El pobre desempeño de la economía colombiana en 2023 dejó más dudas que certezas sobre el camino que debemos tomar como país este año. Forbes Colombia consultó analistas que destacaron factores como la tasa de cambio, las reformas sociales, las decisiones de los bancos centrales y las tensiones geopolíticas, entre otros, como puntos focales de análisis para entender qué le depara a Colombia este 2024.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) reveló el dato de crecimiento económico el pasado jueves, poniendo fin a varios meses de especulación sobre el desempeño del país durante 2023. La mala noticia es que el 0,6% definitivo fue un dato mucho menor a las proyecciones que oscilaban entre 1% y 1,5% en general. Si bien Colombia entera sabía que la desaceleración sería profunda, algo lógico teniendo en cuenta el ‘sobrecalentamiento’ de 2021 y 2022, la pregunta del millón es… ¿qué hacemos para salir adelante en 2024? Y ahí hay varios factores a considerar.
De acuerdo con el Centro de Estudios Económicos ANIF, el desface entre la cifra observada y la de los analistas se explica por un bajo crecimiento en el cuarto trimestre, que alcanzó 0,3%, y por revisiones a la baja de trimestres anteriores por parte del DANE, que prueban que el crecimiento fue incluso menor a lo observado meses atrás.
Asimismo, el mal comportamiento de la economía colombiana se explica por el bajo dinamismo de la industria, comercio, transporte y turismo, sectores se vieron afectados por la inflación y las altas tasas de interés a lo largo de 2023. Unido a ello, el repunte decembrino esperado en sectores como el comercio fue menor al proyectado.
“De igual forma, el consumo y la inversión, principales motores de la economía, presentaron comportamientos preocupantes, en particular la formación bruta de capital fijo. Estos datos de crecimiento prenden las alarmas sobre una posible recesión en el país”, añadió la institución mediante un comunicado oficial.
Cabe recordar que la recuperación de noviembre, mes que tuvo un crecimiento de 2,3%, se concentró en administración pública, lo que impulsó la economía en el último trimestre del año. No obstante, este ha sido el único factor que ha impedido que el PIB registre números negativos durante tres trimestres consecutivos. Un claro llamado de atención para los empresarios.
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La cosa no mejora cuando factores como el empleo no muestra síntomas positivos, sino cuatro meses consecutivos de deterioro con tendencia a continuar por el estancamiento generado con la desaceleración económica. “Si aquellos que están inactivos entran al mercado laboral, la tasa de 11% subiría a 13%. Además, los pensionados aumentaron, y se dan un millón de subsidios más que antes de la pandemia”, explicó el director de investigaciones económicas y análisis de mercados del Banco de Bogotá, Camilo Pérez.
Con esto en mente, el director de investigaciones económicas de Acciones y Valores, Wilson Tovar, argumentó que el gobierno no está preparando a la economía colombiana para el futuro, teniendo en cuenta que sectores como el de infraestructura están totalmente apagados, algo que se hizo evidente con la controversia de los $13 billones del Presupuesto General de la Nación (PGN) sin una asignación clara.
Para solucionar este tema, el Ministerio de Hacienda expidió un decreto de desagregación del presupuesto para el sector transporte a finales de la semana pasada, lo que permitirá la continuidad de obras como el Metro de Bogotá y el Regiotram de Cundinamarca. Asimismo, la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI) se comprometió a revisar de manera más activa los proyectos que no tengan un avance significativo y darles impulso a lo largo del año.
Otro tema que preocupa a lo largo del año es el Fenómeno de El Niño, pese a que algunos analistas aseguran que “lo peor ya pasó”, que el temporal acabará en abril y que vendrá seguido de un Fenómeno de La Niña en agosto. Adicionalmente, el precio internacional de los alimentos tuvo una caída importante en 2023, que podría llegar a 6% según proyecciones del Banco Mundial. Esta es una buena noticia si se tiene en cuenta que esa es la referencia para Colombia.
En cuanto a la energía, cabe destacar que los combustibles pesan hasta 2% en la canasta familiar. El dato no es menor si se tiene en cuenta que los precios de la energía son “el talón de Aquiles de la inflación”, de acuerdo con Tovar. Y es que también hay riesgos con el incremento en los precios del diésel, que podrían oscilar entre $400 y $600 al mes para cerrar el déficit del Fondo de Estabilización de Precios del Combustible (FEPC), lo que ha avivado las amenazas de un paro de transportadores.
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Todo esto lleva a que, desde el Banco de Bogotá, la proyección de inflación apunte a 5,7% para 2024 y 3,1% en 2025, acercándose cada vez más a la meta del Banco de la República. Sin embargo, los bancos centrales pueden ser un problema a la hora de reactivar la economía, pues una desaceleración sumada a una inflación alta hace que cambien las expectativas. “En el caso de Colombia, bajar 50 puntos la tasa de política monetaria era necesario”, añadió Pérez.
