El año 2022, exactamente 50 años después de la última caminata del hombre en la Luna, marca un hito en la aceleración de la actividad de exploración extraterrestre tanto para misiones científicas como comerciales y militares.
El espacio extraterrestre representa grandes oportunidades para la expansión y mejoramiento de la conectividad, para enfrentar el cambio climático y para la minería espacial.
Sin embargo, debido a la aceleración de actividad espacial, este año el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial alerta sobre las posibles amenazas de la competencia en el espacio y las fricciones por la explotación de los recursos espaciales, que conducirían a la posible militarización del espacio y la escalada de las tensiones geopolíticas; además menciona los riesgos de colisión dada la cantidad de objetos en órbita y los restos de artefactos y equipos espaciales.
Lea también: La economía de lo no fungible
Hay cerca de 11.000 satélites en órbita terrestre que han sido enviados el lanzamiento del Sputnik 1 en 1957, y se proyecta que esta cifra será 7 veces mayor en las próximas décadas.
Solo en el 2021, las empresas espaciales recibieron 15.000 millones de dólares en inversiones privadas en el espacio. En el año 2016, diversas organizaciones estimaban que el tamaño de la economía espacial era de alrededor de 340 mil millones de dólares, y al mismo tiempo ofrecían optimistas predicciones para el año 2040. Para entonces, la economía espacial llegaría a 926 mil millones de dólares según el banco suizo UBS o sería una economía multibillonaria como predijo el grupo Goldman Sachs, sin especificar una cifra concreta. En esta misma línea, Morgan Stanley la proyecta en 1.1; la Cámara de Comercio estadounidense en 1.5; y el Bank of America en 2.7 billones de dólares.
Para el 2022, están programadas por lo menos 15 misiones a la Luna de agencias espaciales y de empresas privadas de los Estados Unidos, Emiratos Árabes, Corea, Japón, India, Reino Unido, Rusia y México.
Entre los principales están las misiones Artemis de la NASA, que llevan su nombre en honor a Artemisa, la hermana gemela de Apolo en la mitología griega. Esta sería la primera caminata lunar por humanos desde el alunizaje de Apollo 17 en 1972. En el plan Artemis se busca que en el año 2024 lleguen a la Luna la primera mujer y el primer astronauta no blanco.
Hay 384.400 kilómetros de distancia entre la Tierra y la Luna. Pero la importancia de las misiones a la Luna no radica en la Luna per se, sino en lo que estas representan para la llegada a Marte.
Pese a que hay 54,6 millones de kilómetros a Marte, es decir, aproximadamente 142 veces más lejos que la distancia de la Luna a nuestro Planeta, la conquista de Marte está más vigente que nunca.
El interés en Marte data de tiempo atrás, pero recientemente el interés científico ha aumentado, dado a que quizás en Marte se pueden encontrar respuestas sobre los cambios planetarios asociados al clima. Asimismo, lo que se tiene de conocimiento sobre Marte sugiere que el llamado Planeta Rojo albergó ecosistemas, y podría tener el potencial de incubar vida.
Desde la década de los sesenta ha habido más de una decena de misiones espaciales a Marte, de las cuales cerca de la mitad de ellas han sido intentos fallidos. Pero, en febrero 2021, Emiratos Árabes Unidos con Hope, Estados Unidos con Perseverance y China con Tianwen-1 y Zhurong emprendieron misiones interplanetarias a Marte, y actualmente están activas en la superficie marciana. Incluso, los Emiratos Árabes Unidos tienen como meta tener una colonia humana en Marte para el año 2117.
¿De quién es la Luna? ¿De quién es Marte?
En 1967, dos años antes de la llegada de los Estados Unidos a la Luna, se firmó el primer Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio exterior, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, el cual a enero 2022 ha sido firmado por 89 Estados, y del cual se derivan las bases del derecho espacial.
El derecho internacional espacial se encarga de asuntos como “la preservación del medio ambiente espacial y terrestre, la responsabilidad por los daños causados por los objetos espaciales, la resolución de conflictos, el rescate de astronautas, el intercambio de información sobre posibles peligros en el espacio exterior, el uso de tecnologías relacionadas con el espacio y la cooperación internacional. Una serie de principios fundamentales guían el desarrollo de las actividades espaciales, entre ellos la noción de que el espacio es competencia de toda la humanidad, la libertad de exploración y uso del espacio ultraterrestre por parte de todos los Estados sin discriminación, y el principio de no apropiación del espacio ultraterrestre”.
En el artículo 1 del tratado de 1967 se establece que “la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e incumben a toda la humanidad”. Y en el artículo 2 que “El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.
Adicionalmente, está el Acuerdo de la Luna que data de 1979. Sin embargo, este no ha sido firmado por ninguna de las partes que han desarrollado misiones. Con todo, en el año 2020 se firmó el pacto global para la exploración lunar llamado los Acuerdos Artemis.
Existe también en las Naciones Unidas la Oficina para Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA por sus siglas en inglés), cuyo trabajo es la promoción de la cooperación internacional y exploración pacífica del espacio, y el uso de la ciencia y tecnología espacial para contribuir al desarrollo social y económico.
Aunque la exploración y explotación extraplanetaria represente enormes oportunidades en materia científica, a la hora de desplegar la economía espacial como sector, e incluso para contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Scott Galloway, asertivamente, hace un llamado a la moralidad: “en lugar de abordar algunos de los grandes problemas de este planeta, la gente con más opciones en la Tierra quiere salir del planeta , o crear otro universo”. Y es que, en efecto, a muchos nos interesará decidir si invertir en el metaverso o en Marte, y en entonces vale la pena preguntarnos cuáles son los valores que van a preservarse, crearse o destruirse en lo no terreno.
Contacto
LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la Universidad Eafit. Es expresidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.