La guerra entre Rusia y Ucrania supuso un antes y un después en el comercio de armas a nivel global. Forbes hace un análisis de lo que este conflicto ha representado en el flujo de asistencia militar y en las reglas establecidas en los tratados internacionales.
La invasión rusa en Ucrania ya completa más de siete meses y lejos de ralentizarse, el conflicto se sigue agudizando y existe la posibilidad de que escale. De hecho, el pasado 21 de septiembre, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó aumentar el número de tropas mediante una “movilización parcial” de reservistas. Esto ante el éxito de las ofensivas ucranianas al recuperar parte de su territorio, retomando el control de más de 6.000 km2 en el sur y este del país. Cabe destacar que esto no habría sido posible sin la ayuda internacional que ha recibido el gobierno de Volodimir Zelenski desde que inició la guerra.
Ucrania ha combatido a los rebeldes en el este del país desde 2014 utilizando su inventario de armas, principalmente de la era soviética. Sin embargo, entre 2017 y 2021, sus importaciones de armas principales siguieron siendo muy limitadas y solo representaron 0,1% del total a nivel mundial, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Dicho panorama cambió radicalmente a partir del 24 de febrero de 2022, cuando se oficializó la guerra con Rusia.
Hasta la fecha, Estados Unidos ha sido el país más comprometido con el apoyo a Ucrania, pues ha otorgado una cantidad superior a US$11.000 millones en asistencia de seguridad desde el 24 de febrero, además de donaciones de armas. Dicho monto asciende a US$15.200 millones a partir del inicio de la administración de Joe Biden, de acuerdo con los datos más recientes del Foro de Comercio de Armas.
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Cabe destacar que, el pasado 9 de mayo, Biden autorizó la ley de Préstamo de Defensa de la Democracia de Ucrania de 2022, que exime temporalmente de ciertos requisitos relacionados con la autoridad del presidente para arrendar artículos de defensa, siempre y cuando sean destinados al gobierno de Ucrania u otros países de Europa del Este afectados por la invasión rusa.
Para 2022 y 2023, un acuerdo de préstamo de artículos de defensa en virtud de este proyecto de ley no estará sujeto a ciertas disposiciones que suelen aplicarse en esos casos, incluyendo un requisito que generalmente prohíbe que un período de préstamo supere los cinco años.
Posteriormente, el 21 de mayo, el mandatario estadounidense firmó un proyecto de ley sobre créditos suplementarios para Ucrania por US$40.000 millones, que prevé recursos para equipos de defensa, ayuda a migración y refugiados, apoyo normativo y técnico en materia de energía nuclear, protección alimentaria de emergencia, subsidios económicos e incautación de bienes relacionados con la invasión.
Otros países que se han destacado en la ayuda a Ucrania son Alemania, que otorgó 500 sistemas de defensa antiaérea Stinger, más el permiso para que otros países seleccionados envíen armas bajo su control; Noruega y Reino Unido, que se aliaron para donar una artillería de cohetes de largo alcance; y República Checa, que se destacó por ser el primero en enviar tanques a Ucrania, incluyendo carros de combate T-72 y vehículos blindados de transporte de personal desde el pasado 5 de abril.

República Checa también fue el principal proveedor de armas a Ucrania entre 2017 y 2021. Según el SIPRI, dicha nación representó 41% del total de las importaciones de armas ucranianas y cedió 87 vehículos blindados y 56 piezas de artillería. Por su parte, Estados Unidos ocupó el segundo lugar con un 31% representado en entregas que incluyeron 540 misiles antitanque ligeros. Además, Francia, Lituania, Polonia y Turquía fueron los otros abastecedores importantes de Ucrania para entonces.
Las entregas de armas a Ucrania tuvieron, por lo general, un significado más político que militar, que aumentó su importancia a medida que las tensiones con Rusia empeoraron a finales del año pasado. De hecho, entre 2017 y 2021, la transferencia de armas a Ucrania con el mayor impacto militar fue la entrega de 12 vehículos aéreos armados no tripulados por parte de Turquía.
