El actual Presidente siempre denuncia complots para tumbarlo ya que él es "el representante del pueblo". Pero, ¿qué es realmente el pueblo para él y es realmente su representante?
Tengo un guilty pleasure, debo admitirlo. Constantemente me meto a ver el Twitter del presidente Petro, y siempre encuentro lo mismo:
- Ataques frontales populistas a lo que él considera las “élites neoliberales”.
- Mensajes de odio a ideologías pasadas.
- Complots maquiavélicos para tumbarlo, ya que él es el “representante del pueblo”.
¿Es Gustavo Petro el representante del pueblo? Recientemente las marchas en su contra fueron mucho más multitudinarias que las que él apersonó en el día del Trabajo.
Petro repite hasta el cansancio que él fue elegido democráticamente y por lo tanto él representa los intereses de toda la Colombia humilde, esa que las élites fascistas siempre han intentado reprimir. Que todo el que esté contra él es un soldado de ese régimen. El delirio de persecución en el que Petro vive pareciera tener una razón fundamental: el narcisismo de nuestro presidente y sus ansias por ser el gran salvador de la humanidad.
Pero la humanidad no se va a salvar solo a punta de narrativas disonantes y enfrentamientos con las élites, que son quienes más tienen el poder para realmente cambiar las cosas.
Petro pretende representar un cambio de paradigmas, pero esto se ve empañado por su arrogancia y egocentrismo. Algo que Petro debe entender es que la verdadera transformación que necesita el mundo debe estar más encaminada hacia la humildad y la colaboración, hacia estrechar vínculos con quienes piensan diferente y así poder alinear visiones transformadoras de la sociedad. Mientras Petro siga en la fantasía de considerar que cualquier cosa que él piense es de facto la voz del pueblo, solo porque fue elegido democráticamente, son pocas las posibilidades de lograr consensos y tejido social. Petro debe entender que es muy distinta la Colombia de hoy que la que lo eligió a él, y que la forma importa. Sus tweets pasivo-agresivos, llenos de errores de ortografía lo hacen parecer un radical y alguien que gobierna desde la improvisación.
El rol de jefe de estado significa conceder y conciliar con aquellos que piensan distinto. Petro diría que eso fue lo que él trató al principio, pero que las élites no se lo permitieron. Eso puede ser cierto, pero no significa que tiene que repetir hasta el cansancio esa narrativa populista y agresiva de rechazo a los sectores más derechistas de la sociedad.
Conozco a personas que consideraban a María Fernanda Cabal como una loquita sin fundamento, pero con la llegada de Petro empezaron a empatizar con ella. Así es como las ideologías se van radicalizando, mientras más discursos de odio están llegando de los dos lados, más la sociedad se radicaliza hacia alguno de éstos.
Es muy peligroso lo que está pasando, mientras la crisis climática está cada vez más fuerte, y pareciera que con el potencial de volver inviable el añorado desarrollo de los países del sur global, nuestro país continúa en una polarización paralizante.
Muchas de las políticas que Gustavo Petro busca para el país son buenas. Por ejemplo, su énfasis en la descarbonización y su profética insistencia en la necesidad de buscar acuerdos multilaterales para decidir sobre el fin de la era de los combustibles fósiles. Petro tiene las agallas para ser un verdadero líder mundial en la construcción del nuevo mundo que necesitamos. Lamentablemente, pareciera que es más importante para él confrontar a sus opuestos ideológicos y decirse a sí mismo que cualquier consenso iría en contra de los “intereses del pueblo”. Repito: ¿A cuál pueblo se refiere Petro?
En lugar de buscar la fama individual o el protagonismo desmedido, los políticos deben orientarse hacia el trabajo en equipo y la búsqueda de consensos para hallar soluciones efectivas a los complejos problemas que enfrentamos como sociedad global.
Por: Daniel Gutiérrez Patino*
*El autor es fundador de Saving The Amazon.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.
Lea también: Aumenta la deforestación en Colombia ¿por qué?