La reconversión productiva es necesaria para que la población mayor pueda seguir participando del mercado laboral, adaptándose a las necesidades del nuevo mundo empresarial. ¿Cómo le va a Colombia en materia de empleo para los adultos mayores?
El informe de Perspectivas de la Población Mundial 2022, elaborado por Naciones Unidas, indica que la esperanza de vida de las personas ha ido en aumento y para el 2050 se prevé cercana a los 77,2 años.
Para ese mismo periodo, las personas de más de 65 años duplicarán la cantidad de niños menores de 5 años. Si bien el aumento de la longevidad es una noticia positiva, también implica que se debe garantizar calidad de vida e inclusión para las personas mayores.
“El punto más crítico en este momento es la discriminación por edad que tienen que enfrentar las personas mayores en el mercado laboral”, plantea Juan Pablo Alzate, líder de Generación de Ingresos de la Fundación Saldarriaga Concha. Si bien esta población sufre porque la inserción laboral es dura, son personas que quieren mantenerse activas, emprender, trabajar y participar en política.
“Todavía creemos que una persona mayor es una persona vieja, enferma o un abuelito, lo que conlleva una carga peyorativa”, resalta Ángela Sabogal Camargo, Coordinadora de la Alianza por la Inclusión Laboral. “La edad productiva de las personas se ha ampliado y hay que cambiar esa mentalidad”.
En noviembre de este año, Sabogal presentó los resultados del Informe Nacional de Empleo Inclusivo INEI 2021-2022, que en esta tercera edición incluyó un capítulo específico sobre las personas de más de 55 años. Basado en datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (2021) realizada por el Dane, el estudio da cuenta de varias cifras interesantes: el 31% de esta población reportó estar trabajando y un 47% aseguró que se dedica a oficios del hogar. Dentro del grupo se destaca que el 2,4% está en búsqueda de empleo.
La distribución varía dependiendo de la ubicación, así pues la participación en la fuerza laboral es menor en zonas urbanas (29,6%) comparado con las zonas rurales (36,4%).
Por sectores, la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca es la principal rama de actividad de los adultos mayores (22,14%), seguida del comercio (18,16%), la industria manufacturera (9,9%), el transporte y almacenamiento (6,85%) y la construcción (6,62%). Más de la mitad de la población activa se desempeña como trabajadores por cuenta propia (59,9%).
El gran reto: la formalidad
El Índice Multidimensional de Inclusión Social y Productiva de las personas mayores, elaborado por la Fundación Saldarriaga Concha, señala que la inclusión productiva de la población mayor asciende al 16%. Sin embargo, Alzáte cuestiona en qué condiciones se da esa inserción en el mercado laboral.
Según el INEI 2021-2022, la proporción de informalidad de los trabajadores mayores de 55 años es de 76,97%, frente al 58,59% de los adultos entre 18 y 54 años.
“Esto hace que, si bien tienen empleos y unos ingresos, sea un empleo precario y que no cumple con las condiciones de prestación social, lo que es prioritario”, indica Sabogal. Atender este desafío es crucial, sobre todo para aquellos adultos mayores que son los proveedores primarios de sus hogares y que requieren de esas garantías.
En el caso de las mujeres el reto es mayor, debido a que las diferencias de género persisten en este grupo. De acuerdo con la experta, es imperativo derribar los estereotipos y roles de género que obstaculizan la entrada de las mujeres adultas mayores a la fuerza productiva. Según el estudio, tan solo un 16,4% de las mujeres consultadas en la encuesta aseguró estar trabajando, mientras 68,8% dijo que los oficios del hogar eran su principal actividad.
Educación e inclusión
Los expertos coinciden en que la educación puede ser la llave del mercado laboral, toda vez que tenga ese factor de pertinencia, considerando las condiciones específicas de la población adulta mayor, que es diversa en sus niveles académicos. Así lo demuestra el INEI 2021-2022, en el que se expuso que una de cada 10 personas mayores de 55 años no sabe leer ni escribir.
“Existen unos retos importantes para la vinculación productiva de los adultos mayores, muchos no tienen habilidades tecnológicas o su vocación socio-ocupacional está orientada hacia unas áreas que ya no son tan necesarias en la economía”, explica Sabogal.
Por ello, las estrategias de reconversión productiva deben cubrir desde los aprendizajes más elementales hasta las competencias específicas que exige el mundo empresarial de hoy. “Hay que fortalecer mucho la oferta educativa para el empleo y para el emprendimiento de las personas mayores, haciendo énfasis en el desarrollo y fortalecimiento de habilidades digitales, educación financiera y competencias básicas en matemáticas y otras áreas”, complementa Alzate.
Otro de los componentes de esta formación es la guía para introducirse y desenvolverse en las nuevas modalidades de trabajo –como la oficina híbrida– que exigen un dominio de programas ofimáticos, dispositivos inteligentes, plataformas de reuniones, entre otras tecnologías.
Saber hacer y emprender
Las personas adquieren destrezas, habilidades y conocimientos empíricos que siguen siendo necesarias y de gran valor para algunas compañías. En ese sentido, propone Sabogal, es prioritario avanzar en la certificación de esos aprendizajes previos que pueden abrirle un espacio en las organizaciones a las personas mayores.
Asimismo, el potencial productivo de los adultos mayores se puede enfocar en actividades diferentes al trabajo para una empresa, como la educación continuada y el emprendimiento, desde los intereses de cada uno.
“Ellos quieren mantenerse activos. La vida es para seguir disfrutándola, aprendiendo, conociendo nuevas personas y haciendo comunidad, y ese es el enfoque de nuestro programa”, destaca Elisama Dugarte, directora del Centro de Educación Continuada de la Universidad del Norte.
Desde el 2019, la institución educativa trabaja en una iniciativa de aprendizaje con niños desde 3 años hasta adultos mayores de 55 años. A través del programa ‘Maestros de vida’ atienden a la población de la tercera edad, ofreciéndoles la posibilidad de tomar un curso libre en la universidad, en el área de su preferencia, como la fotografía, la literatura o la música.
Dugarte resalta que han visto un creciente interés de esta población por aprender cosas nuevas, realizar actividades que les generen ingresos y adquirir competencias en el ámbito de los negocios y el emprendimiento. “Tenemos que mirar a todas esas personas que están activas, que aunque culminaron su vida laboral están ávidas de conocimiento y de hacer parte de la vida productiva. El propósito de este programa es irnos adelantando en este proceso. El enfoque no ha sido netamente laboral, pero estamos seguros de que va a haber una población que sí va a requerir eso y hacia allá vamos”, concluye.
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