Una marca hecha por colombianos entró con éxito en el mercado de moda de lujo, con una propuesta que integra exclusividad, prestigio y calidad. James Rodríguez, Radamel Falcao, Maluma, Ryan Castro y Daddy Yankee son algunas de las personalidades que han usado sus prendas. Esta es su historia.

Pedro Castellanos es de esos paisas que nacen con la chispa emprendedora. Desde muy joven se dedicó a crear empresa y mientras estaba en la universidad llegó a abrir dos gimnasios, un restaurante y hasta un negocio de comida rápida. “Pero ninguno me daba plata”, contó el empresario de 30 años a Forbes Colombia.

Estudió Negocios Internacionales en la Universidad Eafit, de donde se graduó sin ser el mejor alumno, confesó. Para él, que siempre había visionado tener su propia compañía, lo más valioso estaba por fuera de las aulas.

“No fui muy buen estudiante, pues siempre estuve enfocado en el negocio. Pero digamos que en este camino que escogí vale más la experiencia en la calle que en la universidad; un médico no podría decir lo mismo. Es una situación de aprender a resolver problemas más que todo, para llegar del punto A al punto B: es una tarea del día a día”.

Hoy preside una marca de moda de lujo, caracterizada por telas de alta calidad, diseños únicos y su exclusividad. Su objetivo, dijo Castellanos, nunca ha sido masificar sus prendas, sino cuidar cada detalle para que quien las luzca tengan ese halo de prestigio.

Esa ha sido la llave de entrada de Monastery al millonario mercado de lujo: en 2022 cerraron con una facturación superior a los $45.000 millones y ventas en más de siete países. Desde su lanzamiento, han logrado un importante reconocimiento en la industria y han llegado al closet de personalidades como James Rodríguez, Maluma, Falcao, Jimmy Butler, Daddy Yankee, Natalia París, Peso Pluma, entre otros. Inclusive, el reggaetonero Ryan Castro los mencionó en una de sus canciones más famosas, que lleva el nombre de la marca.

“Los artistas cuando ven la marca dicen qué ropa tan ‘chimba’ (…) pero cuando estábamos empezando lo más duro era convencer a la gente de que sí, para allá íbamos, pero estábamos en camino”.

El sueño de crear Monastery se construyó durante tres años, relata Castellanos, cuando asistió junto a su socio Esteban Velázquez al ‘Magic Las Vegas’, una de las ferias de moda más grandes de Estados Unidos. “Ahí fue que decidimos montar la marca en grande, para el mundo, algo estructurado. Pero las cosas toman tiempo: para el que quiere ser doctor, le toca estudiar diez años; el abogado, cinco o siete años”.

“Yo quise montar una empresa de ropa y la quería montar bien montada, y me tardé tres años”, agregó.

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STREETWEAR Y LUJO

El concepto de lujo no es inerte, se transforma con la sociedad misma. La tendencia de la ropa de calle o streetwear, que surgió en los años 90 y se fortaleció en los principios de 2000, se integró con el mundo de la alta costura, ganando especial aceptación por combinar el lujo con lo casual.

Monastery se apalanca en esa mezcla de estilos para conquistar a sus clientes. Su éxito radica en generarles una experiencia de bienestar, satisfacción, prestigio y exclusividad, más allá de solo vestir prendas costosas.

“Yo decía: no quiero venderle a un público algo diferente a lo que yo compraría. Y entonces empezamos a buscar cada vez mayor calidad, más que el lujo, primero la calidad. Y hoy es esa característica la que nos da el nivel de lujo”.

En ese objetivo de priorizar la calidad, afirma Castellanos, optaron por que la producción fuera en Perú, Portugal, Turquía, Italia y China, en fábricas especializadas en cada línea de producto. Como la mayoría de sus confecciones no son hechas en el país, el empresario define a Monastery como una marca internacional creada por colombianos –con sello paisa–.

EL NEGOCIO

Monastery empezó con 5 productos y ya suma más de 30 entre las categorías de hombres y mujeres, desde jeans, camisetas, buzos, conjuntos, gorras, vestidos de baño y otras líneas.

Así incursionaron en un mercado que, de acuerdo con el informe Luxury Apparel Market Size 2020 – 2025 de GlobalData, tendría una valoración de US$149,2 millones en 2022. En la región de Latinoamérica, precisa el reporte, Colombia figura como uno de los países que prometen mayores crecimientos en el mercado.

Tienen presencia física con tiendas propias y distribuidores en centros comerciales; este canal le representa el 80% de las ventas. El restante 20% corresponde al canal online. Recientemente, lanzaron la versión NFT de una de sus gorras más icónicas en el metaverso.

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Para el cierre de este 2023, aspiran a una facturación superior a los $100.000 millones. Cuando Forbes le preguntó cuál ha sido la clave para lograr las metas que se han propuesto hasta la fecha, Castellanos respondió que es la sumativa de varias ‘claves’.

“Una ha sido la convicción de lo que estamos haciendo; porque cuando tú lo crees, las cosas de verdad pasan. Dos: hemos hecho las cosas bien, hemos producido donde es, hemos puesto la marca donde es y la hemos cuidado. Y tres: encontramos un nicho de mercado que estaba vacío, porque si ves todas las marcas comerciales hoy en Colombiaencuentras las mismas de siempre, no había nada refrescante”.

Su promesa de valor es que el día que una persona vista una prenda de Monastery diga “qué chimba, este producto me gusta de verdad”.

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