Gabriela Bucher lleva poco más de un año como directora de Oxfam, una organización clave para reducir la desigualdad en el mundo, que a su vez destaca por alertar de los riesgos del cambio climático y la brecha de género en el crecimiento económico. Forbes cuenta su historia y sus planes en la institución.

Desde muy pequeña, Gabriela Bucher conoció la pobreza. Su mamá, que entonces era muy activa en el escenario público, la llevaba a barrios como Aguablanca, en Cali (Valle del Cauca), en donde se dio cuenta que no todo el mundo vive igual en Colombia. Eso le quedó sonando y hoy, décadas después, es la cabeza de una organización que tiene como lema que la igualdad es el futuro: Oxfam.

Gabriela es caleña, estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes y fue nombrada hace año y medio como la directora ejecutiva de Oxfam International, una organización que reúne a otras 21 entidades que trabajan por promover la igualdad en el mundo. Con su designación ella se convierte en la primera colombiana en estar al frente de Oxfam Internacional.

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“Yo tuve la oportunidad desde muy chiquita de acompañar sobre todo a mi mamá, que es una persona que admiro enormemente, una líder increíble. En esa época ella nos llevaba a mi hermana y a mí a Aguablanca, un barrio que en ese momento estaba hecho todavía de asentamientos informales. En esas visitas me daba cuenta que había niños en la misma ciudad en la que yo vivía sufriendo mucho, y yo sentía que en mi colegio nadie más sabía de esas cosas. Sentía impotencia”, recuerda.

Esas diferencias, que aunque no eran visibles para todos los sectores de la ciudad, se empezaron a volver una preocupación para Gabriela y esa fue la gasolina para su camino. “La vida da muchas vueltas, pero las razones por las cuales yo me acuerdo perfecto estar ahí de 17 años pensando qué iba a estudiar era abarcar el conocimiento de la humanidad en su nivel más amplio, y de ahí salió el interés por la filosofía y la antropología. Yo quería entender de una manera muy profunda las ideas que mueven al cambio y tal vez convertime en una de las personas que pueda contribuir con eso”, cuenta Bucher.

Después de probar un tiempo la vida de la academia como lo hizo su mamá, Cecilia Balcázar, Bucher cuenta que empezó a involucrarse como voluntaria en organizaciones sin ánimo de lucro en las que se trabajaba por la desigualdad, la pobreza y las brechas de género.

“Llegué a Inglaterra y empecé a dedicarme a oficios varios porque no había mucho campo en mi carrera. Y me surgió de nuevo la necesidad de demostrar habilidades y capacidades en algo de lo que siempre había pensado y entonces llegué a ser voluntaria a una organización que trabajaba por la igualdad de género. Poco a poco, esos voluntariados se convirtieron en trabajos remunerados. Y siempre estuve conectada con Colombia”, cuenta Bucher en una videollamada con Forbes desde Reino Unido.

Luego de que Gabriela salió de su pregrado empezó a estudiar un posgrado en historia en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de Francia, donde su trabajo académico fue reconocido con honores.

Gabriela Bucher. Foto: Andy Aitchinson.

“Pude conocer la importancia de esta clase de organizaciones para generar bienestar en las personas. Y ahí mi siguiente trabajo fue recaudar fondos para organizaciones en Colombia y también desarrollar esa capacidad de mostrarle a la gente cómo se puede transformar a una comunidad con, por ejemplo, una donación”.

Como a todas las mujeres que tienen cargos directivos, Gabriela también ha tenido que conciliar su vida laboral con la familiar y dice que se trata de un tema de cuidado en el que todos deben estar involucrados. “Se le ha dado una carga adicional a las mujeres, pero cuidar a los hijos, a los niños y niñas es un trabajo de las personas. Solo tuve un hijo que ahora tiene 20 años, pero así como nosotros entendíamos en su momento que mi mamá era una persona de admirar que estaba haciendo cosas increíbles, así mismo ha sido la relación con mi hijo”, dice Gabriela, que recuerda que la economía del cuidado debe también estar en la agenda de los países.

Colombia, el país desigual

Esa inquietud que le llegó a Gabriela desde que era pequeña atravesó su carrera y no es coincidencia que la nueva directora de Oxfam sea del país más desigual de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y el segundo de América Latina.

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Con ese panorama complicado de Colombia en mente, Gabriela empezó a trabajar en la Fundación Plan y en Plan International, que se esfuerzan por cerrar las brechas de género y también en proteger a las comunidades más vulnerables en varios países del mundo. Según destacó el equipo de Oxfam cuando Gabriela fue nombrada, en su paso por Plan International, en donde estuvo 20 años, Bucher logró que la organización llegara a 40 millones de niñas y niños a través de su equipo de 8.000 empleados y empleadas.

Como cuenta la directiva, antes de llegar a Plan International impulsó el crecimiento de la Fundación Plan en Colombia, que pasó de ser una oficina de país a convertirse en un miembro afiliado de esa organización y, de hecho fue muy activa en el proceso de paz de Colombia en todos los temas relacionados con los derechos de la niñez. “Colombia es uno de los países más desiguales del mundo y ya estábamos en eso y precisamente llega la pandemia y llega este choque tan fuerte en el sistema a todos los niveles”, agrega Gabriela, quien precisamente llegó en pleno 2020 a liderar Oxfam Internacional.

