Colombia sigue sin llegar a la paridad de participación de mujeres en juntas directivas, pero además de esa poca participación, es aún más baja la de mujeres afro en esos cargos. ¿Qué retos tiene Colombia en materia de diversidad más allá del género?

En el pasado mes de septiembre se llevó a cabo el Tercer Encuentro Anual del programa de Liderazgo de Mujeres en Juntas Directivas, en la ciudad de Cali. Un espacio – y un programa- valioso y significativo liderado por el Cesa, que se ha empeñado en visibilizar y cerrar las brechas de género que se tienen en el sector corporativo.

Cuando comenzó el programa en 2018, solo el 18% de las mujeres hacían parte de las juntas directivas del país. Han pasado cinco años, y hoy día este porcentaje solo ha subido en 3%, ubicando la cifra en 21%. No llegamos al anhelado 30% o a la paridad; sin embargo, es un trabajo loable que en su momento generó conversaciones incómodas para deconstruir prejuicios y estereotipos sobre la mujer en el sector privado y en las juntas directivas, y así abrir y construir espacios para la inclusión.

En 2023, hoy son más de 600 mujeres las que hacen parte de esta comunidad, sin embargo, al poner los lentes de la interseccionalidad, de estas sólo estamos seis mujeres que nos auto reconocemos como afrodescendientes. De 600 empresas en América Latina, analizadas por el Centro de Estudios de Gobierno Corporativo-CEGC del Cesa, la participación de mujeres afros es de 0,8%, pero en Colombia tenemos una lamentable cifra del 0%.

Si bien en nuestro país hemos dado pasos para reconocer y celebrar la diversidad, aun nos faltan acciones, plataformas y proyectos para la inclusión. Falta dar más pasos decididos, que pasemos de contar números a hacer los posibles, debemos pasar del dicho al hecho. Es hora que ese número, en este caso concreto, ese 0% sea la excepción y no la regla.

Cada vez más organizaciones están creando políticas de diversidad, equidad e inclusión, pero ¿cuándo empezaremos a ver los resultados? Según estudios de McKinsey (2020) las compañías con políticas de diversidad disfrutan 2,5 veces más de flujo de caja por empleado, se incrementan los ingresos y los procesos de innovación, mejora la cultura organizacional ya que 3 de cada 4 empleados prefiere organizaciones diversas. Se puede hacer el bien haciéndolo bien, la diversidad y la inclusión son rentables para las personas, las empresas y para el desarrollo económico y social del país.

En la inclusión de las mujeres y en el camino por la igualdad de género es importante siempre tener una mirada más integral. Decía Reni Eddo Lodge: “cuando las feministas son capaces de ver que un panel compuesto solo por hombres es un problema, pero no son capaces de ver por qué una serie en la que solo aparecen blancos lo es también, vale la pena preguntarse por qué están luchando en realidad”.

Cuando llegué a la comunidad en 2022 éramos dos, ahora somos seis. ¿Es un número representativo? Tal vez no, pero es un número que da esperanza para seguir trabajando. Ya la interseccionalidad hace parte de nuestra agenda y solo nos queda seguir aunando esfuerzos, con más mujeres, hombres y empresas para hacer de esta apuesta una realidad.

Así pues, pensar la diversidad más allá del género es un llamado, si se puede decir, humanista a las empresas y organizaciones, también es un llamado ético, porque todas las instituciones deberían ser un reflejo de la sociedad y también es una apuesta rentable, tal como lo demuestran los estudios.

Por: Daniela Maturana*
La autora es integrante del Círculo de Columnistas del Programa Juntanza Étnica de USAID y ACDI/ VOCA. Politóloga, especialista en comunicación política. Actualmente se desempeña como consultora en inclusión, diversidad, equidad y pertenencia. Fue viceministra del Deporte, subdirectora de Adolescencia y Juventud del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Concejal y presidente del Concejo de Medellín.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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