El bajo nivel de transferencias de armas a Ucrania entre 2017 y 2021 se explica en parte por sus limitados recursos financieros y por el hecho de que tiene su propia capacidad de producción de armas y un gran arsenal existente. Además, hasta febrero de 2022, varios de los mayores Estados exportadores de armamento habían restringido los envíos a Ucrania debido a la preocupación de que dichas transferencias pudieran contribuir a la escalada del conflicto. No obstante, eso pasó a un segundo plano cuando la invasión rusa comenzó a materializarse.
Los retos
El asociado senior del Foro sobre el Comercio de Armas, Jeff Abramson, dijo a Forbes que el grupo de contacto de la institución detalló que alrededor de 30 países han dado asistencia militar y humanitaria a Ucrania (ver gráfico). Incluso, sostuvo que “se les ha dado más de lo que han gastado”.
Entre 2012 y 2021, el gasto militar de Ucrania pasó del 1,61% a 3,23% del PIB, que para entonces se ubicaba en US$198.320 millones, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para el experto, hay una serie de impactos actuales e inesperados por la forma en que se desarrolla la guerra en Ucrania y el suministro de armas que se le proporciona. Una de las cosas que se verán en el corto plazo es un aumento dramático en el comercio y la producción dentro del mercado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan); los países pertenecientes al organismo suelen comprar equipos occidentales y americanos para reemplazar las existencias de armamento ruso y soviético que están enviando a Ucrania.
Solo el pasado 13 de septiembre, el presidente Zelenski hizo un llamado a Occidente para “acelerar la entrega de armas y fortalecer la cooperación para derrotar al terrorismo ruso”. De acuerdo con Abramson, es posible que los aliados respondan a esa solicitud, y en algún punto, los países de la OTAN tendrán que producir más.
“Muchos mandan sus armas a Ucrania y deben reemplazar eso ahora para su producción doméstica. El tema es la capacidad, pues no puedes sacar una fábrica de armas de la noche a la mañana”, añadió.
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El panorama actual ha generado retos importantes para la misma Rusia, que se ha visto obligada a buscar armas en Irán y Corea del Norte para seguir con su lucha. De acuerdo con el diario
The New York Times, las sanciones impuestas a Moscú han obstaculizado sus líneas de suministro habituales, lo que ha llevado a especular que la participación rusa en el comercio global de armas puede ser absorbida por otros actores como China.
En la actualidad, Rusia representa 19% de las exportaciones de armas, ubicándolo en el segundo lugar después de Estados Unidos, que posee 39% de la torta, de acuerdo con datos del SIPRI. Al mismo tiempo, el instituto reveló que los principales mercados de exportación armamentística rusa son India (28%), China (21%) y Egipto (13%).

En cuanto al país gobernado por Xi Jinping, cabe destacar que ocupa la cuarta posición con 4,6% del market share y tiene como clientes principales a Pakistán (47%), Bangladesh (16%) y Tailandia (5%).
Teniendo en cuenta que Rusia aún aventaja a China por casi 15 puntos porcentuales, Abramson aseguró que la guerra en Ucrania no cambiará las capacidades de China, sobre todo si se considera el potencial curso de colisión con EE.UU. debido al conflicto con Taiwán.
Pese a que Biden señaló durante la asamblea general de la ONU que su país “no busca una guerra fría con China” y que “no apoyará ningún cambio unilateral del statu quo con Taiwán”, el experto del Foro de Comercio de Armas aseveró que “un conflicto entre China y Taiwán viene más cerca de lo que se cree”.
“Estados Unidos espera que China aprenda la lección de que la invasión es difícil, y si bien está el ejemplo de Ucrania para el conflicto de Taiwán, hay mucha tensión en el aire. Además, China tiene reservas armamentísticas más sofisticadas, y lo que hace EE.UU. es darle armas a Taiwán para que puedan sostener una invasión. Creo que hay muchos peligros de escalada potencial que tal vez no estén recibiendo la atención que merecen”, recalcó Abramson.
