Los líderes empresariales han empezado a hablar de la restauración de los ecosistemas, más que de RSE. Esta es una buna noticia para el medioambiente. ¿Por qué?

Por fortuna, ya son varios meses en los que he dejado de escuchar sobre “Responsabilidad Social Empresarial” de manera recurrente. Siento que el término cumplió su ciclo de vida y que la narrativa de hoy es otra y, lentamente, los y las líderes empresariales empiezan a hablar el lenguaje de la regeneración y/o de la restauración de ecosistemas.

Y no podría ser de otra manera, considerando la posición que tiene Colombia como uno de los once países más vulnerables al cambio climático. Sin duda, esta información es un llamado a replantear nuestras urgencias y prioridades como sociedad, incluido el papel que juega el sector privado en la adaptación de los territorios. 

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Seguramente los lectores ya están al tanto del crítico panorama que enfrentará Colombia si es que, a nivel global, no cambiamos el rumbo: nuestra ubicación geográfica nos enfrentará a torrenciales aguaceros y a fuertes sequías que, entre otros, afectarán el ciclo de los cultivos y la producción agrícola. En cuanto a las ciudades, el hecho de que el desarrollo urbanístico se haya dado en la zona de las cordilleras y valles interandinos hace que la población afronte riesgos de derrumbes.

Nuestras cordilleras son jóvenes geológicamente y su estabilidad es más frágil en comparación a otras regiones de la cordillera de los Andes. Sumado a esto, la avanzada deforestación hace que la región donde vive cerca del 70% de la población nacional pueda verse afectada por derrumbes, desplazamientos climáticos, destrucción de la infraestructura o conflictos sociales derivados de la lucha por acceder a alimentos o agua, entre otros.

No son pocas las personas y organizaciones que no creen en este futuro o lo ven muy lejano. Si ese es su caso, lo invito a que converse con sus padres o abuelos sobre cómo era el clima en Bogotá, Cali, Barranquilla o cualquier ciudad del país hace 20 años. Y si tiene la oportunidad de conversar con un agricultor o empresario del campo sobre su experiencia en los últimos años, pues tanto mejor.

Para los que sí están convencidos de que esta es la realidad que nos depara, señores y señoras, es imperativo ponerse la camiseta del país con un único propósito: contribuir a la identificación, construcción y financiación de las medidas de adaptación ante el cambio climático. Para lograrlo debemos dejar atrás los pañitos de agua tibia que buscan réditos reputacionales y empezar a actuar de frente, con inversión privada, para evitar a que un porcentaje muy alto de la población, sobre todo los más vulnerables, queden completamente expuestos a las consecuencias del cambio climático.

Contaminación
Foto: Pexels

Si bien la agenda política promete la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030, las empresas deben responder de manera más activa, acelerada y sobre todo anticipada, a los posibles incentivos que la agenda pública traerá para descarbonizar sus operaciones y compensar su huella de carbono y ecológica.

En ese orden de ideas, a continuación quiero compartirles siete enfoques que pueden empezar a considerar las compañías para refinar y replantear sus estrategias de sostenibilidad, a partir de los escenarios inminentes de riesgo climático que nos deparan los próximos años:

Empresas: estrategias para reafinar sus estrategias de sostenibilidad

  1. Empecemos por replantear el nombre “sostenibilidad” porque las palabras tienen poder. Pensar en sostenibilidad significa aceptar que lo que hoy está debe mantenerse o sostenerse. ¡Error! el reto no es mantener el status quo de degeneración y degradación de nuestros ecosistemas, sino procurar medidas de regeneración y restauración de los mismos. Así como algunas empresas ya tienen departamentos de felicidad, o de cumplimientos de sueños ¿por qué no cambiar el nombre de Líder de Sostenibilidad a Líder de Regeneración/Restauración?
  2. Si bien el mercado del carbono es la narrativa que ya empieza a calar entre las empresas y organizaciones, no puede ser la única medida de escape para sentir que estamos “haciendo la tarea por el planeta”. Las inversiones para propiciar medidas de adaptación a escala territorial es otra muy buena alternativa.  
  3. Oriente sus inversiones y programas en la restauración de ecosistemas en su entorno de operación, pero también fuera de él. En últimas, todos los sistemas ecológicos están interconectados y cualquier aporte positivo, por ejemplo, en la Amazonía, generará impactos positivos en otras partes del país.
  4. Invierta en el desarrollo de sistemas agrícolas que le den a las comunidades urbanas y rurales la posibilidad de garantizar acceso a alimentos.
  5. Empiece por educarse y educar a sus colegas. Invierta en una cultura organizacional orientada a la adaptación al cambio climático. Comprenda nuevas narrativas como la de las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN) las cuales, en otras palabras, son acciones, proyectos, emprendimientos que permiten que las personas puedan adaptarse ante los riesgos del cambio climático. Póngase la tarea de entender, antes de girar el cheque, la diferencia entre reforestar y restaurar, la importancia de invertir en los suelos y en cuidar a los polinizadores.
  6. Promueva programas de educación comunitaria para que más y más personas apropien conocimiento para llegar más y mejor preparados ante los escenarios venideros. Y finalmente,
  7. Hágase escuchar ante su CEO, CFO, Vicepresident, etc. etc. etc. Usted como líder de esta área tiene la responsabilidad de mostrarle a sus pares que el riesgo del cambio climático también tiene consecuencias en la productividad y rentabilidad de su negocio.

De momento fueron siete recomendaciones, pero bien pueden ser muchas más. En la próxima columna daré un giro a la historia y los acercaré a un territorio que puede reflejar cómo la restauración de ecosistemas es un instrumento poderoso para cumplir las futuras metas del área de la empresa que usted puede ir replanteando desde ahora.

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Por:Julio Andrés Rozo*
*El autor es director de Amazonía Emprende: Escuela Bosque, ubicada en Florencia, Caquetá. Este proyecto académico se enfoca en fortalecer las capacidades de empresas y comunidades en  restauración de ecosistemas y compensación de huella de carbono.