Colombia es uno de los países con la jornada laboral más extensa entre los miembros de la OCDE. La reforma propone que pase de 48 a 42 horas.

Esta semana se conoció el borrador de reforma laboral que será discutido con los representantes gremiales, con ánimo de construir una propuesta final que será presentada el póximo 16 de marzo. Uno de los puntos transversales a todo el proyecto es la reducción de la jornada laboral, que se propone pase de 48 horas semanales a 42.

La propuesta no es nueva. De hecho, a partir de este año, entrará en vigencia la Ley 2101 de 2021, aprobada durante el gobierno de Iván Duque, que establece que las empresas deberán disminuir gradualmente la jornada laboral de 48 a 47 horas en el 2023, luego a 46 y a partir del 2025 deberá reducirse dos horas hasta llegar a un máximo de 42 horas semanales.

Lo anterior obedece a que Colombia es hoy en día uno de los países que más horas trabaja a la semana entre los miembros de la OCDE. En comparación con la región no es una diferencia amplia, pero si se contrasta con otros países de Europa, donde se lelga a trabajar hasta un máximo de 35 horas, dicha diferencia es más notoria.

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No obstante, como alegaron en su momento desde el tejido empresarial, el cambio inmediato de 48 a 42 horas en Colombia no sería sencillo y tendría un impacto considerable en las compañías, de ahí que se planteara que el proceso fuera gradual. ¿Pero es necesaria la reducción de la jornada laboral en Colombia?

El viceministro de Relaciones Laborales e Inspección, Edwin Palma, afirma que es una tarea pendiente que tiene Colombia, para alinearse con las recomendaciones que ha establecido la Organización Internacional del Trabajo. Desde hace 51 años que la entidad fijó que el máximo de la jornada de trabajo semanal debería ser de 40 horas y no de 48, como lo había sugerido en sus mandatos iniciales la OIT.

“Las normas laborales necesitan actualizarse a las realidades económicas y sociales que vive nuestro país y que demandan darle mejor calidad de vida a las personas que trabajan y mejorar la productividad de manera sustancial, como repite con insistencia nuestro presidente, debemos dar un salto en la generación de valor agregado y eso no se hace con arduas jornadas de trabajo sino con conocimiento, tecnología y educación”, recalca el viceministro.

En contraste, hay expertos que aseguran que la medida podía esperar más tiempo, teniendo en cuenta el contexto económico incierto que atraviesa actualmente el país, puesto que la norma indica que la reducción de la jornada no implicará menores costos para las empresas, sino que están obligadas a no disminuir salarios ni prestaciones legales.

“El empleador deberá pagar lo mismo por menos horas de trabajo; pero dependiendo de las tareas o funciones encargadas, el tiempo alcanzará para ejecutar sus deberes. Si no es así, deberá el empleador pagar horas extras, o contratar a otra persona para suplir lo faltante. El mayor reto es que el trabajador cumpla sus obligaciones en menos tiempo, para evitar esos pagos adicionales. Y estará motivado si se organiza bien para que la jornada le alcance”, explicó Diana María Gómez Hoyos, Directora de Especializaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de La Sabana.

¿Entonces mejor mantener jornadas de trabajo más largas?

Al respecto, un artículo del exministro de Educación, Alejandro Gaviria, ahondó en los efectos de la reforma laboral presentada por el gobierno de Álvaro Uribe en el 2002, la cual proponía una extensión de la jornada laboral diurna, encontró que los resultados fueron menos promisorios que los esperados.

Si bien el estudio, aclaró en las conclusiones Gaviria, se había realizado a partir de una estrategia empírica y seguía sometido al avance de la implementación de la reforma, en un primer momento se encontró que pese a la reducción de costos por la ampliación de la jornada y la disminución del costo de despedir a personas con larga trayectoria en las compañías, “no hubo un efecto sustancial de la reforma sobre la generación de empleo”.

Destacó que los mayores efectos favorables de la reforma, respecto a la jornada laboral, se hallaron el sector de servicios, frente a otros como el de manufactura.

Consulte el documento aquí.

“Los resultados no sugieren un efecto sustancial de la reforma sobre la generación de empleo. Tanto la evidencia directa, basada en las respuestas de los representantes de las empresas entrevistadas, como la evidencia indirecta, basada en las diferencias sectoriales medidas a partir de la ECH, indican que los efectos sobre el empleo fueron marginales. La reforma laboral fue mencionada como un factor determinante en la generación de empleo por un porcentaje irrisorio de los encuestados”, concluyó el estudio.

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