En Colombia, todavía la mitad de la población enfrenta serias dificultades de acceso y permanencia al sistema financiero, ¿qué se puede hacer?

El acceso al sistema financiero y su uso constante son dos temas que cada vez toman más relevancia en la agenda de los Gobiernos e instituciones financieras alrededor del mundo, al ser vistos como elementos determinantes para avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, aunque se han desplegado múltiples esfuerzos para promoverlos, aún estamos lejos del ideal en inclusión financiera que aporte a esas metas. 

En ese sentido, pese a que los números crecen cada año en términos de acceso por primera vez al sistema financiero, la labor de inclusión no puede conformarse con un exponencial aumento en las cifras si la utilización y profundización del sistema continúa siendo menor frente al total de la población.

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Muestra de esto es el más reciente Índice de Inclusión Financiera del Grupo Credicorp, el cual arrojó que, en una escala de 0 (peor) a 100 (mejor), la región alcanzó un nivel de 38,3 en inclusión financiera, lo que en Colombia se traduce en que el 50% de la población enfrenta serias dificultades de acceso y permanencia en el sistema financiero. 

Así, el estudio indica que el 72% de las personas en el país no usa ningún producto financiero al mes, que el uso de productos se ve limitado a cuentas de ahorro y tarjetas débito o crédito y que el ahorro por vías formales no es una práctica común. Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de trabajar en estrategias que permitan el acercamiento y aprovechamiento de los beneficios del sistema financiero de forma integral.

Es claro que dichas estrategias no se pueden quedar en la promoción de cuentas o tarjetas. Si bien, una cuenta es la puerta de entrada en muchas ocasiones al sistema bancario, la apertura no asegura su posterior usabilidad o contratación de más productos, corriendo el riesgo de que estos esfuerzos se queden únicamente en bancarizar y no desemboquen en una verdadera inclusión.

Así, los esfuerzos de la industria y el Gobierno deben ir más allá de la promoción y deben desembocar en la educación sobre la amplia gama de productos y servicios que el sistema financiero ofrece junto con las oportunidades que estos habilitan a quienes los poseen. Desde seguros, hasta créditos diferenciados y productos de inversión, las posibilidades son infinitas.

Y aunque muchas son las voces que consideran que los seguros o los productos de inversión son algo casi que inalcanzable para el grueso de la población, esto es cada vez más refutable gracias a las diferentes plataformas tecnológicas que se han encargado de masificar los productos con una oferta accesible y asequible para todos.

Por ejemplo, frente a la inversión, la alianza entre fintechs y jugadores tradicionales del sector ha permitido la aparición de aplicativos como Ualet, Trii y tyba en Colombia o la famosa RobinHood en Estados Unidos. Estas soluciones progresivamente van ganando terreno y logran que millones de personas accedan de forma sencilla a opciones de inversión con muy bajos montos o tickets, reduciendo o eliminando, en algunos casos, costos de comisión e intermediación.

Con esto en mente, y a medida que se vaya ampliando la oferta de plataformas, la educación y la inclusión financiera deben ser ejes de trabajo y plantearse como objetivo el guiar a las personas hacia el conocimiento y utilización de las herramientas disponibles en el mercado, con el fin no solo de aumentar las estadísticas de acceso, sino de generar mayor progreso y desarrollo.

Ante este reto, los grandes gestores de capital tienen la oportunidad de servir como socios estratégicos por medio de la innovación y la apuesta por vehículos que, dentro de sus objetivos, contribuyan a avanzar en la dirección de la inclusión financiera y sostenible. Así, la meta será contribuir a que la inversión sea una herramienta al alcance de todos y se convierta en uno de los estándares que define la apropiación del sistema financiero como palanca para el bienestar personal y social.

*El autor es Country Head de Credicorp Capital Colombia.

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