Los ecosistemas fintech en Latinoamérica vienen creciendo. Y para muchas compañías la internacionalización es el siguiente paso. Estas son las decisiones a las que se enfrentan.
En los últimos años Latinoamérica se ha convertido en una tierra fértil para el crecimiento de los ecosistemas fintech en distintos países de la región. Según los fintech radars desarrollados por Finnovista, uno de los mayores potenciadores del sector en la región, el número de startups fintech creció un 26 % en Colombia entre 2019 y 2020, un 14 % en México en el mismo periodo y un 49 % en Chile entre 2017 y 2019.
La tendencia es también clara en Argentina y Brasil. En el primer caso, según un estudio realizado por Deloitte en alianza con el BID, el ecosistema fintech argentino se duplicó entre 2018 y 2020, pasando de 133 a 268 compañías, mientras que en el caso brasileño, el ecosistema más grande de la región, para 2018 ya había 377 fintech nacidas en el país, de nuevo según datos de Finnovista.
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Frente a este panorama, varias de las compañías nacidas en Latinoamérica, incluyendo a Zinobe, han optado por ampliar sus fronteras, buscando oportunidades de crecimiento a través de expansiones internacionales a otros mercados de la región. Si bien el éxito de estos procesos de internacionalización está por verse en los próximos años, el hecho de que estén sucediendo es una oportunidad para pensar en aquello que se requiere para aterrizar en un nuevo país.
Aunque la idea de entrar a un nuevo mercado sea atractiva por definición, la realidad es que se trata de un proceso complejo y extenso, que exige una visión estratégica clara, evaluaciones de mercado cuidadosas, capital para impulsar la nueva operación y una alta capacidad de adaptación en temas operativos y de diseño de producto.
Para comenzar, antes de lanzarse a la aventura de un nuevo mercado es fundamental dimensionar las posibilidades de crecimiento en el país en el que la compañía ha nacido. Si localmente la oportunidad y el mercado son suficientemente grandes, tal vez escalar dentro de las fronteras conocidas resulte más potente y menos riesgoso que emprender una expansión internacional, que de no ir bien podría hacer tambalear aquello que ya se ha construido.
Ahora bien, si la ruta de crecimiento efectivamente apunta a otro mercado, el ejercicio implica ver con claridad la oportunidad de negocio a partir del entendimiento de la competencia. De poco sirve tener la intención de incursionar en un mercado que puede ser muy grande si este ya está acaparado por otras compañías, especialmente si la experiencia que ofrecen tiene satisfechos a sus usuarios.
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Los temas regulatorios, así como los riesgos macroeconómicos y de estabilidad política, también son elementos determinantes al momento de tomar una decisión. Mientras que en un país las leyes que rigen al sector financiero pueden ser favorables, en otro pueden ser limitantes y entorpecer la capacidad de construir soluciones innovadoras.
Por otro lado, que un producto funcione en un mercado no es garantía de que pueda ser trasladado a otro. Si bien es cierto que hay productos y modelos de negocio que pueden ser fácilmente replicables, en otros casos es posible que haya lugar a adaptaciones para ajustarse a nuevos marcos regulatorios y a prácticas culturales y de consumo distintas.
Finalmente, la incursión a un nuevo país pone sobre la mesa la posibilidad de colaborar con un aliado local que posibilite conexiones, conozca de primera mano el mercado y entienda cómo se hacen los negocios en ese contexto. Lanzarse sin un aliado puede representar una porción más grande de ingresos, pero a costa de un crecimiento más lento que puede no ser compatible con las expectativas de entrar a un nuevo mercado.
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En cualquier caso, la internacionalización es un proceso que toma tiempo y por lo general no resulta tan rápido como podría esperarse. Por eso la expansión de compañías fintech en el continente resulta interesante: hay varios movimientos llevándose a cabo, pero está por verse qué fórmulas funcionan, qué errores se cometen y qué aprendizajes se pueden extraer de esos procesos.
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LinkedIn: Tarek El Sherif
*El autor es cofundador y CEO de Zinobe, fintech colombiana enfocada en impulsar la inclusión financiera en el país, ampliando el acceso a servicios financieros 100 % digitales.
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