Las misiones espaciales consiguen movilizar recursos, catalizar la innovación y cambiar el enfoue de la inversión pública. ¿Cómo esto beneficia a la economía? Le contamos.
El nuevo libro de la economista Mariana Mazzucato, Mission Economy: A moonshot guide to changing capitalism (Misión Economía: Una carrera espacial para cambiar el capitalismo), examina cómo los gobiernos actualmente están abordando los problemas cuando surgen y cómo se han convertido meramente en prestamistas pasivos en lugar de inversionistas de largo plazo. Y presenta evidencias sobre el costo en la creación de valor y el estado de bienestar de descuidar la inversión pública.
Mariana Mazzucato es consejera de varios gobiernos y organizaciones multilaterales y directora del Instituto para la Innovación y el Propósito Público de la University College London. A lo largo de su carrera, ha cuestionado el funcionamiento de los mercados y la noción de valor en la economía, y develado los parámetros tradicionales de ver al Estado y la manera de fomentar colaboraciones entre organizaciones públicas y privadas para trabajar simbióticamente para resolver los problemas sociales fundamentales.
Lea también: Según Bill Gates, ¿qué necesitamos para evitar un desastre climático?
En Misión Economía , Mazzucato aborda la necesidad de promover un capitalismo más funcional que haga frente a: (1) el cortoplacismo del sector financiero; (2) la financiarización de los negocios; (3) la emergencia climática; y (4) los gobiernos lentos o ausentes. Explica que esto se lograría con la transformación desde dentro del gobierno y el fortalecimiento de sus sistemas, un cambio en la manera como se dirigen los negocios y un ejercicio de repensar las teorías económicas y administrativas.
En este libro se describe y analiza cómo pensando en grande, con un enfoque en un portafolio de misiones inspiradoras, audaces, ambiciosas e incluyentes para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad (cambio climático, demencia, movilidad), se consigue movilizar recursos, activar un enfoque proactivo de la inversión pública y catalizar la innovación entre múltiples sectores y actores de la economía.
Mazzucato toma como ejemplo central el programa Apolo, la apuesta del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy para superar a la Unión Soviética en la carrera espacial durante la Guerra Fría en la década de 1960. Kennedy comunica su visión en un discurso en Rice University: “creo que esta nación debe comprometerse con la meta, antes de que termine la década, de llevar a un hombre a la Luna, y devolverlo a salvo a la Tierra”.
El programa Apolo empleó a más de 400 mil personas entre el equipo de la NASA, universidades y contratistas, y costó 28 mil millones de dólares entre 1960 y 1973, el equivalente a más de 283 mil millones en 2021.
Debido al arraigado supuesto de que, si gastamos más en un área, debemos gastar menos en otra, muchas personas en los Estados Unidos y fuera del país cuestionaron el uso de recursos públicos para este arriesgado y ambicioso proyecto, en lugar de atender las necesidades de los ciudadanos más pobres con el mismo dinero. De hecho, en 1970, la hermana Mary Jacunda, misionera en Zambia, escribió a Ernst Stuhlinger, entonces director científico de la NASA, pidiéndole justificar las misiones espaciales cuando hay tantos niños enfermos y muriendo de hambre en el mundo, a lo cual se le contestó una carta donde se le explicaba cómo el proyecto Apolo y los spillover de proyectos científicos y de descubrimiento habían contribuido históricamente a la solución de los grandes problemas de la humanidad.
Lea también: Panorama de riesgos para la tercera década del siglo XXI
La misión de llevar un hombre a la Luna y regresarlo a salvo no solo se llevó a cabo exitosamente, sino que del efecto “spillover positivos” (beneficios que se trasladan a terceros en forma de externalidades positivas) de la misión se generaron innovaciones tecnológicas, dinamismos organizacionales (agilidad y flexibilidad), colaboraciones y alianzas entre actores públicos y privados, y liderazgos visionarios e inspiracionales. También se empezaron a trazar horizontes a largo plazo y a presupuestar enfocándose en resultados.
