Hoy no hay que ser un banco para ofrecer productos financieros. El banking as a service está en Colombia. Y con ese modelo, compañías de todos los sectores pueden ser una fintech.
La digitalización de las compañías en distintos sectores es una necesidad de la que se viene hablando en Colombia por lo menos durante los últimos 10 años. Ágiles en algunos casos y traumáticos en otros, los procesos de transformación digital tuvieron en la pandemia su mayor prueba, en la que las compañías comprobaron que sus posibilidades estaban efectivamente ligadas a su estado de madurez digital.
Hoy esas compañías que pueden llamarse a sí mismas digitales, e incluso aquellas que todavía están adaptando sus modelos y migrando sus procesos hacia lo digital, tienen frente a ellas el reto de pensar cómo sacarle mayor provecho a sus plataformas tecnológicas, en un ejercicio que está menos relacionado a la supervivencia y más a las oportunidades de crecimiento.
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El espectro de alternativas es amplio. A través de tecnología las compañías podrían expandir su alcance a nivel local, internacionalizar su operación, automatizar precios dinámicos, acelerar su capacidad de respuesta a tiempo real o dinamizar la experiencia de sus usuarios a través de personalización, por mencionar algunos ejemplos.
Si bien resulta evidente que todos ellos tienen el potencial para impulsar un negocio, una de las opciones más emocionantes que la digitalización pone sobre la mesa de compañías de distintos sectores y de distintos tamaños es la posibilidad de ofrecer productos y servicios financieros propios, actuando como un banco o una fintech sin necesidad de serlo.
Tal vez el escenario más llamativo es el de diseñar mecanismos de crédito a la medida, que le permiten a estas compañías ofrecer modelos de financiación a sus usuarios, quienes de esa manera podrían acceder a facilidades de pago sin necesidad de salir del ecosistema de la marca con la que están haciendo una compra.
Desde la perspectiva de las compañías, hacerlo es como armar un rompecabezas, en el que pueden conectarse con empresas fintech que ya han recorrido el camino necesario para sacar al mercado productos financieros, que hoy en día ofrecen como una marca blanca a través de integraciones vía API, el desarrollo de apps o la construcción de plataformas en línea.
De esa manera, en lugar de crear desde ceros, la compañía interesada trabaja con una o varias fintech, quienes se encargan de los distintos procesos que hacen parte de un producto de crédito, como cumplir con los marcos regulatorios, evaluar perfiles de riesgo, hacer validaciones, implementar mecanismos antifraude y procesar las transacciones.
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El impacto que estas iniciativas pueden tener a nivel de negocio es contundente. Por un lado, integrar servicios bancarios a una oferta abre la puerta para que estas compañías de distintos sectores agranden sus bases de clientes potenciales, ampliando el acceso a sus productos o servicios a través de soluciones de crédito. Por otro, les permite recolectar y analizar datos sobre las preferencias de sus usuarios, que es el punto de partida para crear experiencias más personalizadas. Y finalmente, configuran una fuente de ingreso adicional en sí misma, por la propia naturaleza de los productos de crédito.
De esa manera, si ayer todas las compañías debían ser digitales, hoy todas ellas pueden ser una fintech. Y en Colombia aliados no faltan: según el más reciente estudio de Finnovista, en el ecosistema colombiano hay más de 200 compañías fintech. Y muchas de ellas ya tienen modelos de banking as a service, en los que ofrecen su conocimiento y sus capacidades de desarrollo como una marca blanca para ser aprovechada por otros sectores.
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*El autor es cofundador y CEO de Zinobe, fintech colombiana enfocada en impulsar la inclusión financiera en el país, ampliando el acceso a servicios financieros 100 % digitales.
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