Pensar en compensar la huella de Co2 debe ir más allá de sembrar árboles. El sector privado debe preocuparse también por cerrar las brechas de los factores que permiten que los árboles crezcan.

Mis últimos 2 años han sido la verdadera “universidad de la calle” en Caquetá. Aprendí que una cosa es restaurar 30 hectáreas (nuestra Escuela Bosque) y otra es restaurar las 24,2 millones de hectáreas potenciales que tiene Colombia en su área continental, hay cosas que deben estar ahí para poder cumplir con el objetivo propuesto. Dicho en otras palabras, restaurar los ecosistemas es algo que va más allá del árbol.

En Amazonía Emprende-Escuela Bosque comprendimos que hay una serie de factores habilitantes que justamente harán eso: habilitar, permitir, garantizar que la restauración de ecosistemas sea una meta de fácil, rápida y eficiente implementación.

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De nuevo, hacerlo en un terreno de 30 hectáreas como el nuestro ha sido algo relativamente sencillo en estos dos años: contábamos con el equipo de profesionales, recibimos asesoría especializada por parte de expertos (¡gracias al mejor: Juan Manuel Cardona!), teníamos acceso a semillas de árboles nativos en nuestro propio bosque de 12 hectáreas, teníamos financiamiento, logramos construir un gran megavivero, y bueno, podría enlistar una gran serie de factores habilitantes con los que contamos para lograr la restauración de nuestro predio.

Ahora, sí el reto es pasar de 30 hectáreas a 100.000 hectáreas, entonces ahí es cuando la cosa se empieza a poner compleja. Empiezan a surgir varias preguntas:

  • ¿Existen semillas de especies nativas como para abordar este reto?
  • La respuesta es, sí, ahí están en los bosques, pero en cuáles? ¿Quiénes son los dueños de esos árboles? ¿hay un modelo de negocio para poder generar una relación ganar-ganar con ellos? ¿se cuenta con el conocimiento técnico-científico para poder solicitar los permisos ante las CAR para poder hacer aprovechamiento de las mismas?
  • ¿Existe el suficiente abono orgánico como para fundamentar las siembras y los planes de manejo de los árboles, al menos, en los 2 primeros años, tiempo en donde necesitan apoyo para crecer por parte de las personas?
  • ¿Existen viveros en las regiones como para satisfacer la demanda de árboles nativos?
  • ¿Existen personas cualificadas y apasionadas en los temas de restauración de ecosistemas?
  • De esas 24.2 millones de hectáreas ¿Cuántas están tituladas y pueden ser potenciales receptoras de dinero, ya sea para compensar la huella de carbono o para construir proyectos de créditos de carbono?
  • ¿Qué tanto sabemos sobre las especies nativas, sobre su capacidad de captura de CO2, de beneficios en biodiversidad, etc?

En fin, los aburriría con las casi ochenta y pico de preguntas que nos hemos hecho y que nos sirven para argumentar que el país, no está preparado aún para acelerar la implementación de proyectos de restauración.

Al respecto, sugiero lo siguiente al nuevo Gobierno, a las personas visionarias que trabajan en empresas ancla y que cuentan con fundaciones o programas de extensión socio-ambiental: ¡invirtamos rápidamente, en los siguientes 2-3 años en el desarrollo de los siguientes tipos de emprendimientos o ideas de negocio, junto con las comunidades que habitan los ecosistemas que deben ser restaurados!

  • Colombia necesita abonos orgánicos. El dato más fresco que tengo es que el país produce cerca de 900 mil toneladas anualmente de abonos (Agronegocios, 2019). No obstante, esta cifra es insuficiente para suplir la demanda de abonos que se requieren por hectárea, durante los dos primeros años. En nuestro caso, hemos aplicado 360 kg de abono orgánico por hectárea en la siembra de los árboles nativos y este ejercicio lo hemos repetido ya 4 veces en el primer año. Eso quiere decir que hemos utilizado 1.4 toneladas por hectárea. Digamos que quisiéramos restaurar de un tacazo 1 millón de hectáreas hoy, damos fe de que necesitaríamos 1.440 millones de toneladas de abonos orgánicos, lo cual, refleja que estaríamos en déficit para esa magnitud de hectáreas (3% del potencial de restauración del país).

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  • Colombia necesita contenedores para germinar las plántulas. Si bien la práctica tradicional es la clásica bolsa negra, existen tecnologías eficientes y biodegradables que pudiesen desarrollarse en el país, por medio de ejercicios de investigación y desarrollo.
  • Colombia necesita viveros comunitarios, que puedan suplir la demanda de material vegetal para los ejercicios de siembra.
  • Colombia necesita semillas certificadas, o al menos, seleccionadas. Al respecto escribiré una columna aparte.

Estas cuatro oportunidades de negocio evidencian que los árboles por sí solos no podrán prosperar. Necesitan de estos productos complementarios de lo que Gabriel Pérez denominó “el clúster de la restauración”. Este cluster, además, debe estar acompañado por personas capaces de restaurar ecosistemas. Colombia necesita desarrollar habilidades para el trabajo en el sector de la restauración, en especial, entre los jóvenes. Esto garantizará que los árboles sembrados crezcan y tengan autonomía. Saber sembrar, saber cuidar y saber documentar, es una habilidad requerida en la ruralidad colombiana.

En conclusión: la próxima vez que usted piense en compensar la huella de CO2 de su empresa, no piense solamente en sembrar árboles. Piense en cerrar las brechas de los factores habilitantes que permitirán que los árboles germinen, prendan y crezcan. Gracias a las empresas visionarias que lo han comprendido, gracias a Postobón y a Bancolombia quienes se han sumado al reto de generar junto con nosotros, conocimiento y capacidades para afrontar el reto de la restauración de ecosistemas.

Por: Julio Andrés Rozo.*
LinkedIn: Julio Andrés Rozo

*El autor es director de Amazonía Emprende, ubicada en Florencia, Caquetá. Es una Escuela Bosque que se enfoca en fortalecer las capacidades de empresas y comunidades para lograr la restauración de ecosistemas y la recuperación de la biodiversidad, por medio de la compensación de huella de carbono.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.