En la actualidad, Colombia cuenta con siete fondos de agua, convirtiéndose en el país con mayor acceso a este mecanismo en América Latina.
Las últimas dos semanas han sido retadoras para Colombia. Los estragos del cambio climático y el Fenómeno del Niño han hecho que el país sea más vulnerable a incendios forestales que han acaparado los titulares de la prensa. En esta oportunidad, la emergencia dejó de manifiesto una verdad preocupante, pese a la oportuna respuesta de alcaldes y gobernadores: al país le hace falta preparación para estos escenarios.
De ahí que cada herramienta viable para atender este tipo de emergencias sea cada vez más importante. Ahí es donde entran iniciativas como los fondos de agua, que hacen referencia a aquellas herramientas que buscan conservar y gestionar de manera sostenible las fuentes hídricas en una determinada región. Esto teniendo en cuenta que desempeñan un papel importante en la adaptación al cambio climático al mejorar la resiliencia de las comunidades y los ecosistemas frente a eventos climáticos extremos.
“Al abordar los desafíos del cambio climático, los fondos de agua pueden contribuir a mantener la seguridad hídrica en un contexto de variabilidad climática, como es el caso de los incendios forestales. Cuando se gestionan de manera integral, estos fondos pueden ser herramientas valiosas para enfrentar los desafíos relacionados con el agua en la región”, dijo a Forbes el director de Campañas en Greenpeace para Chile, Argentina y Colombia, Matías Asun.
Con esto en mente, no es de extrañar que, idealmente, la planeación de escenarios de incendios y de cambio climático deban hacerse con el apoyo de estos fondos, convirtiéndolos en una herramienta importante en términos de adaptación. Ahora bien, desde la atención de desastres naturales pueden ser de mucha utilidad por la capacidad de capturar potenciales recursos internacionales y fijar estructuras de gobernanza para bajar recursos necesitados para atender los desastres.
Incluso, más allá de las estrategias de prevención, otra línea clave de los fondos de agua apunta a apoyar procesos de restauración y recuperación de áreas afectadas una vez superada la emergencia, según la directora del Centro Nacional de Agua y Biodiversidad de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), Dora Moncada.
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Para ello, la experta consideró indispensable el fortalecimiento comunitario y de gobernanza para temas de monitoreo que permitan, de manera rápida y con alertas tempranas, anticiparse a estas emergencias, pues son las comunidades quienes pueden alertar con buena capacitación. Todo ello es clave para crear escenarios de seguridad hídrica, o al menos uno de sus espectros: la seguridad hídrica urbana.
Para lograrlo, es clave que se creen sistemas de agua que garanticen necesidades industriales de consumo de agua, fortaleciendo la capacidad de los territorios a la resiliencia climática frente a desastres naturales cada vez más extremos que nos llevan a escenarios de calamidad y catástrofe. Todo esto también depende de la participación de las comunidades locales, sobre todo a la hora de garantizar el uso sostenible de los recursos hídricos y fomentar la resiliencia de las comunidades frente a eventos climáticos extremos
“La seguridad hídrica va relacionada con garantizar desarrollo económico y sostenible, pues los dos van de la mano. Hasta 22% del PIB mundial se encuentra en zonas de vulnerabilidad o estrés hídrico, con 2.000 millones de personas sin acceso a agua potable. La seguridad hídrica es una cuestión integral al resto de problemas de nuestra sociedad como el desarrollo económico, bienestar social y cuidado ambiental”, explicó a Forbes el activista ambiental Francisco Vera.
No obstante, si se analiza la eficacia de los fondos de agua para proteger la seguridad hídrica, al menos en América Latina, todo depende de la implementación adecuada, la participación comunitaria, la gestión integrada del agua y la sostenibilidad financiera.
Bajo esta perspectiva, Asun resaltó que los fondos de agua suelen centrarse en la conservación de ecosistemas acuáticos y terrestres. Cuando se implementan adecuadamente, contribuyen a la protección de cuencas hidrográficas, evitando la deforestación y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles.