Los tratados internacionales
El 24 de diciembre de 2014, Amnistía Internacional logró que el Tratado sobre Comercio de Armas (TCA) se convirtiera en ley tras 20 años de campaña. Hoy en día, más de 100 países están adheridos y más de 30, entre los que se encuentra Ucrania, han firmado el convenio. Cabe destacar que Rusia no hace parte del pacto.
Las disposiciones del TCA prohíben a los Estados parte la transferencia de armas cuando sea probable que se utilicen para cometer violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluyendo el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra. Dado el acto de agresión de Rusia y su historial en el conflicto hasta el momento, muchas naciones están de acuerdo en que sería ilegal, en virtud del tratado, transferir armas a Rusia.
Asimismo, el investigador sobre control de armas de Amnistía Internacional, Patrick Wilken, explicó a Forbes que muchos Estados parte en el TCA tienen embargos de armas contra Rusia desde hace mucho tiempo. En particular, la Unión Europea destaca por reforzar su embargo para detener las transferencias residuales de equipos procedentes de contratos anteriores a 2014, cuando la retención no estaba en vigor.
Por parte de Ucrania, aunque existe un amplio consenso en que las transferencias de armas no violan los artículos 6 y 7 del tratado, relacionados con prohibiciones y evaluación de exportaciones respectivamente, las ONG han puesto de relieve los riesgos que entraña el artículo 11 del TCA, relativo a la desviación.
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Por ello, han instado a los Estados proveedores a que garanticen la seguridad de los suministros de armamento y la existencia de salvaguardias, como un registro adecuado de las armas enviadas y controles posteriores a la entrega, para reducir el riesgo de que caigan en manos de quienes las utilizarían para cometer graves violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario.
“Como Amnistía y otros han señalado a menudo, los Estados parte no cumplen con sus obligaciones, pero en el caso del conflicto entre Ucrania y Rusia, hasta ahora parece haber un entendimiento común entre la mayoría de las naciones involucradas y los signatarios de lo que significa el cumplimiento del tratado”, sostuvo Wilken.
En asuntos ajenos al conflicto entre Rusia y Ucrania, el movimiento también ha consolidado controles similares en toda la UE y sigue haciendo campaña contra las transferencias irresponsables de armas a nivel mundial.
No obstante, el investigador detalló que varios Estados (sobre todo el Reino Unido y Francia) han seguido suministrando armas sin restricciones a las fuerzas de la coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos en medio del conflicto bélico que tiene lugar en Yemen desde 2014 y que ha sido calificado como la peor crisis humanitaria del planeta.
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Otros actores como Alemania, los países nórdicos y los Países Bajos cesaron los suministros ante las campañas públicas de rechazo frente a esta crisis, mientras que naciones como Italia y Estados Unidos impusieron algunas restricciones a la venta de armas que podrían utilizarse a futuro en el conflicto.
Por otro lado, países como el Reino Unido, Bélgica, Francia e Italia se han enfrentado a litigios por suministros de armas a la coalición liderada por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, mientras que el Tribunal de Apelación del Reino Unido ha obligado a suspender temporalmente los suministros.
Aunque las “transferencias irresponsables” de armas continúan en algunos casos, Wilken destacó que, como resultado de las campañas internacionales en torno a este tema, los Estados se enfrentan a un estigma considerable “por suministrar armamento a actores que probablemente las utilicen para cometer graves violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario internacional”.
Lo anterior permite entender por qué Rusia se ha visto obligado a buscar canales alternos para complementar su arsenal de armas en medio de la nueva ofensiva que planea en medio de su invasión a Ucrania. No obstante, el mundo ya ha empezado a notar signos de debilidad en su estrategia, y si se tiene en cuenta que la comunidad internacional se ha puesto de lado de las fuerzas de Zelenski, amparada por los tratados existentes, las perspectivas que apuntan a un “estrepitoso fracaso” de Putin no estarían tan descabelladas.
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