Todavía se espera que el resto de 2022 y el 2023 sigamos enfrentados a altas inflaciones. Ese escenario podría afectar el crecimiento económico. ¿Cuáles son las salidas?

La tasa anual del IPC para agosto sorprendió al alza con 10,84%, lo que la hace la mayor variación anual desde el 2000 y además reflejando no solo un mayor costo de vida en agosto, sino también afectando el ajuste de las expectativas futuras de inflación, un componente crucial para las decisiones de los hogares y los inversionistas.

Este registro fue impulsado de nuevo por el grupo de alimentos que aportaron 4,33 puntos porcentuales y el de alojamiento y servicios públicos con 2,19 puntos, donde en este grupo en particular 0,79 se concentran en los precios de la electricidad, que registraron un crecimiento de 25,90% frente a agosto del año anterior. Este hecho generó tal preocupación al actual gobierno que lo llevó a redefinir los parámetros de cálculo de su tarifa específicamente el uso de las variaciones del Índice de Precios al Productor o IPP como factor de ajuste de los componentes de transmisión y distribución ya que ha registrado un crecimiento de 30,02% anual.

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Si bien analizar el dato actual es crucial, tal y como se mencionó antes otro aspecto igual de relevante es evaluar su impacto en las expectativas futuras de precios ya que esto afecta diferentes contextos, desde las decisiones de consumo futuro y presente de los hogares, hasta las estrategias de financiamiento de las compañías de emitir o no bonos indexados a la inflación. Para esto, en el grafico se puede ver el comportamiento de las expectativas de Acuerdo a la Encuesta Mensual de Expectativas de Analistas Económicos (EME) del mes de agosto y como se ajustaron para septiembre después de la publicación del dato.

Gráfico: Elaboración propia.
Datos: Banco de la República.

Como era de esperarse ante una sorpresa negativa en el dato de agosto, los cierres de 2022 y 2023 también se ajustaron al alza pasando de 9,90% a 11,33% y de 5,54% a 6,30% respectivamente. También se puede ver que si bien en la encuesta anterior en agosto de 2024 se esperaba que los registros de ajustaran y entraran al rango meta del Banco de la República, esta nueva publicación muestra que en septiembre de ese año con 4,50%, se ubicaría por encima y convergirían finalmente a la meta de inflación de 3% en 2027, es decir en 5 años.

De acuerdo a lo anterior, es claro que todavía se espera que el resto de 2022 y el 2023 sigamos enfrentados a altas inflaciones. ¿Por qué es relevante esto? Este escenario específico podría llegar a afectar el crecimiento económico ya que si los precios se mantienen altos en periodos prolongados deterioran el consumo de los hogares, que es una de sus fuerzas más importantes.

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También las expectativas de inflaciones altas reducen el apetito de los inversionistas por bonos de largo plazo ya que el valor del dinero futuro se hace menor ante el aumento en los precios, lo que implica menor demanda por TES de largo plazo en un momento donde el país tiene un alto déficit fiscal y se debe buscar financiarlo de la forma más barata posible.

Como se puede ver en el gráfico, si bien estos escenarios son dinámicos y cambian, han continuado sorprendiendo al alza impulsados en mayor medida por fuerzas de oferta como las cadenas de suministro y los altos precios de commodities derivados de la invasión rusa a Ucrania, lo que hace pensar que tan efectiva podrá ser la postura de altas de los bancos centrales, incluyendo el nuestro para detener no solo la inflación actual sino su expectativa futura.

Por: Gregorio Gandini*
*El autor es fundador de Gandini Análisis, plataforma donde crea contenido de análisis sobre mercados financieros y economía. También es el creador del podcast Gandini Análisis y se desempeña como profesor en diferentes universidades en temas asociados a finanzas y economía.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.