Colombia se enfrenta a un Fenómeno de 'El Niño' que prevé poner en aprietos al sector agrícola y energético. Los empresarios y el Gobierno dicen que están listos para afrontarlo, pero todo indica que subirán las facturas de energía y el precio de los alimentos.

El pasado 3 de mayo la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó la inmente llegada del fenómeno de El Niño. Este patrón climático, asociado al aumento de la temperatura, las sequías o las precipitaciones en distintos continentes, puede extenderse en el segundo semestre del año e incluso registrar consecuencias más notorias en 2024.

En Estados Unidos, África y Asia central, informó la OMM, se verán mayores lluvias que podrían agudizarse a partir de septiembre. En Australia, Indonesia y varios países de Suramérica, por el contrario, se experimentaría un periodo de sequía continúa, mientras que, en el hemisferio norte, especialmente en el Océano Pacífico, se intensificarán los huracanes y los eventos climáticos extremos.

“Lo más probable es que la instauración de un episodio de El Niño provoque un nuevo repunte del calentamiento global y aumente las probabilidades de batir récords de temperatura en todo el mundo”, insistió hace unos días Petteri Taalas, secretario general de la OMM.

El impacto de El Niño será a escala global y Colombia no estará exenta a este fenómeno. Las condiciones climáticas a las que se enfrentará el país incidirán sobre la vegetación, la producción agrícola, la salud pública y las tarifas de energía, que tendrán un eventual aumento debido a que el país se podría enfrentar a situaciones de estrés energético.

De entrada, se estima que El Niño le recortará 0,6 puntos porcentuales al crecimiento del sector energético colombiano, según cálculos de Corficolombiana. En el agropecuario, la actividad económica de este sector crecerá 0,5 puntos porcentuales menos debido a las presiones inflacionarias que enfrentará el país y a que los precios de los alimentos podrían crecer a tasas de dos dígitos.

Aunque todo apunta a que el Gobierno Nacional podrá enfrentar este patrón climático, lo cierto es que surgen preguntas sobre si el país está realmente preparado para esta situación de estrechez energética o si eventualmente se podría estar en riesgo de un apagón, tal y como sucedió en años anteriores cuando el mismo presidente Juan Manuel Santos salió pedir a los colombianos mejorar los índices de ahorro de energía ante el racionamiento eléctrico.

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ANTECEDENTES

El Niño se produce de cada tres a siete años. El pasado, el de 2015-2016, ha sido el más severo y uno de los más largos desde 1950, año desde el cual se llevan registros de la temperatura de la superficie oceánica del Pacífico tropical. Tardó más de 17 meses, cuando el promedio de los últimos 60 años fue de 12 meses.

De acuerdo con la FAO, los cultivos en Colombia se vieron especialmente afectados en los episodios de 1991/92, 1997/98, 2002/03, 2004/05, 2009/10 y 2015/16. Sin embargo, los últimos tres eventos fueron moderados-fuertes y estuvieron acompañados de inflaciones altas, tanto del consumidor como del productor, coincidiendo también con una devaluación de dos dígitos en el tipo de cambio.

En El Niño del 15-16, se registraron temperaturas superiores a los 40°C. Antioquia, Bolívar, Boyacá, Caldas, Cesar, Chocó, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Magdalena y Nariño fueron los departamentos más afectados, según el Ideam. A pesar de que las termoeléctricas lograron suplir la oferta, Colombia vivió meses de incertidumbre en torno a la producción de energía.

De ahí que la tarifa para los hogares se incrementó entre $400 y $4.000 e incluso se llegaron a establecer sobretasas para los que consumieran más energía de lo normal.

Tras enfrentar estos choques, en los últimos años la industria energética se ha venido preparando para atender los nuevos impactos que se podrían desencadenar con un nuevo Niño. José Fernando Prada, director ejecutivo de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), explica que hace dos años se dio una subasta del cargo por confiabilidad, lo que permite garantizar energía en firme para el periodo de 2023 y 2024.

“Con la ampliación de la capacidad de intercambios de energía a través de la interconexión eléctrica con Ecuador, también estamos listos para importar hasta 10 gigavatios-hora de energía diariamente”, destaca Prada, quien agrega que en este momento se está diseñando un programa de respuesta a la demanda con el fin de que esté en aplicación el próximo año como recurso para el despacho de energía.

Hoy Colombia tiene la sexta matriz de generación eléctrica más limpia del mundo: el 68,3% de la capacidad instalada viene a partir de la generación hidráulica, el 30,1% de la térmica y el restante de las energías renovables no convencionales como la solar y la eólica. Sin embargo, con menos lluvias se pone en riesgo la disponibilidad de energía del país.

De acuerdo con XM, el administrador del Sistema Interconectado Nacional, en este momento el país registra embalses a un nivel del 72,38%. No obstante, lo cierto es que los aportes hídricos, es decir las lluvias, han caído un 16,5% fruto de los primeros impactos que se dan por El Niño.

Las preocupaciones son grandes, pues se esperaba que para este año entrarán al sistema algunos proyectos eólicos y solares en el país, que aún están paralizados por consultas previas o que incluso registran demoras en su construcción. Por eso, la directora de la Asociación de Energías Renovables (SER Colombia), Alexandra Hernández, ha dicho que se necesitarán fuentes adicionales que permitan garantizar el abastecimiento.

