El presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Werner Hoyer, habló en exclusiva con Forbes Colombia sobre la agenda de la banca multilateral europea y latinoamericana. Pese a que recalcó los puntos en común que han surgido entre ambas, aún hay mucho trabajo por hacer si se quiere dejar huella a nivel global.

La cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) demostró que ambas regiones tienen una agenda común. Tanto así, que algunos actores la describen como una relación “natural” con varios puntos en común que solo dejan espacio a una pregunta: ¿es necesario reimpulsarla? Lo cierto es que, por lo que 2023 ha demostrado hasta ahora, no hace falta.

Basta con nombrar otros dos ejemplos, como la cuarta edición de la cumbre Finance in Common (FICs), enfocada en la banca multilateral y que se celebró por primera vez en Latinoamérica (específicamente en Cartagena) a comienzos de septiembre, así como la reunión de los 33 ministros de Economía y Finanzas de América Latina y el Caribe y sus 27 homólogos de la UE, que tuvo lugar en Santiago de Compostela a mediados del mes pasado. Nunca antes se había producido tal encuentro, y más inédito aún fue su foco principal: aterrizar una agenda de inversiones europeas en sectores clave del desarrollo latinoamericano. 

Uno de los actores que más está contribuyendo con esta estrategia es el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que en marzo de este año anunció €145 millones para materializar la alianza digital entre la UE y Latinoamérica y el Caribe. Pero este no es el único frente en el que están trabajando en la región.

De hecho, el presidente del BEI, Werner Hoyer, comentó en entrevista con Forbes Colombia que la institución, órgano financiero comunitario de la UE, está llevando a cabo 130 proyectos en América Latina en áreas como sanidad, educación, infraestructuras, transporte y finanzas verdes. Al mismo tiempo, han invertido casi €14.000 millones en América Latina de los €45.000 millones que contempla para la región con el programa Global Gateway, estrategia creada en diciembre de 2021 por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

“El pipeline activo a día de hoy es de unos €6.000 millones. Lo que esperamos para los próximos años es mover entre €1.000 millones y €2.000 millones cada año para América Latina”, dijo el ejecutivo.

Luxemburgo: Edificios Banco Europeo de Inversiones BEI – Banco Europeo de Inversiones – Foto de Horst Galuschka/picture alliance vía Getty Images

La meta del banco es perseguir los objetivos estratégicos de la UE con los medios necesarios para asegurar la financiación de proyectos. No obstante, si nos fijamos en las prioridades que tienen en materia de sostenibilidad sobre el calentamiento global o la transición climática y energética, aún hace falta explotar mucho más esta asociación natural como una vía de doble sentido.

Por su parte, el jefe de cooperación de la UE para América Latina, Félix Fernández Shaw, aseguró que lo que le falta a la Unión Europea y a América Latina son espacios donde se puedan sentar y “hablen de sus cosas”. De acuerdo con el funcionario, los bancos públicos de desarrollo en América Latina, como el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) en Brasil o el Banco de Desarrollo Empresarial de Colombia (Bancóldex) en Colombia, no se diferencian mucho del Instituto de Crédito Oficial (ICO) en España o de la Corporación de Préstamos para la Reconstrucción (KFW) en Alemania porque, en lo que concierne a la estructura país, la política es muy parecida.

Justo en ese tema fue tajante el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, durante su conversación con Forbes Colombia en Bruselas hace un par de meses. Al respecto, mencionó que América Latina ha tenido una larga historia de rechazo al extractivismo, y sostuvo que el bloque comunitario debe seguir en esa línea. 

Sin embargo, Hoyer no titubea cuando dice que, en su rol como presidente de la institución, no está satisfecho con lo que se está haciendo en América Latina hasta ahora. Si bien el directivo resalta que se debe dar mucha más vida a esta asociación, también reconoce que quizá esta parte de la tensión tenga razón al decir que “necesitamos proyectos financiables cuya visibilidad debemos acordar con nuestros socios”. 

Para Hoyer, es obvio que en el frente climático se puede hacer más, pero resaltó que el tema de la salud también tiene una importancia particular. Con eso en mente, anunció en su diálogo con Forbes la renovación del acuerdo entre el BEI y la Organización Mundial de la Salud (OMS) así como con otros colegas de diferentes organismos multilaterales, algo que podría ser relevante para América Latina. 

“Si inviertes, pones infraestructura, tienes las instituciones, la estabilidad y las reglas del juego, puede entrar mucho dinero de inversión y así exportar energía”

Ilan Goldfajn, presidente del BID

“Estamos muy expuestos en este campo y, por lo tanto, nos interesa que nuestros socios estén aquí, porque esa es una de las bazas del BEI en cuestiones técnicas y científicas. Tenemos la ventaja de contar con la experiencia interna, tenemos gente que sabe dónde hay buenas oportunidades de desarrollo tecnológico y de negocio. Así se vio durante la crisis del Covid-19, cuando fuimos el tanque líder en desarrollo, por ejemplo, o con la financiación y desarrollo de nuevas vacunas y diagnósticos”, detalló.

El problema de América Latina es que “siempre tenemos muchas chances y no las aprovechamos”. Al menos así lo cree el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ilan Goldfajn, quien también señaló en diálogo con Forbes que la región está adelante de más de una oportunidad en un contexto mundial donde la transición energética se está convirtiendo en “algo muy deseable”.