Precisamente, Oxfam Internacional ha alertado con varios informes del efecto que está teniendo la pandemia en la ampliación de las brechas y en que más personas estén en condición de pobreza monetaria, como se ve en los últimos datos que publicó el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) al respecto.

Según el Dane, el 42% de la población colombiana está en pobreza monetaria y 3,5 millones de personas entraron a esa situación durante el 2020 cuando llegó la pandemia al país, con lo que 21 millones están en esa condición en Colombia. Y si se miran también los datos del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) de ese mismo año, el cierre de los colegios, por ejemplo, golpeó varios indicadores como el del acceso a la educación y a servicios de salud, más allá de los relacionados con el coronavirus. Con eso, el IPM quedó en 18,1%, es decir que 9 millones de personas viven en condiciones precarias.

“Esta situación nos tiene que llevar a repensar qué es lo que nos trajo hasta aquí y lo que nos hizo ser tan vulnerables a este impacto, que es uno de los muchos que podemos esperar. Este es un reto de desigualdad, pero también nos habla del cambio climático. No podemos seguir en un mundo que está enfocado solamente en el crecimiento económico que no tiene en cuenta que hay límites planetarios. No hay un crecimiento infinito porque el mundo ya está bastante afectado”, resalta.

El dilema del crecimiento

Precisamente, Bucher ha liderado varios informes que hablan del desequilibrio que hay en el mundo, incluido Colombia, en donde mientras algunos millonarios aumentaron sus ganancias durante la pandemia, la pobreza también se ha recrudecido. Un informe publicado por Oxfam hace unas semanas llamado ‘Las desigualdades matan’ mostró cómo en Colombia dos personas concentran más riqueza que el 50% de la población y en el mundo mueren 21.000 personas al día a causa de las desigualdades, como la falta de acceso a servicios básicos, los malos servicios de salud, el hambre, la violencia de género y la pobreza, entre otros.

En ese informe, de hecho, revelaron que los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna durante la pandemia, pues ha pasado de US$700.000 millones a US$1,5 billones. Eso contrasta con el hecho de que el 99% de los ingresos de la humanidad se deterioró y 160 millones de personas entraron a la pobreza. “Sabemos que se mide crecimiento económico por el producto interno bruto, pero la pregunta es qué significa en la vida de las personas. Es decir, con los niveles de desigualdad que hay en Colombia, por ejemplo, vemos que ese crecimiento económico solo beneficia a un número muy pequeño de personas”, agrega

“Pude conocer la importancia de esta clase de organizaciones para generar bienestar en las personas. Y ahí mi siguiente trabajo fue recaudar fondos para organizaciones en Colombia y también desarrollar esa capacidad de mostrarle a la gente cómo se puede transformar a una comunidad con, por ejemplo, una donación”.

Se puede hacer algo

En Colombia, como en otros países desiguales, se puede vivir muy bien o muy mal y la pregunta que queda ante estos extremos que se han naturalizado es qué caminos deberían tomar los países. Y en ese escenario, la colombiana Bucher se ha convertido en una voz clave en la discusión de la desigualdad y los senderos que deberían tomar los países. “No se trata de ver la ayuda a comunidades vulnerables como si se tratara de altruismo. Realmente lo que está detrás es que si conseguimos que haya bienestar para todos, también podemos impulsar el crecimiento económico”, subraya.

Aunque la fórmula para conciliar las necesidades sociales y climáticas con el crecimiento económico es algo que se está discutiendo, Bucher dice que hay que empezar por ver que los gobiernos y las empresas deben entender que debe ser un trabajo conjunto. “Podríamos empezar por un impuesto a la riqueza que puede aplicarse a las empresas y a las personas naturales. Y se puede pensar también en un impuesto solidario, como pasó en la Segunda Guerra Mundial, cuando se acudió a ese mecanismo para reconstruir Europa”.

De hecho, Oxfam ha planteado en varios informes que se deben distribuir de mejor manera los recursos en salud, educación y en un programa de protección social universal para reducir la desigualdad. El cálculo que hace la organización es que un impuesto anual sobre la riqueza para los millonarios de Colombia sumaría US$3.700 millones y podría cubrir el 100% del presupuesto de salud de todo el país.

A eso se le suman iniciativas para impulsar la transición energética, promover sistemas de cuidado para abrirle más espacio a las mujeres en el mercado laboral y pensar en formas para que el crecimiento económico no vaya en contravía de los supervivencia del planeta y de los seres humanos. Para Bucher, estas son apenas algunas pistas para la hoja de ruta que deberían tomar los países y las empresas para derrotar la desigualdad, que ha sido un tema que la pandemia hizo más urgente.

“Tenemos poco tiempo para repensar nuestra economía. Hay que cambiar el chip y la forma en la que entendemos el progreso y el desarrollo de los países. La igualdad y la sostenibilidad deben ser parte de esa agenda”, concluye la nueva directora de Oxfam Internacional.

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