La agresividad de los eventos climáticos a lo largo del año ha encendido las alarmas frente al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) trazados por la ONU. Si bien hay muchas más variables además del clima, los expertos reconocen que todas están interconectadas, por lo que se requieren acciones cada vez más contundentes por parte de los gobiernos y las empresas.

El enfoque de integración de los ODS es fundamental a la hora de establecer un plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad. Solo así, seremos capaces de estimular la acción en áreas de importancia crítica para la humanidad, incluido el cambio climático. El problema es que, hasta la fecha, no se han redoblado esfuerzos desde las empresas, los gobiernos, e incluso la sociedad civil. A futuro, ese escenario puede llevar a una catástrofe sin precedentes.

“A medida que la crisis planetaria avanza, se hace aún más evidente que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el desarrollo sostenible son facetas diferentes de un mismo desafío. Los grandes avances económicos y sociales durante el último siglo han puesto en riesgo los sistemas que proporcionan la base para nuestro progreso a futuro, incluyendo aquellos que nos permitirán mitigar y adaptarnos a la crisis climática”, explicó a Forbes la directora de World Wildlife Fund (WWF) para Colombia, Sandra Valenzuela.

Frente a este tema, el Centro Regional del Sector Privado en apoyo a los ODS de la ONU (CR/SP) se encargó de estudiar si los países de América Latina están haciendo lo suficiente. De momento, las conclusiones arrojan que el sector privado necesita reglas claras de inversión, además de consolidar alianzas con los gobiernos de todo el mundo.

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Con respecto a estos últimos, el economista estadounidense Jeffrey Sachs le comentó a Forbes que “me gustaría ver a los presidentes de la región y del resto del mundo alzando sus voces para decir que nuestros recursos están en amenaza, y se necesita de todos para movernos de manera decisiva hacia la seguridad climática”.

“No podemos alcanzar emisiones cero para 2030, pero lo que sí podemos hacer, incluso el año entrante, es un acuerdo global donde cada país va a desarrollar una política para lograr este objetivo antes de la mitad del siglo. Esto, a mi juicio, es el compromiso más importante ahora”, aseveró.

El académico destacó que los acontecimientos actuales ya se esperaban desde el sector científico. A la fecha, la tierra ya ha alcanzado un incremento de 1,2 grados Celsius en comparación con la temperatura de la era preindustrial. Este ritmo está llevando a un aumento promedio de 0,3 grados por década. De continuar así, la frecuencia de desastres naturales, inundaciones, sequías y esparcimiento de enfermedades sería mucho mayor.

Unido a ello, citó dos factores específicos como principales causantes de la contingencia actual. El primero es el manejo de la tierra, que implica la tala de árboles y las emisiones agrícolas, cuya proveniencia viene del uso de fertilizantes principalmente. En cuanto al segundo, hay que remitirse al sector energético para encontrar la respuesta.

Transformación energética

Por muchos años, el mundo ha tenido claro que se necesita cambiar, de manera urgente, la forma en que produce y usa la energía. Esto teniendo en cuenta que los combustibles fósiles (carbón, combustible y gas natural) generan hasta 80% u 85% del suministro total del planeta.

Ante este escenario, Sachs recalcó la necesidad de cambiar a un sistema que permita niveles cero en emisiones de carbono mediante el uso de poder eólico, hidroeléctrico, energía geotérmica y biocombustibles, alternativas capaces de producir energía sin liberar CO2.

“Afortunadamente, la tecnología para hacer esa transición existe, pero las compañías petroleras se están resistiendo a estos cambios y estamos teniendo un momento complicado a la hora de alcanzar estos consensos para hacer los ajustes necesarios”, agregó.

Por su parte, Valenzuela puntualizó que abordar la crisis climática solo será posible mediante la transición hacia una sociedad neutra en carbono, así como deteniendo y revirtiendo la pérdida de la naturaleza. Esto incluye algunos aspectos de la Agenda 2030 como el cambio hacia energías limpias; la ampliación y priorización de las soluciones basadas en la naturaleza; consumo y producción más sostenible; la formación de alianzas con actores no estatales; y la protección, restauración y gestión sostenible de la tierra y el mar.