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Los fondos de agua también promueven la gestión integrada del agua al reducir los riesgos de escasez, mejorar la eficiencia en el uso del agua y proteger los ecosistemas acuáticos. Para ello, asegurar la disponibilidad de fondos sostenibles garantiza la continuidad de las acciones para proteger y restaurar los ecosistemas acuáticos y garantizar el suministro de agua.
Pero es más importante aún crear estructuras de gobernanza para que distintas organizaciones se unan. Para el CEO de Saving the Amazon, Daniel Gutiérrez Patiño, su eficacia depende sobre todo de los mecanismos de financiación que puede llegar a tener, el compromiso de las organizaciones involucradas y una clara estructura de gobernanza para la toma de decisiones. “A fin de cuentas, no es nada más que un grupo de organizaciones poniéndose de acuerdo para enfrentar un reto común; y con la crisis ecológica actual esto es más que necesario”, detalló.
En el caso de América Latina, desde 2011 se creó la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, como resultado de un acuerdo entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fundación FEMSA, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la Iniciativa Internacional de Protección del Clima (IKI) y The Nature Conservancy (TNC) con el fin de contribuir a la seguridad hídrica de América Latina y el Caribe a través de la creación y fortalecimiento de Fondos de Agua.
Según la Organización, que cuenta con 26 fondos de agua ubicados en nueve países de la región, con 14 más en construcción, Colombia se considera una potencia en cuanto a seguridad hídrica, principalmente por sus seis nevados, 30 grandes ríos, 1.277 lagunas y más de 1.000 ciénagas, además de poseer hasta 44% de los páramos de Sudamérica. Dado este patrimonio hídrico, Colombia cuenta con siete fondos de agua, convirtiéndolo en el país con mayor número de Fondos de América Latina y el Caribe.
Para Moncada, la comunidad internacional debería ejercer un mayor control y seguimiento frente a los objetivos de esos fondos, ligados a prioridades nacionales y locales que se tienen en materia de agua y biodiversidad y garantizar veeduría o acompañamiento, pues esos fondos fortalecen instrumentos de política pública ambiental y local en materia de agua. Esto no implica que den nuevas directrices, sino que fortalezcan lineamientos y estrategias.
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“La cooperación internacional juega un rol fundamental no solamente en los fondos de agua sino en los proyectos ambientales dirigidos hacia el agua, la conservación de la naturaleza y la restauración del ecosistema. Estos grupos han apoyado con más de US$240 millones, entonces es el financiamiento el que hace posible estos proyectos y que haya un impacto real”, agregó Vera.
Por ejemplo, el plan del presidente Gustavo Petro para bajar recursos de cooperación internacional para atender los incendios pudo ser mucho más efectivo mediante fondos como el del agua. En Colombia, los fondos del agua han recibido más de US$25 millones, mientras que la cifra asciende a más de US$100 millones en Brasil. Al respecto, Gutiérrez subrayó que este dinero se invierte en proyectos encaminados a la conservación y gestión del agua, lo que hace que tengan un impacto “enorme”.
Su eficacia también se debe a que congregan tanto al sector público y privado como a la sociedad civil en una iniciativa que gira en torno al agua, y aquí hay que nombrar otro de los ejes de la seguridad hídrica como un todo: la seguridad hídrica ambiental. De acuerdo con Vera, las actividades económicas generan una demanda de agua tan elevada que, a veces, hace que el ecosistema no sea capaz de regenerar el mismo consumo.
“Hay un déficit en ese sentido, por lo que ecosistemas acuíferos, como lagos o ríos, colapsan. (…) Hay que hacer una labor de reestablecerlos, pues colapsan por la contaminación, cambio de uso de suelo, expansión de prácticas agrícolas y ganaderas dañinas”, explicó.
Los expertos coinciden en que los fondos de agua son un mecanismo eficaz y efectivo, capaz de generar impactos cuantificables y concretos en la comunidad y los ecosistemas, contribuyendo a su conservación y en un impacto positivo para las comunidades y familias que viven en un país con abundancia de este tipo de proyectos. De ahí que sea necesario aprovechar mejor esta herramienta para implementar soluciones que puedan sostener los medios de vida de una comunidad, al menos en casos como los incendios que se vivieron en las últimas semanas.