El presidente de Asoexport, Gustavo Gómez, destacó la necesidad de que Colombia pueda contar con 14 o 15 millones de sacos de café al año, tanto para exportación como para consumo local.
Para nadie es un secreto que el sector minero-energético es la base de las exportaciones colombianas, abarcando 56% de las mismas, ni que el segmento de las no minero-energéticas necesita diversificarse para que el objetivo del presidente Gustavo Petro de dejar atrás los combustibles fósiles se materialice. Lo complejo del asunto es que, desde el sector privado, aquellos que tienen el dominio del mercado siguen siendo muy pocos para lo que se necesita.
“Cuando uno mira las estadísticas de exportación por empresas, más o menos 60 empresas controlan el 80% de las exportaciones en Colombia, entonces las exportaciones siguen siendo muy concentradas en unas pocas empresas y en unos pocos sectores”, dijo a Forbes el presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Café de Colombia (Asoexport), Gustavo Gómez.
Con esto en mente, el ejecutivo reconoce que hay que generar un desarrollo en la materia, que el Gobierno ha llamado ‘política de reindustrialización’, para incrementar la oferta exportable. Y es que, si bien es consciente de lo que pueden hacer muchos sectores en materia de exportación, difícilmente podrán generar un crecimiento importante si no hay oferta exportable.
Aquí vale la pena mencionar nuevamente a las no minero-energéticas, que a juicio de Gómez se han venido diversificando, pues en la parte del agro ya no sólo está café, sino también las flores, los bananos, el cacao, el aguacates y las pasifloras. Sin embargo, el desarrollo de esos sectores sigue siendo muy tímido. De hecho, dentro de las exportaciones agrícolas, el café abarca entre un 30% y 35% del total.
Además de la diversificación de la canasta exportadora, otra de las apuestas es mirar como incrementar el volumen de café exportable. Hoy en día, Colombia produce entre 11 millones y 11,5 millones de sacos, y se espera que cierre el año con 11,6 millones. No obstante, Gómez subrayó que “ojalá pudiéramos tener 14 o 15 millones de sacos para poder exportar y poder vender a la a la industria local”.
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El tema aquí es que no solo se necesita un número mayor a mediano plazo, sino que es menester superar a corto plazo las caídas que se han registrado en los últimos meses. Por ejemplo, la producción de café colombiano se ubicó en 849.000 sacos de 60 kilogramos en septiembre del 2023, cifra que representó una caída de 2% frente al mismo mes del año pasado.
Frente a dicha caída, Gómez comentó que hay dos factores que influyen ahí. El primero va desde el lado de la producción debido a unas épocas de lluvia bastante fuertes durante el último año, como resultado de un Fenómeno de la Niña bastante acentuado que perjudicó tanto las exportaciones como la producción.
“Esa tendencia se revierte en este inicio de año con la llegada del Fenómeno del Niño. Sin embargo, hay que entender que el cambio de clima se demora más o menos unos seis u ocho meses para que se vea reflejado en una mayor o menor producción”, apuntó.
El segundo tiene que ver con un menor consumo de café en los mercados internacionales, especialmente en Estados Unidos y Europa, como consecuencia de la incertidumbre económica, las presiones inflacionarias y la guerra entre Rusia y Ucrania, provocando que el consumo no solo de café, sino de los productos agrícolas que van a esos mercados en general, comience a disminuir.
Al mismo tiempo, Gómez destacó que la caída en las cifras de comercio exterior y balanza comercial también se explica porque las importaciones han disminuido a un mayor ritmo que las exportaciones, es decir que no estamos creciendo en exportaciones ni en volumen ni en valor. Eso se da porque, en un ciclo en donde la economía mundial se ralentiza y tasas de interés son más altas, el consumo se frena y el precio de los commodities va bajando.
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Otro factor de análisis recae en el dólar, y es que hace un año, cuando la divisa estadounidense estaba por encima de los $5.000, llevó a Colombia a registrar valores récord de carga de 125 kilogramos por encima de los $2,4 millones de referencia. Justo al mismo tiempo, Brasil vuelve a registrar unos niveles de producción altos, aunque Colombia también comienza a recuperarse en la producción.
“Lo que había venido amortiguando esa caída en los precios era la tasa de cambio, pero en la medida que la tasa de cambio vuelve a caer, eso pone mucha presión al café colombiano y hace que entremos a un ciclo de precios bajos”, comentó Gómez.
A esa disminución de ingresos en el caso de café hay que sumar la caída en las exportaciones. Esto es particularmente complejo para las zonas cafeteras, que suman más de 16 departamentos y 630 municipios en todo el país. De ahí que estrategias como la apertura a más mercados sea algo que “sí o sí hay que hacer”, de acuerdo con el ejecutivo.
Bajo esta perspectiva, mencionó el ‘Pacto Verde’ de la Unión Europea para restringir o reducir las emisiones a cero a 2050, pues significa tanto una oportunidad como un reto importante para el país. Entre los puntos más serios están la revisión de los límites máximos de residuos para los plaguicidas, así como la Ley de Cero Deforestación. En palabras de Gómez, lo que van a pedir ahí es una “trazabilidad perfecta” desde el contenedor hasta la finca donde se produjo, además de una georreferenciación para demostrar que el producto no está asociado a zonas de deforestación.
Previendo eso, el mercado ha comenzado a abrir nuevos horizontes. Los exportadores colombianos, así como la Federación Nacional de Cafeteros, ven un mercado potencial muy importante en Oriente Medio y en Asia, principalmente China y Japón, que ha sido reconocido como un consumidor histórico y tradicional de café colombiano.
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Sin embargo, China también está creciendo de una manera acelerada. Tanto así, que las exportaciones de café verde a ese destino han aumentado a doble dígito en los últimos años, posicionando a dicha nación dentro de los 10 principales destinos de café colombiano. Al mismo tiempo, si se observan las estadísticas de exportación por destino, China es el único que ha crecido en 2023 al pasar de 188.000 sacos a 277.000, cifra que representa un aumento del 54% frente al año pasado.
Con esto en mente, el principal argumento para mantener unas exportaciones sólidas de café es cuidar las relaciones internacional, sobre todo con naciones que califican como compradores habituales. Un caso destacado es Israel, pues Colombia exportó a 77.000 sacos de 60 kilogramos en 2022, lo que representa un mercado de unos US$20 millones.
Durante el transcurso del 2023, Gómez destacó que se han exportado 70.000 sacos de 60 kg con una facturación que registra entre US$18 millones y US$19 millones de dólares. “Definitivamente, Israel es un mercado importante y sobre todo en un en un escenario en donde hay mayor oferta que demanda de café”, agregó Gómez.
Esa bajada de los precios responde a que Brasil vuelve de unos problemas graves de producción, los corrige y vuelve a niveles de producción de 60 millones de sacos. Con un consumo caído en los principales mercados, cualquier esfuerzo que se pueda hacer para no perder terreno es importante, y aunque haya tensiones políticas entre los países, las relaciones comerciales puedan seguir manteniéndose. De otra manera, sería una afectación fuerte para los para los exportadores y productores de café, que podrían ver una mayor caída de precios que las actuales.
La ventaja de Colombia es que, a diferencia de Brasil, produce un café especial de alta calidad, y en esa línea, también debe encontrar un espacio para especializarse y no competir en el segmento estándar que domina Brasil. Solo así podrá posicionarse como un jugador más fuerte para obtener mejores ingresos.