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Sin embargo, el líder de la práctica de energía y sostenibilidad para América Latina de Boston Consulting Group (BCG), Álvaro Martínez de Bourio, dijo a Forbes que la generación renovable no convencional no es la única solución para la descarbonización de la economía, sino que es necesario avanzar en distintos frentes. Por ejemplo, opciones como el gas natural jugarán un rol importante como combustible de bajas emisiones, para complementar a las renovables no convencionales, y así darle respaldo y versatilidad a la generación eléctrica, de acuerdo con el directivo.

Además, Martínez destacó que el aumento del peso de renovables traerá retos importantes en términos de la estabilidad de las redes de transmisión y distribución, cuya modernización y refuerzo debe seguir profundizándose.

El experto también apuntó que será necesario impulsar la electrificación de la economía, especialmente en la industria, y un incremento significativo en la eficiencia energética. “En los próximos años, es esperable que el hidrógeno verde también cumpla un rol, tanto en transporte como en industria; para eso es necesario un incremento significativo de la competitividad en costos de este energético”, agregó.

Asimismo, subrayó que Colombia debe combinar sus esfuerzos de promover nuevas energías, con el refuerzo de su posición de productor de petróleo y minerales. Al respecto, señaló que el crudo va a seguir siendo importante para satisfacer la demanda energética mundial, mientras que el carbón seguirá teniendo nichos relevantes de consumo. En dicho panorama, la transición energética abre oportunidades a hidrocarburos como el gas, y a minerales como el litio o el níquel, en los que el país puede jugar un papel relevante a futuro.

“Lo que sí es necesario es que estos sectores aborden de forma decisiva, como así lo están haciendo, esfuerzos de descarbonización. En este contexto, reitero que nuevas tecnologías como la captura y almacenamiento del carbono deberán cumplir un rol clave. Para viabilizar estos proyectos será importante contar con apoyo regulatorio y señales adecuadas de precios del carbono”, concluyó.

Trama político-económica

Uno de los temas que engloba la agenda 2030 de la ONU tiene que ver con las alianzas estratégicas para coordinar al sector público, las organizaciones multilaterales, las empresas, y “estar a la altura de la conversación de estos tiempos”, según manifestó a Forbes la directora ejecutiva del CR/SP, Diana Chávez.

Para la experta, las principales lecciones que dejó el 2020 en el contexto de una crisis fueron la necesidad de fortalecer las capacidades propias de los grupos de interés, así como prestar más atención a enfoques como derechos humanos, diversidad, inclusión y multiculturalidad. A su vez, sostuvo que la parte de gobierno corporativo “tiene que ser un punto muy fuerte y un eje transversal”.

Al respecto, destacó que “estamos hablando de una alianza público-privada y de procesos que vayan encaminados hacia la sostenibilidad. Lo que hemos visto en el día a día es cómo la agenda 2030 puede ser la hoja de ruta para una economía inclusiva, sobre todo cuando estamos hablando de tomadores de decisiones que tienen la capacidad de transformar los 17 ODS en realidad”.

¿Cómo lograrlo? A través de un acompañamiento mutuo donde se tengan claras las diferencias del hacedor de políticas públicas y del ciudadano corporativo, sobre todo en aspectos como la contribución al desarrollo y la generación de empleo. A su vez, resaltó la importancia de que atiendan, de manera conjunta y desde sus respectivas responsabilidades, temas como la desigualdad y la informalidad.

“Esta es una conversación que tiene diferentes matices a nivel global. En Europa han sido precursores en esta materia, han innovado y saben cuáles son las reglas de juego para los mercados, pero también creo que es algo muy interesante para las multilatinas, porque hemos visto en los últimos cinco años un crecimiento de empresas de origen latino que ahora están siendo competidores globales”, dijo Chávez.

