La directora regional adjunta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Claudia Coenjaerts, elogió la propuesta de acuerdo nacional del presidente Gustavo Petro en medio del debate de las reformas sociales.

A comienzos de esta semana, la directora de Empleo y Asuntos Sociales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Veerle Miranda, manifestó su apoyo a la reforma laboral que adelanta el gobierno de Gustavo Petro, asegurando que respaldan al Ministerio del Trabajo para fortalecer sus políticas de empleo y “estamos muy contentos al ver que están avanzando en los temas que son muy importantes para la OCDE”.

“Son temas que tienen que ver con la informalidad, la negociación colectiva, los derechos de los trabajadores, también el tema de inspección laboral y por supuesto la violencia contra sindicatos, esos cinco temas son de mucha importancia para la OCDE y estamos contentos de que el Ministerio está tomando acciones para avanzar con sus compromisos”, aseguró.

Todo lo anterior apunta a un debate que no solo se está dando en Colombia sino en todo el mundo, y debería apuntar a un objetivo concreto: cómo solucionar a la informalidad. El tema es que, hasta el momento, “no hay realmente una solución ni fórmula” para esta problemática, según explicó a Forbes la directora regional adjunta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Claudia Coenjaerts.

A pesar de ello, la OIT cuenta con la recomendación 204, que funciona como una herramienta que da todas las medidas que se pueden tomar para buscar una respuesta integrada que conduzca hacia la formalización. Esto al reconocer que la alta incidencia de la economía informal representa “un importante obstáculo para los derechos de los trabajadores, así como para la protección social, las condiciones de trabajo decente, el desarrollo inclusivo y el Estado de derecho”.

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“Cuando se trata de reformas laborales, el punto clave es el diálogo social, pues se necesita para realmente poder buscar soluciones que ayuden a los trabajadores para mejorar sus condiciones de trabajo. Al mismo tiempo, se necesita también las condiciones para poder mantener la competitividad y que las empresas puedan crecer y buscar este balance”, añadió la ejecutiva.

Sin embargo, reiteró que esto es algo que no existe hoy en día, por lo que no aplica “una fórmula que se puede poner para todo el mundo”. Aun así, recalcó que en cada escenario donde se busca combatir la informalidad se necesita el diálogo social para poder solucionarlo, pero reconoció que “es algo muy complejo” tanto en Colombia como muchos otros países.

Sobre el caso colombiano, Coenjarts subrayó que la OIT ha estado involucrada tanto en la primera ponencia, que se hundió en la legislatura anterior al no lograr su primer debate en Comisión Séptima de Cámara de Representantes, como en el segundo intento que sigue a la espera de una discusión. En este nuevo escenario, elogió la propuesta del presidente Petro de hacer un acuerdo nacional, recalcando que “estas son las cosas que necesitamos”.

“Con mucha experiencia en el diálogo social desde la OIT, lo que sabemos es que siempre vamos a tener puntos de vista diferentes por agendas diferentes, pero ambos son necesarios. Lo importante es buscar una visión conjunta para realmente poder crear una solución local donde haya un balance”, añadió

Una cosa sí es clara: tener un crecimiento donde hay menos informalidad no nos va a ayudar a salir de la pobreza, pero no solo se trata de llegar a la formalización, pues también está sobre la mesa el elemento de la productividad, y es que los dos son importantes para realmente entrar en un escenario de formalización sostenible.

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Esto es especialmente preocupante en Colombia al observar el último informe de productividad de la OCDE, donde nuestro país se destacó por ser el que más horas trabaja, pero al mismo tiempo, se ubicó como el menos productivo de los 38 estados miembros de la organización. No obstante, Coenjarts aseguró que “fácilmente podemos decir es algo regional”

Paralelo al análisis de la OCDE, la OIT también sacó un estudio sobre la productividad en la región, y un hecho contundente que surgió de dicha investigación es que la productividad en la región está bajando desde hace más de 40 años, lo que ha convertido el problema “en un desafío estructural”. De alguna manera, la alta informalidad está “íntimamente vinculada” con este escenario, pero hay otros elementos en cuestión.

Hay un impacto certero de las políticas laborales, que siempre necesitan más empujo para realmente poder avanzar hasta hacia la productividad. Al respecto, Coenjarts comentó que en la OIT se habla de un ecosistema de productividad donde hay un nivel micro, un nivel medio y un nivel macro. De acuerdo con la ejecutiva, los tres tienen que trabajar al mismo tiempo.

“El tema no es solamente un tema de informalidad, pues también hay aspectos como la formación y este es un tema donde no solo hay desafíos estructurales en la región, como la baja productividad y el bajo crecimiento, sino todas las transiciones que están a la vuelta de la esquina debido al cambio climático y al avance tecnológico“, detalló

Con esto en mente, y para que la región pueda prepararse para estos cambios, se necesitan sistemas de formaciones bien financiados y bien desarrollados, elemento que juega un rol importante en incrementar la productividad y competitividad de una nación, de acuerdo con Coenjarts, que a su vez reconoce el reto que esto implica, pero fue enfática en resaltar las oportunidades que puede generar al potenciar la creación de buenos empleos.

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A pesar de todo esto, el panorama laboral de la región muestra que “hubo una reactivación bastante buena”. De acuerdo con los análisis realizados por la OIT, las tasas de desempleo actuales, que llegan a 7,2% están muy cerca de los números de 2019, que tuvo una cifra de 8%, reflejando una leve mejora. No obstante, la mayoría sigue siendo en el sector informal, representando entre 40 y 80% de los nuevos empleos generados, o en otras palabras, una de cada dos personas.

Coenjarts es consciente de que esto es y sigue siendo un problema estructural para la región si vemos lo que está pasando con los jóvenes y las mujeres. Pese a que estos dos grupos se han recuperado más rápidamente que la población general, siguen siendo un factor diferencial como grupos vulnerados. Mientras que en el primer caso la tasa de desempleo es de 16%, más o menos el doble de la población general, el segundo arroja una cifra de 8,4%, que plantea una desventaja frente al 5,7% de los hombres.

Adicionalmente, los salarios de los trabajadores en el sector formal no han cambiado mucho, unido al fenómenos de la alta inflación, lo que ha contribuido en que haya mucho más incremento de trabajadores formales en situación de pobreza. Para la directora regional de la OIT, esto “nos muestra otra vez la importancia de ajustar salarios y de la negociación colectiva, pero es un fenómeno que viene de la inflación”.

En el caso de Colombia, la decisión de entrar en una fase de política macroeconómica contracíclica para combatir la inflación ya cumple dos años. Esta estrategia, teniendo en cuenta el cuidado de los ciudadanos más vulnerables, es importante a juicio de Coenjarts, pero no debe olvidar que “el empleo tiene que ser un objetivo y no el resultado de otras políticas”.

Saber exactamente hasta cuándo puede seguir y en qué momento es algo que los bancos y otros economistas pueden decidir mejor, pero es innegable el hecho de que se necesita más enfoque en todas las políticas macroeconómicas hacia el potencial de creación de empleos. Es algo en lo que todas las instituciones laborales del mercado laboral y de servicios de empleo a centros de formación necesitan ser fuertes. “Sin esto, nunca vamos a poder poner el tema del empleo al medio de la mesa del Banco Central”, concluyó.