Aunque han tenido altibajos, pero el objetivo sigue siendo el mismo, el de desarrollar las habilidades y competencias de las personas, acompañarlas con asistencia técnica y apoyarlos para mejorar sus sistemas productivos y de comercialización.
Colombia es un país que tiene múltiples retos sociales, recalca Juan Carlos Castrillón, director de Campo Vivo, un negocio que se gestó en un nicho que gana cada vez más fuerza en el país: los emprendimientos sociales.
Son proyectos que centran su trabajo en lograr un triple impacto en las comunidades o territorios donde opera, es decir, contribuir en el ámbito social, ambiental y económico, por lo que su objetivo último no se reduce a tener los ingresos más altos.
En el caso especifico de Campo Vivo, el lente ha estado puesto sobre la educación, vista como un aspecto transversal a los demás ámbitos de desarrollo de las personas y los colectivos. Según explica su director, desde el inicio han buscado mejorar las capacidades de los pequeños productores y encontraron que a través de la formación podían hacer que los conocimientos adquiridos de la mano de los programas de Campo Vivo perduraran en el tiempo.
De esa forma es que han logrado impactar a miles de familias productoras, incrementando hasta en dos veces los rendimientos de los cultivos, favoreciendo a su vez la generación de ingresos y la calidad de vida de las comunidades.
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Este emprendimiento nació hace siete años, aunque era una idea a la que se le venía dando forma desde 2014, y surgió de la alianza entre McCain Foods y el nobel de paz Muhammad Yunus, destacado por sus aportes al emprendimiento social. “Allison McCain se comprometió a crear un negocio social en el mundo para ayudar a mitigar y reducir la vulnerabilidad de los pequeños productores y de los 140 países donde tienen operación, Colombia fue priorizada”, relata Castrillón.
A partir de ese momento han tenido altibajos, pero el objetivo sigue siendo el mismo, el de desarrollar las habilidades y competencias de las personas, acompañarlas con asistencia técnica y apoyarlos para mejorar sus sistemas productivos y de comercialización.
Pero llegar a ese punto de equilibrio no ha sido sencillo. “El modelo inicial no fue sostenible. Reflejamos sustanciales pérdidas hasta el 2018, entonces lo que hicimos fue en el 2019 darle una vuelta y encontrar el camino para lograr que el modelo de impacto social estuviera alineado con el modelo de negocio y así desde el 2019 hemos logrado la sostenibilidad”, dice el ejecutivo.
A la fecha, Campo Vivo opera en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Meta, pero vende sus productos en todo el territorio colombiano. Cuenta además con un equipo de 20 empleados directos y otros aliados para el desarrollo del negocio. Ha beneficiado a más de 1.400 familias productoras, asistido a más de 18 municipios y 3 departamentos, en donde promueven el empoderamiento de las comunidades para que cuando Campo Vivo salga de los territorios puedan seguir en esa línea positiva.
Aproximadamente, un 90% de los agricultores trabajan en la informalidad, explica Castrillón. “Todos estos productores están expuestos a desigualdades y son muy vulnerables sus negocios, sus ingresos y su calidad de vida, pues en este gran tejido empresarial hemos podido tener un triple impacto consistente, un impacto financiero, social y ambiental, para lograr impulsar el agro y también para inspirar a otras empresas a desarrollar negocios con un impacto relevante”, agrega.
De acuerdo con Castrillón, el auge de este tipo de emprendimientos en Colombia es clave como un alternativa a los mecanismos de beneficiencia tradicionales, que pueden dar una solución a corto plazo, pero que no resuelven del todo los retos sociales, mientras que en el caso de los emprendedores sociales es un propósito que reside en su core de negocio y por tanto están en búsqueda de un impacto más duradero.
Hacia el futuro, resalta Castrillón en Forbes, hay dos objetivos: seguir inspirando a otras compañías a replicar modelos como el suyo y consolidar su presencia el mercado como una marca diferencial, razones por las que participaron del Programa Consultoría de Impacto de BCG, siendo uno de los nominados al Premio Emprendimiento Social BCG-YSB 2022.
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