El BID sugiere fortalecer la capacidad de investigación y la transferencia tecnológica orientada a la pequeña agricultura.

Los ires y venires del gobierno de Gustavo Petro sobre el futuro de los hidrocarburos han generado múltiples cuestionamientos, pero el más central de todos se pregunta de qué vivirá Colombia si renuncia al carbón, al gas y al petróleo. Independientemente de si estamos de acuerdo o no, la rectificación en 2021 del Acuerdo de París, que apunta a realizar un proceso rápido de descarbonización para 2050, hace que los países andinos enfrenten pérdidas clave en potencial de crecimiento y oferta exportadora.

Bajo esta perspectiva, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó el estudio “Nuevos Horizontes de Transformación Productiva en la Región Andina”, donde analiza las oportunidades de Colombia y los países vecinos. Sus proyecciones apuntan a sectores como agricultura, encadenamientos productivos, servicios e industrias extractivas, donde además coinciden con las prioridades del gobierno colombiano en cuanto al futuro de la economía nacional.

“Colombia es una mina de otro del ecoturismo y también tiene muchas oportunidades en materiales como el cobre para la minería (…) Nuestro reto es fortalecer a fondo la comunidad andina como zona de comercio e inversión, pues sus cadenas de valor deben ser una ventaja, pero ahora no hay redes regionales de ciencia y tecnología”, comentó el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.

En ciencia y tecnología, las cifras muestran que se invierte muy poco tanto en Colombia como en Latinoamérica, generalmente con menos de 1% del PIB destinado a esos rubros. Al respecto, Ocampo destacó que la nación ocupa el décimo lugar de la región, donde también se ha mostrado “quedada” en los sectores industrial y de servicios. Al mismo tiempo, si bien hay muchas oportunidades con producción agropecuaria, “aun así estamos flojos”.

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A pesar de ello, el gerente general del BID para los países andinos, Tomás Bermudez, sostuvo que Colombia tiene gran oportunidad en sector agrícola, que creció 2% en 2020, abriendo posibilidades para tomar una posición más predominante. Para lograrlo, se necesita promover infraestructura, servicios tecnológicos y conectar sectores con nuevas oportunidades para insertar a la economía colombiana en los mercados internacionales.

Con estos desafíos en mente para el país, el ejecutivo dejó claro que la gran tarea para Latinoamérica es su diversificación. “Desde el BID pondremos conocimiento a disposición de Colombia para lograr consensos entre sector público, privado, academia y gremios para que los objetivos sean una meta país, y así trabajar en una hoja de ruta de acciones que trasciendan a Petro y a los próximos cinco o seis presidentes. Así, Colombia estará integrada a cadenas de valor y tendrá una economía más verde”, dijo.

En esa transición a una economía más verde, minerales como cobre, niquel y grafito han cobrado mayor relevancia gracias a las oportunidades en torno a ellos, según resaltó Ocampo. Al respecto, Bermúdez enfatizó en diálogo con Forbes que el BID no financiará proyectos mineros, pero sí entiende que es la dinámica global de transición energética y los minerales más importantes para ello “están en nuestra región”.

“Hemos decidido prestarle atención al tema, entonces estamos tratando de trabajar con los reguladores, ministerios, agencias de regulación, empresas del sector privado y con las comunidades para configurar mecanismos de transparencia, y que así se hagan las conversaciones que se tienen que hacer entre los distintos stakeholders para cualquier proyecto minero”, explicó.

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Frente a la forma en que se aprovechan dichos recursos, el ejecutivo detalló que la clave para su buen uso, así como de inversiones productivas, está en aportarle un valor agregado que resulte de “desarrollar capacidades en nuestra gente para poder hacer parte de lo que es esa transición energética, más allá del mineral e infraestructuras”.

En el caso colombiano en particular, Ocampo detalló que la meta de gobierno en inclusión financiera es que un millón de microempresarios tengan créditos formales al final del cuatrienio como parte de una estrategia de impulso productivo al exportador, que también abarca un esfuerzo por parte de “bancos de desarrollo de segundo piso” por medio del Grupo Bicentenario, sociedad de economía mixta perteneciente a la rama Ejecutiva del orden nacional.

“Las prioridades son la inclusión crediticia y trabajar con el sistema cooperativo, que también depende del ministerio de Hacienda, así como la economía verde, que abarca cambio climático, mitigación y adaptación, sobre todo la manera en que frenamos la deforestación”, agregó.

El entorno parece de amenaza, pero en realidad hay oportunidades. Los expertos son conscientes de que solo dos cosas pequeñas como infraestructura y agricultura son capaces de generar crecimiento, pero hay que tomar decisiones. De ahí la importancia en avanzar en estos diálogos para que, tanto gobiernos como la banca de desarrollo, puedan traer soluciones que aporten ese granito de arena que le falta a América Latina para alcanzar la totalidad de su potencial verde.

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