Una economía basada en resultados significa que las finanzas estén al servicio de la economía, y no la economía al servicio de las finanzas. Nos reseña Mazzucato que los jesuitas acordaron que la caja de dinero de sus misiones solo podía abrirse con dos llaves: una la tenía el rettore (visionario) y otra el procuratore (contador). Para ellos, la visión y la liberación de los fondos tienen que ir de la mano.
El Apolo 11 trajo consigo innovaciones tecnológicas que no hubieran sido previstas al comienzo, como, por ejemplo, los paneles solares, la resonancia magnética, los sistemas de purificación de agua, los teléfonos con cámara y el computador portátil.
El diseño de las misiones requiere de la participación activa de la ciudadanía, tal y como lo propone el Nuevo Pacto Verde. Mazzucato sostiene que se requiere repensar el papel de los gobiernos, basados en un nuevo enfoque de gobernanza centrada en crear mercados, no en arreglarlos. También es crucial usar los indicadores apropiados y monitorear los enfoques para seguir la trayectoria y medir el progreso de las misiones.
Los grandes desafíos reales que hay que tratar resolver en estos momentos, según Mazzucato, son los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y sus 169 metas conexas, el cambio climático y la transición justa hacia economías y sociedades verdes, el acceso a la salud y reducción de la demencia, y la eliminación de la brecha digital al 2025 entre los que tienen acceso a internet y los que no.
Lea también: Un Nuevo Pacto Verde Global: una apuesta multilateral para salvar el planeta
En Misión Economía se hace referencia al concepto de pensadores de catedrales que la activista sueca Greta Thunberg invocó en su discurso al Parlamento Europeo en el 2019. Este concepto, que se remonta a la época medieval, se refiere a los arquitectos y maestros de construcción que comenzaban sus obras trascendentales sabiendo que nunca las verían terminadas en el transcurso de sus propias vidas. Cuando se construían las catedrales, nadie sabía cuánto costarían o cuánto tiempo tomarían, pero se hacían con un propósito: mostrar la gloria del Creador mediante la creatividad. Hoy, el pensamiento catedralicio de largo plazo es indispensable para dar soluciones a algunos de los mayores desafíos de la humanidad y el planeta.
Mazzucato también identifica siete pilares para conseguir una mejor economía política que guíe el enfoque orientado en misiones: (1) una nueva perspectiva de valor y del proceso colectivo en el cual se crea; (2) co-creación y co-configuración de mercados; (3) cambio organizacional hacia el desarrollo de capacidades dinámicas, entre ellas aprender haciendo, tomar riesgos conjuntamente y experimentar; (4) financiación paciente de largo plazo, empezando por preguntarse qué necesita hacerse, y luego cómo vamos a pagar para conseguirlo –no hay ninguna razón por la cual la mentalidad “cuanto sea necesario” no pueda ser aplicado a problemas sociales–; (5) pre-distribución recompensando a los creadores de valor, inversión en las fuentes de creatividad y reposición de las fuentes de financiación –en lugar de extracción–; (6) diseño de alianzas y colaboraciones entre las empresas y el gobierno; y (7) fomento de nuevas formas de participación en el proceso de creación.
De la obra de Mazzucato resaltan sus libros El Estado Emprendedor: mitos del sector público frente al privado, donde presenta evidencias de cómo el Estado es la organización más emprendedora del mercado y cómo las grandes invenciones han sido producto de financiación de los gobiernos en apuestas arriesgadas de largo plazo (como es el caso del internet, Tesla, SpaceX o el iPhone de Apple), y El valor de las cosas: quién produce y quién gana en la economía global, en el que cuestiona cómo en las economías se premia la extracción de valor en lugar de la creación. Mazzucato explica cómo en muchos casos algunos sectores que se presentan como creadores de valor son en realidad extractores de valor y, en algunos casos, destructores de valor verdadero.
Mariana Mazzucato es además la arquitecta de Horizonte Europa, un ambicioso programa en el que la Unión Europea destina 95.000 millones de euros para la investigación e innovación en cinco áreas misionales: adaptación al cambio climático; ciudades inteligentes y climáticamente neutrales; salud del suelo y sistemas alimentarios; océanos y aguas saludables; y cáncer.
Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la universidad Eafit. Es presidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.