Bustillo exalta que Latinoamérica cuenta con amplias posibilidades para generar una oferta de lujo actualizada, trazada por la sostenibilidad, la inclusión social, el dinamismo económico
Ostentosidad, brillo, poder adquisitivo, dinero: todos son términos que vienen a la mente cuando pensamos en lujo. La industria y el marketing han llevado a que ese sea el concepto de lujo generalizado, según el cual entre más tengamos y más reconocidas sean las marcas que vistamos, más luxury nos vemos. Pero una tendencia ha empezado a revolucionar la moda y lo ‘silencioso’ se impone como la nueva definición del lujo.
Así lo explica Lina Bustillo, diseñadora gráfica e ingeniera industrial, que cuenta con una maestría en ciencias de Bienes y servicios de lujo de la Universidad de Mónaco y ha dedicado su vida a estudiar este concepto. En el marco de Bogotá Fashion Week, Bustillo conversó con Forbes Colombia sobre cómo se están transformando los pilares del lujo y el valor de la ancestralidad dentro de esa resignificación.
“Este es un momento histórico en el que el concepto se parte en do,s por diferentes coyunturas: cae un imaginario social y sale otro; ese lujo viejo de lo ostentoso, del posicionamiento social y el bling–bling queda en otro lado y se comienza a tejer un nuevo concepto”, precisa.

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El nuevo lujo de hoy, del 2023 -acota la experta-, es ese que está atravesado por la reconexión con el origen, con los lugares a los que pertenecemos realmente. Lo que permite el silencio es precisamente poder aprender a escuchar, a discernir y apreciar mejor cada detalle, en lugar de solo estar pavonéandonos en busca de validación.
“Cuando haces una línea y dejas de un lado todas las palabras que se te ocurren sobre el lujo y separas lo que es intrínseco y lo que es extrínseco, muchas de esas palabras como el ego, lo pomposo y lo superfluo tienen que ver con el individuo mientras que palabras como calidad, origen y saber hacer sí son propias del lujo, limpio, sin traumas“. Estas últimas características son las que se priorizan en el nuevo lujo.
Y en eso Latinoamérica tiene experiencia de sobra. Bustillo exalta que la región cuenta con amplias posibilidades para generar una oferta de lujo actualizada, trazada por la sostenibilidad, la inclusión social, el dinamismo económico, que son temas que antes no se relacionaban con el lujo pero que en la moda de nuestros países está presente.
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Sobre todo, recalca, en estos territorios se comprende la importancia de la ancestralidad y el origen. “En las marcas tradicionales de lujo cuando se habla de herencia es desde la perspectiva de familias, del diseñador de apellido tal, de su legado. En cambio, acá es interesentate porque es un legado ancestral, que permea a más personas”.
Para la experta, “cuando nosotros nos reconectamos en ese sentido, nos damos cuenta de que hay valores intrínsecos de nuestra cultura que vale traerlos a colación y es cuando el lujo toma una importancia para preservar el patrimonio cultural”. Y, para poner los puntos sobre las íes, aclara que debe ser un trabajo que respete, honre y reconozca a las comunidades, sus territorios y necesidades, más que solo tener una marca alrededor de ellos.
En su libro sobre los Pilares del lujo latinoamericano hace énfasis en que el altruismo es elemental en esa concepción nueva, en la que se piensa a hablar cada vez más de propósito.


Durante el Bogotá Fashion Week, se vieron muestras de este concepto como lo fue la pasarela de MAZ Manuela Álvarez y Artesanías Manar, que presentó una colección única que resaltaba el valor artesanal. Esta colaboración se produjo con el impulso de la Gobernación de Cundinamarca, que reunió a artesanos, actores culturales y económicos para visibilizar el trabajo de la región.
El éxito del proyecto radicó, especialmente, en el trabajo de 47 artesanos que hicieron parte del proceso, así como en el liderazgo de la gestora social del departamento, Natalia Tavera, y el gobernador Nicolás García.
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