El nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destacó que la región se enfrenta a un momento histórico debido a la gran cantidad de crisis superpuestas que enfrentamos.
El nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el economista israelo-brasileño Ilan Goldfajn, pronunció hoy su discurso inaugural, en el que destacó su visión y las tres prioridades que considera centrales para la institución, así como los retos de la región y cómo puede ayudarla.
La primera de ellas hizo énfasis en los temas sociales, aspecto que siempre incluye la desigualdad y sus dimensiones. Esto teniendo en cuenta que hasta 60 millones de personas son pobres y los precios de alimentos llegaron a niveles no vistos desde la década de los 90.
En segundo lugar mencionó el cambio climático, por lo que propuso facilitar inversión para mitigación y adaptación, así como tener más ambición para que los paises cumplan dichas metas de manera responsable. Actualmente, la región tiene hasta tres veces más acontecimientos climáticos destructivos frente a los años 50, generando diez veces más daños.
Un tercer aspecto resaltó la necesidad de invertir más en infraestructura fisica y digital, asi como aumentar productividad. Y es que entre 2008 y 2017, solo se invirtió 2,8% de PIB en infraestructura en toda la región, número que apenas representa la mitad del registrado en Asia Pacifico. Además de puertos y puentes, la infraestructura digital es clave, siendo una oportunidad al mejorar tanto la conectividad como los servicios públicos.
“Necesitamos un BID más agil y más efectivo, basado en una gobernanza sólida y con los clientes en el centro, así como una trasnformaciómn digital exitosa. Hay un consenso abrumador en que necesitamos un BID más fuerte, y aprovecharé esa oportunidad para eso”, dijo el directivo en su primer pronunciamiento oficial.
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La visión de Goldfajn apunta a construir sobre el legado del banco para ser la institución de desarrollo multilateral más importante en Latinoamérica. Desde su perspectiva, el BID tiene que ser el socio de mayor confiabilidad en la región para que los gobiernos acudan no solo por financiamiento, sino por conocimiento y soluciones, y así innovar frente a los retos de la región.
“En 2021, solo 53% de los proyectos completados del BID recibieron una nota positiva. Podemos y debemos hacerlo mejor, pero esto requiere mejor medición, procesos correctos y políticas correctas. Esto signfica trabajar en sociedad estrecha con sector privado para movilizar capital y tener impacto en el desarrollo efectivo”, añadió.
Goldfajn también planea avanzar con el mandato de reformas en BID Invest y BID Lab mediante un plan que permita liberar su potencial. Esto implica asegurarse que las operaciones de sector privado tengan impacto en el desarrollo, pues no es suficiente que haya buen retorno con estos proyectos, ya que también deben generar bienes públicos. Al mismo tiempo, se debe hacer mejor uso y apalancar el capital para maximizar su impacto congruentemente con los lineamientos de ecuación del banco.
Todos estos objetivos apuntarían a posicionar a Latinoamérica y el Caribe como un espacio para nuevas soluciones a los retos mundiales compartidos, como la inseguridad alimentaria y energía limpia, que no solo benefician a la región, sino a otros países y regiones para acercarse a las metas climáticas de Paris. Esto demanda seguir trabajando para habilitar a las comunidades indígenas en la promoción de prácticas como bioeconomía, agricultura sostenible y forestación.
En medio de su discurso, Goldfajn confesó que quiso unirse al BID porque siente una vocación y un propósito. Luego de su paso por el sector privado y academia, destacando sus roles como director del Hemisferio Norte para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y presidente del Banco Central de Brasil, el economista reconoció que “un lugar como el BID es un sitio donde se pueden mejorar vidas a una escala que solo se logra en una institución como esta, y eso no es solo un slogan, pues con trabajo duro y enfoque correcto se pueden satisfacer necesidades y aspiraciones de la región, dando una sensación de esperanza en el futuro”.
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Goldfajn también destacó que el escenario actual provee un momento histórico para el BID y la economía mundial en medio de un escenario de crisis superpuestas sin precedentes, como la pandemia de Covid-19, la guerra entre Rusia y Ucrania, la agresividad del cambio climático, cifras históricas de inflación y una crisis económica que amenaza con convertirse en una recesión. “Las decisiones que tomemos van a definir como progresan nuestros pueblos en las próximas décadas”, detalló.
Solo basta con observar algunos indicadores adicionales: en dos décadas, América Latina ha crecido 12 veces menos que las economías emergentes de Asia, y durante la pandemia los déficits se duplicaron y la deuda publica se disparó. Asimismo, el aumento en costos de prestamos ejercerán más presión, lo que hace mas difícil obtener recursos públicos, aspecto clave para satisfacer la demanda de ciudadanos, atajar la pobreza y la desigualdad en todas sus dimensiones.
Adicionalmente, la pandemia golpeó con especial dureza a las familias de bajos ingresos, que perdieron tres veces más empleos que las acaudaladas. Unido a ello, la pobreza extrema afecto a 82 millones de personas, dando marcha atrás a un cuarto de siglo de avances en la región.
“Creo que ninguna otra organización tiene tanta experiencia sobre el terreno para trabajar con los países. Siendo un banco de conocimiento, ofrece claves para mejorar politicas publicas, pero se puede hacer más”, sostuvo.
Goldfajn también prometió dirigir el BID “con integridad para lograr más en la región”, comentario que apela a la controversia generada por la salida de su predecesor, Mauricio Claver-Carone, destituido por violar las políticas del banco. “Es momento de seguir adelante y vamos a crear un entorno para escuchar, aprender y respetar diferentes enfoques. Este no es un lugar para la intolerancia. Juntos podemos crear un grupo BID más efectivo. La confianza es un habilitador poderoso para el éxito”, concluyó.