Desde su abuelo, que empezó como obrero en una mina, tres generaciones han creado un negocio alrededor de las esmeraldas.

El legado de tres generaciones está impreso en cada uno de los metros cuadrados del proyecto turístico que creó la familia de Pablo Montenegro. Rodeado de una abundante naturaleza, sobre la cima de una montaña y a escasos metros de túneles mineros de esmeraldas, se erige un hotel de lujo en el Chivor.

“Nosotros somos una familia que toda la vida ha estado en el negocio de las esmeraldas. Mi abuelo fue el primero, empezó como obrero en una mina y luego se apasionó por el mundo de las esmeraldas”, cuenta Montenegro.

Desde la juventud, su abuelo, el primero en la generación de la compañía, pasaba sus días en las minas extrayendo la piedra preciosa, hasta que le apostó a su pasión y licitó gran parte de las minas ubicadas en el municipio del sur oriente de Boyacá.

Pablo Montenegro.

La segunda generación fue la de su papá y sus tíos que se dedicaron a mantener vivo el negocio, que se caracteriza por sus vaivenes, puesto que hay épocas de bonanza y otras más bien desventuradas.

Esa inconsistencia tenía su impacto sobre la comunidad que vivía alrededor de la minería, y fue esta realidad la que motivó a su padre a crear una alternativa de ingresos que dinamizara la economía de la zona.

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Así nació el proyecto turístico, centrado en una experiencia de hotelería de lujo, con amenidades diferenciales y con el particular de poder sumergirse en la cultura esmeraldera.

“La idea del hotel surgió porque mi papá quería hacer algo que tuviera un impacto social y económico en la región. La demanda la había, porque conocer una mina genera inquietud y nosotros teníamos la posibilidad de ofrecerle eso a la gente”, dice Pablo Montenegro.

En su relato sobre los comienzos de esta aventura, Montenegro cuenta que inicialmente en la zona productiva estaba la montaña, abajo estaban los túneles mineros y los campamentos de los obreros y la administración. En la cima de la montaña habían tres cabañas, donde se quedaban su papá y sus tíos, pero que también estaban a disposición para recibir visitas. Eso les prendió el bombillo.

Al principio el plan era solo remodelar las instalaciones para nuevos visitantes, pero finalmente terminaron construyendo de cero un hotel, con suites amplias, spa y otros espacios de relajación; cada metro cuadrado, dice, les costó 2 millones de pesos.

Y así fue como le apostaron a abrir sus puertas a todo el público para mostrar la otra cara de la minería de las esmeraldas, tan marcada por el estigma de la violencia en el país.

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Emerald Boutique es el primer hotel temático en el mundo que centra su propuesta alrededor de las esmeraldas. “En el hotel todo gira alrededor de las esmeraldas, el plan principal para los turistas es conocer las minas, vivir la experiencia del recorrido y aprender de la mano de expertos cómo funciona la industria esmeraldera colombiana. Pero de una forma que no es rústica o agresiva”, resalta Montenegro.

El proyecto turístico ha tenido buena acogida y cada mes reciben entre 25 y 40 personas, y además han contribuido a que la economía en la región se mantenga en movimiento, en la medida en que vinculan a personas de la comunidad en el servicio del hotel, al tiempo que se activan otros sectores, como alimentos, transporte e insumos, en sus alrededores.

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