Menos del 30% de los profesionales de ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería son mujeres. En Colombia esa cifra se reduce al 24%. ¿Qué acciones hacen falta para cambiar esa tendencia?

En el mundo, menos del 30% de los profesionales en ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería, son mujeres. Y en Colombia, la cifra desciende a un 24%. En la razón de esta desigualdad se solapan aspectos de tipo económico, cultural y social, generando brechas que pueden tornarse crónicas y que, a su vez, alimentan un círculo vicioso de diferencias económicas y sociales.

STEM responde al acrónimo en inglés de Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Este término ha cobrado relevancia en las últimas décadas, ya que las STEM son la base de los avances que ha tenido la humanidad en diversas áreas como la medicina, la inteligencia artificial, las telecomunicaciones, la exploración del espacio, entre otras.

Y serán aún más relevantes en el futuro. Se afirma que las carreras STEM constituyen los empleos del mañana para fomentar el desarrollo sostenible; no solo para impulsar la innovación, sino también el bienestar social y el crecimiento inclusivo. También son áreas del conocimiento fundamentales para evitar futuras pandemias y contrarrestar el desastre climático, entre muchos otros desafíos. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha declarado que la formación en STEM es fundamental para lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Debido a la importancia de los retos que abordan las carreras STEM, la empleabilidad de sus graduados crece continuamente y los salarios generalmente son más altos que la media de todos los empleos. Se espera que hasta el 75% de los empleos para 2050 estén relacionados con el campo de las STEM, lo que llevará a una reducción a la mitad de los empleos que existen actualmente en otras disciplinas. Por ello, el fomento de la formación en STEM es urgente no solo para asegurar el futuro sostenible de la humanidad, sino para dotar a los jóvenes de las herramientas necesarias para sobrevivir en un futuro altamente tecnificado.

Sin embargo, la participación de las mujeres en los roles STEM revela una realidad que, desde la perspectiva de las brechas de género, resulta preocupante. Según la ONU, menos del 30% de los profesionales y científicos en STEM son mujeres. Esta situación puede ser aún más crítica en áreas relacionadas con las tecnologías de la información (24% en Colombia), que serán cada vez más relevantes en este espectro.

Aumentar la participación de las mujeres en roles STEM reduce la visión sesgada y tradicional que se ha tenido para resolver los problemas de la sociedad. Además, puede tener impacto en el incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países. Según un estudio del McKinsey Global Institute, si se promueve la igualdad de las mujeres en el campo laboral asociado con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, podría agregarse entre el 11% y el 26% al PIB mundial en una década. El número mayor se lograría en un escenario de igualdad plena.

De esta manera, dotar a nuestras niñas y jóvenes de herramientas para acceder a mejores empleos, ascender en sus carreras profesionales y científicas, y contribuir a resolver los problemas más importantes de la sociedad, nos favorecerá en muchos aspectos positivos, principalmente en tener mayor número de personas altamente formadas disponibles para trabajar por una sociedad mejor.

También generará impacto positivo fomentar   una visión plural para resolver problemas de manera innovadora y generar ambientes de colaboración equitativos y justos; así como promover la independencia económica de la mitad de la población, para que tomen sus propias decisiones y hagan respetar sus derechos.

Por esta razón, es una tarea crucial contribuir a la reducción de las barreras que limitan la participación de las mujeres en los sectores económicos asociados con las disciplinas STEM, desde diferentes niveles. El enfoque para abordar este problema debe ser sistémico, involucrando a los gobiernos, las instituciones educativas, las organizaciones públicas y privadas, los profesores, los investigadores, las familias y los estudiantes.

Y las acciones, respondiendo a políticas de Estado, deben apuntar a aumentar al equilibrio entre la vida profesional y la personal, promover condiciones laborales equitativas, prevenir la discriminación por razones de género en la evaluación de desempeño y la toma de decisiones, involucrar y retener a las mujeres jóvenes en roles STEM, introducir dimensiones de género en la investigación académica y empresarial, y erradicar los estereotipos de género. La Universidad de La Sabana y su Facultad de Ingeniería se han tomado muy en serio esta responsabilidad y dan ejemplo a través de la alta participación de las mujeres formadas en ciencia, tecnología, matemática e ingeniería en sus cargos directivos. Actualmente, más del 60% de estos roles son ocupados por mujeres. Además, desde la Institución se promueve el trabajo autónomo del grupo Women in Engineering (WIE), liderado por estudiantes mujeres, con el propósito de promover la formación de las jóvenes en STEM, en procura de  contribuir a tener un mundo cada vez más igualitario, solidario y sostenible.

Por: Martha Cobo*
*La autora es decana de la Facultad de Ingeniería, Universidad de La Sabana.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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