Con respecto a las posibilidades de las multilatinas, aseguró que la ejecución de su rol dependerá de definir cuáles serán sus políticas en derechos humanos y en debida diligencia. A su vez, si cotizan en bolsa, no podrán ignorar el nuevo matiz de inversión social y ambiental, donde será clave “la construcción de capacidades propias de los grupos de interés y la importancia de definir propósitos que realmente no queden en la retórica”.

Otro aspecto importante que Chávez mencionó tiene que ver con las pymes. Frente a ello, resaltó que la pujanza del sector financiero en Latinoamérica permitirá que la pospandemia se convierta en el momento en que aquellas empresas que no tienen la capacidad de emitir bonos verdes, pero que generan actividad económica en el día a día, se incorporen a los mercados bursátiles regionales.

Cooperación internacional

Si bien las perspectivas regionales revelan un panorama positivo, Chávez también reconoció que “hace falta” un diálogo internacional más profundo, y que la importancia de tener una visión global de los ODS empieza justamente con el gobierno interno: cómo estás tomando las decisiones y cómo empiezas a rendir cuentas.

“El gobierno corporativo lo tiene como eje transversal para posicionar la sostenibilidad como agenda orgánica, y sobre todo, esta información no financiera está empezando a hacer parte de la agenda actual: cómo estás monitoreando la sostenibilidad y los indicadores para asegurarte que realmente puedes saber en qué escenario estás jugando, y entender cómo te vas a adelantar a esas tendencias”, detalló.

Entre varias cosas que se han aprendido al tener todo lo anterior en cuenta, la experta destacó el enfoque de género como una de las grandes tendencias que se han visto en los últimos tres años, y que el sector financiero también ha puesto en la conversación, resaltando a su vez el tema de facilitar a las mujeres el acceso a un trabajo debidamente remunerado, así como su participación en cargos de toma de decisiones.

Al referirse al tema laboral, Chávez también destacó la formalidad en América Latina como uno de los grandes retos que enfrenta la región. Esto teniendo en cuenta que hasta 60% de sus habitantes no están bancarizados, según cifras del Banco Mundial, además de que una buena parte de la población no habla español, sobre todo en las comunidades indígenas.

En este grupo se requiere especial atención de la comunidad internacional, no solo por la necesidad de potenciar su inclusión en el mundo laboral, sino por su relación directa con la Amazonía, que está cerca de “un punto de quiebre”, en palabras de Sachs, debido a aspectos como la degradación de la tierra y la deforestación ilegal, que pueden considerarse como “amenazas internas”.

No obstante, hay una segunda amenaza que proviene de afuera. Según el académico, si hay suficiente calentamiento a nivel mundial, eso cambiará los patrones de circulación del viento, cuyas consecuencias podrían llevar a una significante disminución de la selva amazónica, que se convertiría en sabana.

Bajo esta perspectiva, todos los países que están dentro de este grupo, incluyendo Colombia, deben hacer dos cosas: proteger la Amazonía para detener las ilegalidades y los proyectos que se estén gestando dentro de ella y lograr que se desarrolle de manera sostenible, con un foco especial en las poblaciones indígenas; pero también se necesita que voceros a nivel global hablen en pro de la detención del calentamiento global, que nos va a matar y va a poner en peligro a todo el planeta.

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El éxito de esta misión también dependerá de que las naciones latinoamericanas incrementen su nivel de compromiso con los ODS, pues los países que están directamente ligados a la selva amazónica (Colombia, Venezuela, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Guyana y Surinam) apenas han logrado entre 57% y 68% de efectividad en este aspecto.

La magnitud del debate sobrepasó el aspecto climático hace mucho tiempo, y si bien es un factor preponderante en la discusión, depende de muchos otros para que las decisiones a su alrededor sean exitosas, a tal punto de que todos los actores involucrados logren integrarse para tomar decisiones coherentes y cohesionadas. El problema radica en el tiempo, que juega en contra de todos. La gran pregunta es si seremos capaces de decantarnos por la elección correcta en los pocos años que quedan antes de que sea tarde.


Segunda parte del especial:

Así va el camino hacia una Colombia con movilidad más eléctrica y menos fósil