En medio del bombardeo visual, olvidamos algo esencial: la salud y bienestar de ese cuerpo que tanto criticamos. El lazo rosa se ha convertido en un movimiento cada vez más fuerte.

En un mundo dominado por el poder visual de las redes sociales y las pasarelas de moda, el cuerpo femenino es, con frecuencia, objeto de admiración, escrutinio y comparación. Las curvas de una mujer, ya sean reales o digitalmente retocadas, ocupan un lugar central en nuestra percepción de la belleza. Sin embargo, en medio de este bombardeo visual, olvidamos algo esencial: la salud y bienestar de ese cuerpo que tanto criticamos.

Aunque a veces somos nosotras mismas las más críticas con nuestro cuerpo, hay ejemplos que demuestran que cuando nos unimos con amor, grandes transformaciones ocurren. Permítanme hablarles de un ícono: el lazo rosa, que representa una valiente lucha global contra el cáncer de mama. Hace más de 30 años, Evelyn H. Lauder y Alexandra Penney cocrearon este lazo como un símbolo de esperanza y solidaridad. Cada octubre, el lazo y el color rosa unen a personas de todo el mundo en una misión conjunta: concientizar y salvar vidas. Edificios se iluminan, se organizan campañas benéficas y se luce el lazo rosa en el pecho.

Pero ¿cómo estamos en Colombia? 12 mujeres con cáncer de mama de entre 30 y 50 años de edad mueren a diario. Según informe del Fondo Colombiano de enfermedades de alto costo, en los últimos años las más afectadas por la falta de un diagnóstico oportuno son las jóvenes. El 19% fueron casos nuevos de inicio temprano (mujeres entre los 20 y 45 años).

¿Por qué? ¿Acaso no estamos prestando suficiente atención? Miremos más allá del espejo y las selfies. ¿Conocemos verdaderamente nuestro cuerpo? ¿Sabemos cómo se siente un seno sano y podemos detectar cuándo algo no anda bien? A veces, en nuestra obsesión por la perfección estética, olvidamos que la verdadera belleza radica en el cuidado y el amor propio.

El llamado es urgente. Es hora de cambiar la narrativa. De dejar de cuestionarnos “¿Cómo me veo en esta foto?” y comenzar a preguntar “¿Cómo me siento hoy?”.

Por ello, hoy hago un llamado: unámonos en esta lucha. No solo por nosotras, sino por las futuras generaciones. Aprendamos a amar, conocer, examinar y cuidar nuestro cuerpo. Porque cada acto de cuidado es un acto de resistencia contra el cáncer de mama.

Es vital recordar que la prevención es poder: informarnos, compartir historias y alentar a nuestras amigas y seres queridos a hacerse revisiones regulares puede marcar una diferencia. El conocimiento nos da las herramientas para actuar a tiempo, y en esta lucha, cada segundo cuenta. Tomémonos ese tiempo, no solo para mirarnos al espejo, sino para sentir y entender nuestro cuerpo, escuchar sus señales y actuar en consecuencia. Juntas, somos más fuertes y podemos enfrentar cualquier desafío.

Por: Lorena Salgado*
*La autora es miembro de Women in Connection.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.

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