCTAD, que afirma que el espíritu e implementación de este Pacto pudiera rescatar el multilateralismo. Para esto se requiere una apuesta multilateral con el objetivo de combinar la recuperación ambiental, la estabilidad financiera y la justicia económica a través de inversiones públicas masivas en la descarbonización de los sistemas energéticos, de transporte y alimentarios, garantizando al mismo tiempo nuevos puestos de trabajo decente, la búsqueda de alternativas de crecimiento bajas en emisiones de carbono.
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Para implementar este Nuevo Pacto Verde Global se requiere una inversión (retornable) entre el 1,5 % y 2 % del PIB mundial para elevar los estándares de eficiencia energética y ampliar el suministro de energías renovables limpias. Chomsky y Polin sugieren que las fuentes públicas de financiación de este Nuevo Pacto Verde pueden provenir de ingresos por el impuesto sobre el carbono, transferencias de los presupuestos militares, compras de bonos verdes por parte de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, y transferencias del 25 % de las subvenciones a los combustibles fósiles.
Por su parte la financiación desde lo privado, recomiendan Chomsky y Polin, que puede obtenerse mediante el diseño e implementación de políticas para incentivar a los inversores privados; establecimiento de condiciones preferenciales en la contratación pública en donde se incluyan límites e impuestos sobre el carbono, portafolio de energías renovables para las empresas de servicios públicos, y eficiencia energética para edificios y vehículos de transporte. Además, la incorporación de subvenciones a la inversión como tarifas de alimentación a ser pagados a los productores de energías renovables, y la financiación de bajo coste a través de bancos de desarrollo y bancos verdes.
Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la universidad Eafit. Es presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.