La popularidad de las películas, el presupuesto invertido en marketing, la trayectoria y otros elementos son premiados por este galardón. ¿Es entonces un referente de la calidad de las cintas?
Para muchos espectadores, el Oscar es el mayor sello de calidad de las películas y un argumento para decidir que título ver en cartelera. Aunque nadie duda de la popularidad de estos premios, es bueno reconocer que allí se premia a la industria por encima de la calidad artística de los productos y que, algunas veces, son consecuencia de lo que se invierte en lograr que una película o personaje sea conocido. Esta es la razón para que, por ejemplo, aunque haya 10 películas nominadas a la mejor del año, no todas tengan las mismas posibilidades de ganar.
Podríamos también cuestionar lo que realmente miden los premios y las posibilidades de que una película obtenga una nominación o un galardón. A la suerte de competir contra determinados títulos del año, se suma la popularidad de los competidores, el presupuesto invertido en marketing y a veces, incluso, el hecho de que son otorgados por la trayectoria del artista o como redención por no haberlo premiado antes. Pensar, por ejemplo, que la nominación de Ryan Gosling por Barbie quitó posibilidades a la protagonista o a la directora no tiene sentido, aunque se trate de una triste ironía.
La verdadera competencia de los Oscar es la que enfrenta a grandes jugadores con apuestas importantes, jugándose el éxito comercial de sus películas cada año. Las llamadas Majors de Hollywood (Warner, Paramount, Sony Columbia, Universal y la super poderosa Disney) hacen sus jugadas para acaparar premios que se traduzcan en números de taquilla, mientras que los nuevos y ya poderosos competidores como Netflix y Amazon pujan por conseguir una tajada cada vez mayor. Así las cosas, cada major busca mayor rentabilidad con películas comerciales que apuntan a la gran taquilla y otras de corte más “independiente” que intentan captar prestigio por la vía de los premios.
Al ser los premios más populares de la industria, los Oscar deben también obedecer a agendas temáticas y son permanentemente vigilados por grupos de presión que buscan la representación de minorías en las películas. No es casualidad, por tanto, que un año ganen las películas afroamericanas y al siguiente las que incluyen discapacidades o minorías sexuales. Los Oscar se fijan cada vez más en la inclusión y la diversidad, aunque sea como respuesta a estas presiones más que por convicción, pero ese es un tema para otro texto. También es cierto que hay temas y géneros que tienen mayores posibilidades de ganar, pues son del gusto de la Academia. Un drama de Hollywood sobre el holocausto es una apuesta más segura que una pequeña película japonesa de terror.
La ya famosa temporada de premios, que incluye los Oscar, los Golden Globes, los Spirit y otros premios similares ponen el audiovisual en la agenda pública y eso es algo que los cinéfilos debemos agradecer; pero de allí a decir que estas películas son las más relevantes de la industria audiovisual hay un gran paso. Para tener un pomposo Oscar en una vitrina hace falta mucho más que contar una buena historia y solo el tiempo dirá cuáles de las películas que se exaltan cada año pasarán a convertirse en nuevos clásicos del cine.
Por: Jerónimo Rivera-Betancur*
*El autor es director del programa de Comunicación Audiovisual, Universidad de La Sabana.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
Lea también: La importancia de los curadores audiovisuales