A ese complejo desempeño económico se suma la preocupación por las reformas sociales del gobierno. Además de la reforma a la salud y la desfinanciación que le podría generar a un sector que ya está excesivamente endeudado, el proyecto pensional también genera dudas ligadas a la subsistencia de las AFP, que le han dado mayor dinamismo al mercado de capitales colombiano. Por su parte, los reparos con la reforma laboral apuntan a que no soluciona la informalidad ni el desempleo, además de que amenaza con incrementar hasta 40% los costos de las pymes.
¿Lo positivo? En medio del debate de la reforma pensional, el país ha aumentado sus emisiones de títulos de tesorería (TES). De hecho, el pasado 14 de febrero, el Ministerio de Hacienda realizó su tercera subasta del año por U$450.000 millones de la que se recibieron órdenes de compra por $3,5 billones, cinco veces el monto inicialmente ofrecido. Esto le puede traer un mayor colchón al país, unido a un eventual precio del petróleo a US$90 o US$100 entre mayo y junio derivado de los enfrentamientos entre EE.UU, Reino Unido y los rebeldes huties en el Mar Rojo
Esto llega en un momento donde la volatilidad del dólar es una posibilidad debido a la alta carga electoral a nivel global, con hasta 70 comicios para elegir nuevos mandatarios en los cinco continentes. De acuerdo con Tovar, esta coyuntura puede hacer que la divisa estadounidense suba hasta $4.600 máximo durante 2024, con un promedio de $4.180 durante el año. “La tasa de cambio muestra una debilidad global del dólar, que se choca contra la idiosincrasia local. Estamos en el mejor momento en materia de flujo de dólares y exportación de commodities, sobre todo las no tradicionales. Además hay una balanza comercial estable y caídas en las importaciones”, agregó.
Esa crisis en el Mar Rojo puede generar riesgos moderados en la inflación, pues los precios de la energía pueden subir, así como los de bienes y servicios. A su vez, los fletes se incrementaron 40% frente a las cifras de pandemia, sumados a la demora en entrega de pedidos y la subida en precios de los bienes, factores que se suman a la ya compleja coyuntura nacional.
Bajo esa perspectiva, es clave revisar aspectos como el riesgo país, que hoy oscila entre 180 y 190 puntos, el doble frente a hace tres años. Según Pérez, la cifra puede ser más alta en el futuro porque Colombia no tiene grado de inversión desde entonces, a lo que se suma el hecho de que tanto el Gobierno como las personas están más endeudadas.
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Aún así, el experto destacó que empresario colombiano está dispuesto a aceptar oportunidades al ver al país como una fuente de ingresos de la que nadie se quiere ir. Al mismo tiempo, los extranjeros no dudan de Colombia y valoran su institucionalidad, lo que hace que sigan invirtiendo en el país. En cuanto a los verdaderos riesgos, señaló a la inflación y la velocidad de lo que pase en el mundo, como las guerras y el deterioro de las cadenas de valor, como verdaderos cuellos de botella a futuro.
Cabe recordar que la economía global rebotó a comienzos de 2024, mostrando que “la tal recesión que tanto se temía no existió“, en palabras de Pérez. Y es que el impulso de China, que creció 1,4%, lleva a que a las economías emergentes les vaya mejor. Pese a esa recuperación, se está perdiendo la trayectoria pospandemia.
Aún con dicho escenario, el consumo está cayendo menos. Esto fue notorio gracias a que las remesas alcanzaron nivel importantes, teniendo en cuenta que hubo unos 500.000 emigrantes en 2023. Dicho indicador, que llega a US$200.000 al año en promedio, alcanzó US$450.000 en 2023.
“Hay una incertidumbre hacia adelante, pues la economía exterior podría no crecer tanto este año, ya que los aumentos de 15% a 20% vistos en pandemia solo llegan a 0% y 5% ahora. Los incrementos en remesas se deben a más gente afuera, y a que 2022 tuvo devaluación de la moneda local, pero 2023 se revaluó”, explicó Tovar.
Es inevitable que Colombia se enfrenta a un escenario retador, y las cifras de la economía local no ayudan a calmar los temores de un empresariado asfixiado que busca soluciones rápidas para reactivar tanto sus respectivos sectores como al país en general. El gobierno tiene en sus manos elaborar una estrategia que no solo haga que los colombianos recuperen el optimismo, sino que sea lo suficientemente resistente a un panorama global donde reina la incertidumbre ante los evidentes cambios de liderazgos que tendrán las grandes potencias. La suerte está echada…