Si las empresas no toman acción para combatir los efectos del cambio climático, el mundo estaría cerca de escenarios apocalípticos que amenazan la civilización humana. ¿Por qué?
Las evidencias demuestran que la manera en que los gobiernos y las empresas respondan a las acciones requeridas para afrontar los desafíos climáticos en esta década determinará si la vida humana seguirá siendo viable en la Tierra.
De no actuar con urgencia para combatir los efectos del cambio climático —sequías e inundaciones, acidificación de los océanos, aumento del nivel del mar por el descongelamiento de los polos y los glaciares, pérdida de biodiversidad e inseguridad alimentaria, entre otras—, por no hablar de la creciente agitación geopolítica, nos enfrentamos a una serie de escenarios apocalípticos antropogénicos que amenazan la civilización humana tal y como la conocemos.
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Son entonces vastas las respuestas al por qué es un imperativo moral, para líderes empresariales y otras voces importantes en la sociedad, trabajar de manera coordinada y colaborativa para mejorar las relaciones ecosistémicas asumiendo los “grandes problemas” de la humanidad. A medida que más y más personas e instituciones se dan cuenta de que tienen la obligación moral de proteger el futuro de nuestro planeta y de todos quienes lo habitamos, la acción climática adquiere mayor relevancia.
Sabemos ya que tanto los retos que suponen los efectos del cambio climático como las medidas urgentes para combatirlos son muy diferentes según se trate de países más industrializados y de altos ingresos o de países de bajos ingresos. Mientras que en el “primer mundo” las acciones se concentran en disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, en los países con menores ingresos las prioridades son fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales (meta 13.1).
Por más de una década (véase, por ejemplo, el discurso del 2012 de Anne S. Tsui, expresidente de la Academy of Management) se ha insistido en casi todos los círculos empresariales y económicos de alto nivel, y en las distintas comunidades corporativas, que los directores generales y los altos directivos deberían ir más allá de la exigua idea del valor para los accionistas y examinar el impacto positivo más amplio que puede lograrse mediante mejores interacciones de las organizaciones con la sociedad y el medio ambiente.
Las organizaciones y sus administradores deben tener en cuenta el cambio climático a la hora de diseñar estrategias para reducir las emisiones de carbono, ajustarse a las condiciones cambiantes y minimizar los efectos de los fenómenos naturales extremos.
Dado que el cambio climático es una preocupación económica de primer orden, y que ciudades y comunidades de todo el mundo ya están reaccionando ante sus efectos, la formación de futuros empresarios, emprendedores, administradores de negocios, así como de directores generales (CEOs), debería —según la investigación de Vanessa Bowden, Daniel Nyberg y Christopher Wright— dar prioridad al cambio climático por razones fácticas, prácticas y morales.
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Explican Nyberg y Wright, en un trabajo recientemente publicado, que la investigación y la educación sobre el cambio climático en las escuelas de negocios es fundamental para fortalecer las capacidades empresariales para adaptarse al problema. Las escuelas de negocios deben centrarse en desarrollar conocimientos que nos preparen para las inevitables repercusiones de nuestro actual curso de acción. Y, según los autores mencionados, hay tres dimensiones del cambio climático como fenómeno social, que al igual que los formuladores de políticas públicas y tomadores de decisiones, deben abordar para procurar un futuro a “prueba de clima”: mitigación, adaptación y sufrimiento.
El riesgo existencial que representa el cambio climático es real, y está afectándonos en el presente. Por esto, como demuestran Fergus Green y Noel Healy, priorizar la justicia social y climática, eje central del programa del presidente electo de Colombia, es absolutamente decisivo, transcendental, impostergable y urgente.
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LinkedIn: María Alejandra Gonzalez-Perez
Twitter:@alegp1
*La autora es profesora titular de la Universidad Eafit. Es expresidente para América Latina y El Caribe de la Academia de Negocios Internacionales (AIB). PhD en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad Nacional de Irlanda.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.