Foto de Getty Images.

¿SUBIRÁN LAS TARIFAS?

La confiabilidad hoy está en las plantas de generación térmica, según explica Alejandro Castañeda, presidente de Andeg. En este momento el país tiene disponibles 30 plantas térmicas, de las cuales 12 operan con gas, nueve con carbón y cuatro con combustibles líquidos.

Castañeda asegura que las térmicas ya se han preparado para garantizar la energía, pero advierte que será necesario que el Gobierno Nacional entregue incentivos para que las empresas tengan la liquidez que se requiere. El motivo: tendrán que salir a comprar más gas, carbón y combustibles líquidos para mantener prendidos estos complejos industriales.

“Es fundamental la liquidez en momentos de estrés. En 2015 – 2016 hubo problema de liquidez, pero en este momento eso está ajustado y corregido”, destaca Castañeda. Cálculos de Andeg muestran que, estos esfuerzos adicionales, implican tener alrededor de US$250 millones mensuales para la compra de gas, US$80 millones para combustibles líquidos y alrededor de US$50 millones para carbón.

Hace más de dos semanas, se confirmó que a la terminal de regasificación de Spec, ubicada en Cartagena, acababa de entrar un cargamento con más de 130.000 metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), el cual fue adquirido por las principales empresas térmicas del país para afrontar el fenómeno de El Niño en el segundo semestre del año.

De acuerdo con la empresa, filial de Promigas, el GNL está almacenado en la terminal de regasificación de Cartagena para ser transformado de estado líquido a gaseoso y ser entregado, cuando sea requerido, a las principales térmicas del país.

Con esta nueva importación se hace inminente que el precio de la factura se eleve, pues el componente de generación, que influye en la tarifa y el cual pesa el 40% a nivel nacional, aumentará debido a que ese mayor costo que se debe asumir por los combustibles.

A esto se suma que el precio de la energía en bolsa se ha incrementado en 48% el último mes, lo que se traduce en una presión adicional para que las empresas trasladen estos costos a los usuarios finales.

“Esperamos que tras el decreto 0929 de 2023, expedido hace pocos días por el Ministerio de Minas, se dé vía libre a que los usuarios participen activamente en el mercado, disminuyendo sus consumos de energía por alguna retribución económica”, detalla Esteban Quintana, CEO de Klik Energy.

La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, ya confirmó que por la escasez de lluvias, los generadores de energía tendrán que hacer uso de las térmicas, algo que, necesariamente, impactará el precio de las tarifas de luz eléctrica y gas. Según explicó la funcionaria, el esquema de mercado eléctrico local implica que cuando se utilizan tecnologías más costosas para la generación de energía hay un impacto sobre los valores del servicio de electricidad.

“Cuando hay una mayor demanda de la oferta térmica efectivamente impacta la configuración del precio y ese precio de la termoeléctrica depende del tipo de energético que se utiliza para la generación, que puede ser carbón, líquido y gas”, reiteró la funcionaria.

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Cristian Díaz, viceministro de Energía, explicó que “los veranos más duros del país se verán entre diciembre y marzo del año siguiente” y confirmó que “no hay riesgo de desabastecimiento”. El funcionario reiteró que “los escenarios que está haciendo XM muestran que el sistema está preparado para afrontar una escenario de contingencia”.

No hay cálculos de en cuánto podría elevarse la factura para el usuario final, pero la Superservicios estima que el mayor impacto se daría en regiones como Huila, Cauca, Caquetá, Chocó, Valle del Cauca, Costa Caribe y Cundinamarca.

Camila Jiménez, asociada senior del área de práctica de EMI de Baker Mc- Kenzie, explica que “la Superintendencia ha hablado de cálculos por alrededor de los $1.200 KWh, que sería entre tres y cuatro veces los precios que estamos viendo ahora. Los costos de entrar con térmicas son altos y también impactarían precios de gas y carbón seguramente”.

¿Y LOS ALIMENTOS?

Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, asegura que la energía en la canasta del Índice de Precios al Consumidor (IPC) es de 3%. Por eso, detalla que incidirá en las tarifas y también desde el punto de vista de la inflación.

Corficolombiana cree que los precios de la energía eléctrica aumentarían casi automáticamente, mientras que el gas natural y los alimentos tardarían entre tres a cinco meses en reflejar presiones por la disrupción climática. “Bajo un escenario de Niño moderado la inflación cerraría el 2023 en dos dígitos. Sin embargo, la disminución de tarifas en educación superior y la apreciación del peso mitigarían parte de las presiones”.

Los productos más afectados serían la yuca, la palma, la cebada, la leche, el arroz, la papa, el maíz y el algodón, entre otros. Históricamente, El Niño ha generado presiones inflacionarias en los alimentos durante las últimas dosdécadas, teniendo un impacto significativo en los perecederos.

Corficolombiana contempla tres escenarios de impacto en el precio de los alimentos: con un Niño débil la variación anual de precios es de 7%, con uno moderado de 9,7%, mientras que con uno fuerte de 14,2%. Lo cierto es que en un momento en el que el Banco Central está luchando por contener la inflación, todo parece indicar que este Fenómeno le aguaría la fiesta, incidiendo en las proyecciones tanto para el cierre del 2023 como en 2024.

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