¿Cómo decirle a un país pobre como Guyana que deben prescindir de esa oportunidad la oportunidad de crecimiento económico que representa el petróleo por las emisiones que esto pueda generar?
Irfaan Ali, presidente de Guyana, se convirtió en noticia mundial al confrontar directamente a Stephen Sackur, periodista de BBC, cuando se le criticaba por la intensa exploración que el país está haciendo de petróleo y su contribución al cambio climático.
La entrevista se hizo viral porque manifiesta las tensiones ideológicas detrás de la histórica división Norte-Sur. Cuando Sackur confronta a Ali, él se pone a la ofensiva, manifestando que Guyana ha cuidado su bosque como ningún otro país, dándole un servicio a la humanidad que no ha sido remunerado, que los países del Norte Global, que han deforestado sus territorios casi al exterminio, son hipócritas al buscar fijar una narrativa que imposibilite a los países del Sur como Guyana su derecho a desarrollarse como lo hicieron los del norte (a partir del extractivismo).
Nadie puede negar que la decisión de Guyana de explotar petróleo los está acercando al añorado “desarrollo”, lleva dos años siendo el país con más crecimiento porcentual en su economía. Sus crecimientos económicos en 2022 y 2023 fueron 64,4% y 42,2%, respectivamente, casi que exclusivamente basados en su petróleo. ¿Cómo decirle a un país pobre como Guyana que deben prescindir de esa oportunidad por las emisiones que esto pueda generar? Las similitudes con Colombia son evidentes. El discurso de Ali es que mediante esta bonanza petrolera están adecuando la infraestructura para diversificar su economía.
También es cierto que si el mundo en su conjunto quiere cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a dos grados, no hay espacio para la combustión de los fósiles de nuevas exploraciones. De hecho, más del 60% de las reservas que ya han sido encontradas deben quedarse en el suelo, por lo que la decisión de Ali de continuar buscando más exploraciones tiene dos posibles razonamientos:
- Consideran que el petróleo de ellos será el primero en venderse y que el resto de los países serán los que se queden con activos varados (stranded assets).
- Creen que el mundo seguirá dependiendo del petróleo y que no cumpliremos los compromisos del Acuerdo de París.
Ahora bien, uno de los puntos más relevantes se refiere a la teoría de cambio sobre cuál va a ser el principal impulsor de la descarbonización: La oferta y la demanda. Si ya hay suficientes fósiles para asegurar un planeta invivible para la humanidad y mucho más, pareciera que no será la oferta, sino la demanda, la transición energética de los países para que sus sistemas productivos y sociedades no requieran combustibles fósiles. Si será la demanda quien guíe la transición, la posición de Guyana puede ser interpretada como arriesgada (por el riesgo de no tener mercado para sus combustibles) pero no como incidiendo en la cantidad de emisiones del planeta.
Hacer esta distinción dicotómica entre oferta y demanda me suena nebuloso, pues aunque definitivamente será la demanda el principal impulsor de la transición, el tener exceso de combustible flotando puede entorpecer los procesos de descarbonización. El poder de lobby que tienen las industrias extractivas en todas las distintas dimensiones de gobernanza (local, regional, nacional, multilateral) son evidentes para todos.
Ahora bien, la posición de Guyana me gusta compararla con lo que dentro de la teoría de juegos se reconoce como “El dilema del prisionero”, donde un actor (Guyana o cualquier otro país que busca desarrollarse mediante la explotación de combustibles fósiles) está mejor de manera individual al fijar una posición que no contribuye al resto del mundo pero es bueno para su “desarrollo”, pero que en conjunto el mundo termina en una peor posición. Debemos buscar nuevas narrativas, que se alejen de la visión desarrollista que hemos heredado de occidente y que nos organicemos multilateralmente hacia nuevas definiciones de bienestar, o continuaremos con las mismas dinámicas que tienen a la humanidad en jaque.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
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