“De todas las regiones que conocemos y la posibilidad de exportar energía más inmediata, si inviertes, pones infraestructura, tienes las instituciones, la estabilidad y las reglas del juego, puede entrar mucho dinero de inversión y así exportar energía”, añadió Goldfajn.

Precisamente, otro tema donde “se pueden producir fácilmente más sinergias” apunta al trabajo con las materias primas críticas en pro de la acción climática. Esto incluye minerales críticos como el cobre, litio y níquel, además del hidrógeno verde, herramienta que destacó Hoyer al tener en cuenta que hay países de la región, entre los que destacan Chile, Brasil, Uruguay, Colombia, Argentina y México según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), “donde hay un potencial enorme que se puede aprovechar increíblemente en beneficio de ambas partes”. 

¿Cómo se puede explorar este potencial? A juicio de Hoyer, entendiendo qué gana cada parte cuando se tiene una asociación de este estilo. No puede suceder que se aprovechen las reservas existentes que hay en la región y luego se organice la extracción del material tanto a Europa o a otros lugares del mundo. Para el banquero, debe haber algo en ello para el desarrollo económico de estos países, y para hallarlo se tienen que alinear como un solo paquete la innovación, el desarrollo y clima, y no dejarlos en cajas separadas.

Política fuera de la ecuación

Para el presidente del BEI, una de las conclusiones más robustas de la cumbre FICs fue que los bancos de desarrollo lograron sacar la política del debate sobre el cambio climático y hablar con los gobiernos de todo el mundo de una manera muy colaborativa. Y es que uno de los valores agregados de la banca multilateral es la financiación directa entre gobiernos. En ese sentido, si el entorno político no permite el debate técnico y la evaluación puramente técnica de los proyectos, “por supuesto que seguirá habiendo problemas”. 

“Somos una institución que tiene objetivos políticos y estratégicos, pero tenemos que hacerlo de manera profesional, como una institución financiera. El objetivo de los bancos nacionales de desarrollo no es redistribuir el dinero público, sino recaudar el dinero privado”, subrayó.

Para apoyar a los bancos de desarrollo en esa tarea, es necesario que los gobiernos otorguen un margen de maniobra necesario para aportar sus conocimientos técnicos. Al respecto, el directivo comentó que, si la prescripción del gobernador o de los miembros del consejo de administración de cualquier institución multilateral consiste en ilusiones, no se puede seguir adelante con ningún proyecto porque habría que acudir a los mercados para los productos que se ponen en escena y pedir dinero prestado. En el caso del BEI, acuden y venden hasta €100.000 millones en bonos.

“La inversión privada quiere saber qué va a pasar con ese dinero, dónde lo vamos a poner y qué le van a devolver”

Félix Fernández Shaw, jefe de cooperación de la UE para América Latina.

Al mismo tiempo, el presidente de Bancóldex, Javier Díaz Fajardo, recordó que hacer la movilización que se necesita no debe ser en miles de millones, sino en billones de dólares, pues “el reto es enorme y tenemos que poder llegar a tiempo al cumplimiento de la meta 2030, entonces sí se necesitan todo tipo de bancos, y estamos los bancos públicos de desarrollo jalonando esta iniciativa”.

Bajo esta perspectiva, Hoyer fue enfático al afirmar que los bancos de desarrollo deben asegurarse de convencer a los gobiernos de los conocimientos técnicos en los que se basan sus decisiones de inversión y de que cuentan con el pleno respaldo de sus accionistas. De ahí que calificara como “crucial” que exista un diálogo muy estrecho entre el banco y sus accionistas.

Otro punto clave para ganar credibilidad es “cumplir con lo que decimos”. En este punto, el directivo reconoció una falla importante que le compete a todos los actores vinculados a países desarrollados, y tiene que ver con el incumplimiento de la financiación de US$100.000 millones anuales a las naciones emergentes para subsanar los daños provocados por el cambio climático.

No obstante, señaló que eso no significa que, si se habla del papel de los bancos multilaterales de desarrollo en este contexto, deba considerárseles como una gran agencia. Esto es algo que los Estados miembros deben respaldar con su poder financiero, actividades o proyectos y la forma en que movilizan dinero para ello en los mercados de capitales. “Es una relación delicada entre la política pública de desarrollo, y lo que estamos haciendo, que siempre está en la frontera entre el sector público y el sector privado”, sostuvo.

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Con respecto a esa financiación, Fernández Shaw recalcó que “la inversión privada quiere saber qué va a pasar con ese dinero, dónde lo vamos a poner y qué le van a devolver”. Por ello, destacó la necesidad de hablar de la fiscalidad en América Latina, pues la región en general “no hace más que quejarse que no tiene espacio fiscal”.

“Claro que no tiene espacio fiscal. Nosotros en Europa tenemos un 36% de media de fiscalidad, y en América Latina está por debajo del 20%. La diferencia entre uno y otro es el que se hace política pública”, agregó.

Lo anterior se torna problemático si tenemos en cuenta que solo quedan siete años para detener el incremento global de temperaturas y así lograr mantenerlas debajo de 1,5 grados. Ante dicho escenario, Hoyer reconoció no estar contento con la forma en que está funcionando ahora, aunque se mostró “estructuralmente optimista” ante la determinación de mantener los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los compromisos del Acuerdo de París. 

“Creo que debemos salir de los escenarios catastrofistas. No predicar todos los días que no vamos a fallar, sino decir cuáles son las condiciones tecnológicas y económicas para que podamos hacerlo, y creo que con un enfoque resuelto podemos hacerlo. Todavía podemos conseguirlo”, concluyó.

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