El reciente aplazamiento de la subasta de cargo por confiabilidad genera dos consecuencias de gran relevancia en el ámbito energético. ¿Cuáles son?

La subasta de cargo por confiabilidad es un mecanismo con los que cuenta la regulación energética en Colombia. Este mecanismo, diseñado para incentivar la creación de nuevos proyectos de generación eléctrica, desempeña un papel crucial en el abastecimiento constante de energía en nuestro país. La realización periódica de esta subasta se convierte en un pilar fundamental para compensar los constantes incrementos en la demanda energética.

El reciente aplazamiento de la subasta de cargo por confiabilidad genera dos consecuencias de gran relevancia en el ámbito energético. La primera de ellas se contextualiza en un momento crítico en el que las circunstancias nos exigen la implementación de nuevos proyectos que aporten energía al sistema. En este contexto, nos encontramos ante el fenómeno del Niño, caracterizado por una hidrología reducida y la presencia de períodos secos. Esto implica que las centrales hidroeléctricas, una fuente de energía económica, no contarán con los recursos necesarios para generar electricidad, ya que carecerán del vital elemento, el agua.

Por lo tanto, la responsabilidad de generar energía recaerá en los generadores térmicos, cuya producción es más costosa debido a los insumos combustibles involucrados en el proceso. En este sentido, resultaba esencial contar con nuevos proyectos, incluyendo aquellos relacionados con fuentes de energía renovable como la solar y la eólica, que podrían haberse incorporado al sistema a través de la subasta. De este modo, enfrentaremos un escenario de escasez energética, puesto que como mencionaba al inicio, el consumo de energía sigue en constante aumento dado por el desarrollo industrial del país y los periodos de verano que trae el fenómeno del niño, lo que se ve reflejado en aumentos de temperatura y posterior consumo elevado de neveras, aires acondicionados, etc. en diversas zonas del país.

El segundo impacto se traduce en la elevación de los precios, tanto en los mercados energéticos como en los contratos. Este incremento obedece a la clásica ley de la oferta y la demanda. Cuando la oferta es limitada, como en este caso por el aplazamiento de la subasta, los precios tienden a dispararse. El propósito de estas subastas es atraer proyectos que contribuyan al suministro energético en la red, y al retrasarlas, estos proyectos no entrarán en funcionamiento en el momento necesario.

En consecuencia, es probable que enfrentemos periodos de escasez energética, lo que resultará en precios más altos, incluso en los contratos celebrados entre los generadores y los comercializadores. Por lo tanto, resulta conveniente evitar más demoras en la subasta y llevarla a cabo lo más pronto posible. Idealmente, deberíamos procurar una demanda lo suficientemente grande como para permitir la entrada de la mayor cantidad de proyectos posibles en el sistema.

Por: Esteban Quintana*
*El autor es CEO de Klik Energy.

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