Otra dimensión en la que debe medirse el éxito de un país, igualmente importante o inclusive más, si se tiene en cuenta la viabilidad de la humanidad hacia el futuro, se trata de su desempeño medioambiental.
Medir el éxito de un país como el resultado de la cantidad de actividad económica, PIB per cápita, o el montón de “cosas y servicios” que se ofrecen en la economía es una medida completamente equivocada. Claro que tener una economía dinámica y fuerte es un requisito para brindarle bienestar a la población, pero la medida del éxito de un país también se basa en la fortaleza de sus democracias, el nivel de educación de su población, la desigualdad, nutrición y muchas otras dimensiones. Sobre estas, tener un PIB per cápita alto no es suficiente, aunque sin lugar a dudas ayuda.
Otra dimensión en la que debe medirse el éxito de un país, igualmente importante o inclusive más, si se tiene en cuenta la viabilidad de la humanidad hacia el futuro, se trata de su desempeño medioambiental. Un país verdaderamente desarrollado debe cumplir con las dos dimensiones: brindarle a su población lo necesitado para tener una buena vida, y no sobrepasar sus límites ambientales. Esta visión ha sido desarrollada en lo que se ha hecho conocer como la teoría del donut. Si tenemos en cuenta estas dos, tenemos un extraño ganador de este concurso del desarrollo: Costa Rica.
Distintos estudios han proyectado el desempeño de los países en estas medidas y existe una tendencia evidente: los países que han logrado cumplir con los cimientos sociales, lo han hecho destruyendo a su medio ambiente; los que no tienen un impacto significativo a su ambiente flaquean en brindarle a sus poblaciones el mínimo de prosperidad.
Ciertas narrativas consideran que el camino indicado para el desarrollo se asienta en primero brindarle el bienestar necesitado a su población, para después poder preocuparse por el medio ambiente, en lo que se ha hecho llamar como La Curva Ambiental de Kuznets, pero esta teoría minimiza múltiples indicadores ambientales, los impactos del consumo de los países desarrollados en los otros países, las dinámicas neocoloniales existentes y vaticinan un futuro inviable, pues si la mayoría del mundo debe tener un proceso de desarrollo sucio como el que han transitado los países “desarrollados” actuales, llegaremos a un punto de no retorno que hará inviable la actual supervivencia de nuestra civilización humana.
Costa Rica ha demostrado que es posible otro camino para brindarle bienestar a su población. Es un país que ha logrado que la mayoría de sus necesidades se han satisfecho, y lo han hecho con una economía en su mayoría en base al turismo, la energía renovable y la restauración de sus bosques. La apuesta de Costa Rica por un desarrollo limpio y equitativo los ha convertido en un importante líder en las conversaciones multilaterales sobre cómo encontrar una humanidad viable para todos; siendo con Dinamarca, los fundadores de la Beyond Oil and Gas Alliance, un grupo de países que se comprometen a poner una fecha límite a su dependencia económica y productiva a los combustibles fósiles, alianza en la cual ya han entrado Francia, Irlanda, Suecia y Portugal.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.